¡Bravo Libertad! ¡Arriba Osly!

Como se esperaba, el alboroto de los estudiantes de la derecha para que se les escuchara en la Asamblea Nacional se volvió puro aguaje. Sus discursos sólo mostraron clichés y la sempiterna declaración de que no son políticos, aunque lo único que en verdad tienen claro es su deseo de tumbar a Chávez. Realmente decepcionaron hasta a sus fans más agresivas, como son las periodistas de Globovisión que los esperaban a la salida del capitolio. Sólo atinaron a decir que abandonaron la asamblea porque nada más iban a dar su opinión, porque la AN representa una parcialidad y porque dejan el debate “abierto a todo el país, para construir una sociedad nueva”. Sin embargo, poco puede esperarse de jóvenes con ideas viejas que viven del show mediático, que ni siquiera saben cuánto le cuesta al Estado dos semanas de clases perdidas en las universidades nacionales. Esa “sorpresa” de llevar una franela blanca bajo una roja, dijo mucho.

La verdad es que Venezuela ha cambiado. En otras épocas los universitarios apenas podíamos llegar hasta la puerta del Congreso Nacional, y eso cuando los cuerpos represivos de los gobiernos adecos y copeyanos, hacían un alto en el bombardeo lacrimógeno, en los disparos y peinillazos, para que una comisión formada por dos o tres estudiantes hiciera entrega de algún documento, al solidario y solitario diputado de izquierda que saliera a recibirlo. Hoy presenciamos en la AN el contraste entre un grupo de universitarios prestados como parte de la utilería yanqui, y otro conformado por estudiantes comprometidos con el país, incluyendo algunos de universidades privadas, que reivindicaron la esencia inconforme, progresista y popular de la juventud rebelde. Fue un acierto la transmisión en cadena y los hechos tienden a darle la razón al camarada Martín Guédez, quien escribe en esta misma página.

Es triste la situación de la juventud derechista. Fuera de las consignas y otras frases preconstruidas que cuadren con la receta de Gene Sharp, ellos no cuentan con canciones que los alegren y estimulen, porque las más conocidas fueron hechas para los contestatarios, para los soñadores, para quienes se comprometen con la construcción de un futuro mejor y no para los conformistas que añoran el pasado. Por eso no pueden usar las hermosas y combativas letras que una Violeta Parra, o un Pablo Milanés, Alí Primera o Silvio Rodríguez, dedicaron a la juventud. Tampoco pueden emplear los ritmos de moda porque precisamente quienes los ejecutan son negros o gente de barrios. Tendrían que revivir los cantos de la falange española o de los fascistas italianos, divulgando el sentimiento de odio al enemigo, para que dispongan de alguna música que los identifique.

Las intervenciones de los estudiantes bolivarianos demostraron claridad política, madurez ideológica y compromiso social. ¿Qué más podemos pedir a nuestros estudiantes, que no sea coherencia entre discurso y acción cuando sean profesionales? Bravo por Libertad Velasco, Osly Hernández y Héctor Rodríguez, por reivindicar a la UCV. Bravo por Robert Serra y Yahir Muñoz por sus valientes proclamas y bravo por todos nuestros jóvenes que ganaron por knock out y forfeit.

charifo1@yahoo.es




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Douglas Marín


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