En medio de una locura imperial, donde las tensiones geopolíticas parecen estar en su punto más álgido, los venezolanos nos encontramos ante una encrucijada crucial. Mientras el Gobierno de Donald Trump lanza amenazas militares contra Venezuela bajo el pretexto de combatir "el narcotráfico" —cosa que es una fake news—, el pueblo venezolano se une en un clamor unánime por la paz. La reciente movilización en defensa de nuestra soberanía y estabilidad, convocada por el Presidente Nicolás Maduro, ha dejado claro que la mayoría de los venezolanos decimos: "No a la Guerra".

La beligerancia del gobierno estadounidense no solo busca desestabilizar a Venezuela, sino que también intenta sembrar la discordia en un país que, a pesar de sus desafíos internos, ha demostrado una notable capacidad de resistencia y unidad. La amenaza militar, que incluye la movilización de buques, submarinos y tropas en nuestras fronteras marítimas, ha sido recibida con desconcierto y rechazo por parte de un pueblo que anhela la paz y el diálogo.

Es importante destacar que la situación en Estados Unidos no es menos alarmante. El Gobierno de Trump enfrenta una crisis interna significativa, con protestas que estallan en varios estados y un descontento generalizado que pone en entredicho su liderazgo. En lugar de abordar los problemas que afectan a su propia población —como el cierre del gobierno y la creciente desigualdad— opta por desviar la atención hacia un enemigo externo. Esta estrategia, sin embargo, no es nueva; a lo largo de la historia se ha utilizado para consolidar poder a expensas de la paz y la estabilidad de otros países.

Desde América Latina, el rechazo a la intervención militar se siente con fuerza. La mayoría de los pueblos de la región han manifestado su oposición a la injerencia extranjera y a las violaciones del derecho internacional que estas acciones representan. La historia nos ha enseñado que las intervenciones militares solo traen más sufrimiento y división, y los venezolanos no queremos ser parte de ese ciclo destructivo.

En este contexto, es fundamental que todos los sectores de la sociedad venezolana se mantengan firmes en su compromiso con la paz. La unidad nacional es nuestra mayor fortaleza ante las amenazas externas. La construcción de un futuro próspero y pacífico solo será posible si trabajamos juntos, sin importar nuestras diferencias políticas o ideológicas.

La paz no es solo la ausencia de guerra; es un estado de bienestar que debemos cultivar a través del diálogo y la cooperación. Los venezolanos hemos demostrado en múltiples ocasiones nuestra capacidad para superar adversidades. Hoy, más que nunca, debemos reafirmar nuestro compromiso con un futuro en armonía, donde el respeto a nuestra soberanía sea el pilar fundamental.

Mientras el mundo observa con atención las tensiones en nuestra región, los venezolanos seguimos apostando por la paz. Decimos "No a la Guerra", porque creemos en un camino diferente: uno que nos lleve hacia la reconciliación y el entendimiento mutuo. La paz es posible, y es responsabilidad de todos nosotros hacerla realidad.

La defensa de la Patria es una responsabilidad que recae en cada uno de nosotros, y en momentos de adversidad como los que enfrentamos actualmente, el llamado del Presidente Nicolás Maduro a la unidad resuena con fuerza y claridad. Esta unidad no debe ser exclusiva de un sector político, sino que debe abarcar a todos los venezolanos, sean chavistas u opositores, porque la verdadera fortaleza de nuestra nación radica en su diversidad y en la capacidad de sus ciudadanos para unirse en torno a un objetivo común: la defensa de nuestra soberanía y la búsqueda de la paz. Ante las amenazas externas que buscan dividirnos y sembrar el caos, es fundamental que respondamos con solidaridad y cohesión, reafirmando que los apátridas no podrán quebrantar nuestro espíritu ni nuestra determinación. Solo a través de un esfuerzo colectivo y decidido podremos construir un futuro donde todos vivamos en armonía y respeto, asegurando así que Venezuela siga siendo un hogar para todos sus hijos, donde la paz y la unidad prevalezcan por encima de cualquier diferencia.