Del Cáucaso a Caracas

“Revoluciones de Colores y los Golpes Suaves”

Para nadie es un secreto lo que encarna y significa la Revolución Bolivariana y la figura del Presidente Hugo Chávez en el contexto internacional actual. El proceso venezolano ha sido ejemplo y aliciente para los movimientos sociales y altermundistas, así como para quienes luchan por abrirse espacios en medio de un mundo dominado por la hegemonía del capital trasnacional. Por tanto no debe extrañarle a nadie, que la oposición contrarrevolucionaria hace solo una semana sin escenarios y sin dirigencia ni plan, súbitamente resurge en la escena mediante un supuesto “renovado movimiento estudiantil” nunca visto en los anaqueles de la conspiración opositora, y algo sencillamente inédito en el seno de las Universidades y Colegios privados de Venezuela.

El Presidente Chávez ha denunciado en varias oportunidades que uno de los planes que ha venido trabajando esmeradamente la oposición venezolana y los agentes de la injerencia extrajera, ha sido el formato de aplicar en Venezuela una especie de “Revolución de Color” con la finalidad de revertir el avance del legitimo proceso de la Revolución Popular en Venezuela. Las llamadas “Revoluciones de Colores” o los denominados “Golpes Suaves” son un elaborado esquema de subversión del orden establecido, que se apoya en el empleo de los medios de comunicación, propaganda vía Internet, apoyo financiero de potencias, asesoría a grupos opositores por parte de las agencias de inteligencia extranjeras, movilizaciones juveniles o estudiantiles, guerra psicológica y desconocimiento de la legalidad y la constitucionalidad. Sus ideólogos y apologistas han definidos estos procesos como expresiones pacificas de los pueblos que se revelan contra un régimen tiránico y según éstos, tendrían su inspiración y antecedentes en la llamada “Revolución de Terciopelo” mediante la cual un grupo de factores políticos opuestos al Partido Comunista de la Republica Checoslovaca, en noviembre de 1989, generaron las condiciones para el desmoronamiento del orden comunista establecido, tomando el poder bajo banderas nacionalistas, liberales y pro occidentales.

Las “Revoluciones de Colores” son realmente un mecanismo de intervención extranjera indirecta, una expresión renovada de la vieja política de “cambio régimen” mediante la cual las grandes potencias occidentales han buscado, en aquellos países que revistan algún objetivo estratégico, cambiar los interlocutores hostiles o poco cooperantes por contrapartes más dóciles y complacientes a sus intereses.

El laboratorio que dio cuerpo y definición a este tipo de operación intervencionista con fachada de revuelta popular pacifica, fue el derrocamiento de Slobodan Milosevic en Serbia y Montenegro en el año 2000. No voy a sacar en limpio la figura de Milosevic, pero Milosevic contaba con un piso político e institucional que le permitía mantenerse en el poder a pesar de las presiones de EEUU y la Unión Europea, que veían en Milosevic una figura incómoda para el avance del capital y de los mercados en los Balcanes. Para las potencias era necesario encontrar la forma efectiva de sacarlo del tablero político. Las potencias occidentales, valiéndose del creciente descontento en la población serbia, sumida en una aguda crisis económica y ante un panorama político compuesto por figuras tradicionales desprestigiadas y sin liderazgo, optaron por estimular y financiar entre los círculos estudiantiles la aparición de un grupo de activistas, que se daría a conocer como el Movimiento OTPOR (significa Resistencia en serbio). Tal fue la dimensión de la intervención extranjera, que incluso los mismos líderes de OTPOR han reconocido públicamente que recibían apoyo material y financiero del exterior. Sus miembros eran jóvenes universitarios sin aspiraciones políticas, que aparecían ante los medios como un movimiento sin vinculación política alguna, dando una imagen limpia, inmaculada, incorrupta y libertaria. Contaban con una elaborada estrategia de reclutamiento, se identificaban con un puño cerrado y su color era el negro. Una vez Milosevic fuera del poder, los jóvenes de OTPOR protagonistas de las revueltas, pasaron a un segundo plano y las fuerzas políticas de viejo cuño asaltaron el poder imponiendo una agenda occidental.

El Espacio Ex Soviético y las “Revoluciones de Colores”:

Posteriormente este esquema se perfeccionó con las llamadas “Revoluciones de Colores” que proliferaron con éxito en el antiguo espacio Ex Soviético. Allí se han sucedido tres casos de gran resonancia: La Primera tuvo lugar en la región del Cáucaso, fue la Revolución Rosa en Georgia a finales del año 2003, luego sobrevino la Revolución Naranja en Ucrania a finales del año 2004 y más recientemente la Revolución de los Tulipanes en Kirguistán en la primavera del 2005. Otro movimiento de este tipo tuvo lugar en el 2005 en el Medio Oriente, en el Líbano, el mismo fue bautizado como la “Revolución del Cedro”, sin embargo esta operación por su naturaleza y contexto debe ser trata con distancia de las expresiones similares ocurridas en el área Ex- Soviética.

Los resultados de estas operaciones de abierta y clara injerencia extranjera en estos países se han repetido con una semejanza pasmosa. A las “Revoluciones de Colores” le suceden gobiernos de “conciliación y apertura” en los cuales se excluye a las fuerzas políticas que apoyaron al gobernante derrocado, se aplican medidas económicas neoliberales, se produce una fragmentación del universo político del país e incluso se suceden estallidos de rebeliones territoriales de corte separatistas, sumiendo así a estos países en prolongados estados de ingobernabilidad.

En Georgia, Ucrania y Kirguistán, se ha dado la instauración de gobiernos de claro acento pro occidental y el distanciamiento de estos países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) compuestas por los países ex soviéticos. En estos casos, para muchos analistas e estudiosos de la región, no cabe duda, que la proliferación de este tipo de movimientos ha sido parte de una estrategia más amplia de aislar y contener la esfera de influencia de la Rusia de Putin en su propio espacio circunvecino y fomentar el avance de los intereses de las potencias occidentales en los Estados Ex soviéticos.

¿Cómo fabrican una “Revolución de Colores”?

Los factores externos contactan y proveen de dinero y formación a grupos opositores con la finalidad de que estos generen un efecto multiplicador. Luego se inicia una serie de acciones tales como: 1. Activar nuevos actores ajenos a la política convencional, especialmente jóvenes y estudiantes sin afinidad ideológica alguna, identificados con los patrones y valores de sociedad de consumo (música, moda, estilo de vida). 2. Utilización de simbología y consigna que ayuden a masificar el movimiento más que por convicción política sea como una ola de moda (Ropas de un determinado color, banderas, signos, etc.). 3. Construir una vanguardia del movimiento que se gane la simpatía y solidaridad de la población. 4. Discurso de la No violencia y de desobediencia pacifica, acompañado de repetidas movilizaciones de calle hasta conseguir un hecho detonante que lleve al colapso del Estado. 5. Utilización de medios de difusión electrónicos para generar concentraciones rápidas y presencia al momento de los medios internacionales. 6. Uso de medios propagandísticos no convencionales, para banalizar, ridiculizar y mofarse de la investidura presidencial y de las altas autoridades. 7. Presión internacional mediante la exhortación al respeto de los Derechos Humanos de los Manifestantes. 8. Generación de espirales inflacionarios, escasez de alimentos e inseguridad económica para asfixiar al gobierno y arrastrar a otros sectores a las acciones de calle. 9. Negar la naturaleza democrática del gobierno denunciando internacionalmente que es un gobierno producto de un fraude electoral y en consecuencia es una dictadura.

Las “Revoluciones de Colores” han demostrado ser una estrategia de injerencia externa muy efectiva en aquellos países en los cuales un gobierno goza de poco aprecio popular o que sencillamente no cuenta con la fuerza electoral necesaria para hacer contrapeso a los grupos de desestabilización.

Comentario Final:

Es bueno tomar nota de las experiencias ajenas, siempre salvando las distancias, pero quienes han apostado por pintar una supuesta “Revolución” en Venezuela distinta a la Revolución constitucional y democrática liderada por el Presidente Chávez, han olvidado nuevamente en su ecuación al pueblo venezolano, su nivel de conciencia política y su capacidad de respuestas, así como el contundente e inobjetable respaldo electoral del cual goza el gobierno revolucionario. En todo caso no debemos subestimar la génesis de este ambicioso proyecto desestabilizador que tiene por fin último la desintegración y el fraccionamiento del Estado-Nación venezolano y la aniquilación de la esperanza del pueblo.

Robinson Zapata
Internacionalista

zapatarobinson@yahoo.com


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