El mito de Pigmalión como espejo del desarrollo nacional: una mirada a Venezuela

El mito griego de Pigmalión, el escultor que se enamoró de su obra y cuya devoción fue recompensada por Afrodita al darle vida, ha trascendido la antigüedad para convertirse en una poderosa metáfora contemporánea. En psicología, este relato inspira el llamado efecto Pigmalión, que demuestra cómo las expectativas pueden moldear la realidad. Este principio, aplicado al análisis país, revela una verdad profunda: las naciones también son esculturas vivas, moldeadas por las creencias, aspiraciones y narrativas que sus ciudadanos y líderes proyectan sobre ellas.

El poder de las expectativas colectivas

Así como Pigmalión transformó el mármol en carne con su fe y amor, los pueblos pueden transformar su destino si creen en él. Venezuela ha atravesado años de crisis económica, migración masiva y polarización política. Sin embargo, el efecto Pigmalión sugiere que una narrativa colectiva basada en la esperanza, la dignidad y el propósito puede activar procesos de cambio reales.

Durante la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el famoso discurso de John F. Kennedy —"Elegimos ir a la Luna"— no solo fue una declaración política, sino una proyección de fe nacional. Esa expectativa movilizó recursos, talento y voluntad, logrando lo que parecía imposible. Venezuela, con una visión compartida y sostenida, también puede alcanzar metas que hoy parecen lejanas.

Educación: el laboratorio del cambio

El estudio clásico de Rosenthal y Jacobson (1968) demostró que los estudiantes rinden mejor cuando sus maestros creen en ellos. En Venezuela, donde muchos jóvenes enfrentan condiciones adversas, el rol del educador como "Pigmalión" es más crucial que nunca. Invertir en formación docente, en pedagogías que reconozcan el potencial humano, y en entornos escolares que inspiren, puede ser la chispa que encienda una generación transformadora.

Como señala Gutiérrez (2010), "el efecto Pigmalión en estudiantes y docentes es bidireccional; si los docentes emiten expectativas negativas hacia sus estudiantes, es muy probable que los estudiantes también respondan de la misma forma". Esta dinámica puede ser tanto una herramienta de empoderamiento como un arma de doble filo.

Liderazgo y narrativa nacional

Los líderes son escultores de la imaginación colectiva. Cuando el discurso político se basa en el miedo o la resignación, el país se paraliza. Pero cuando se habla desde la posibilidad, la inclusión y el respeto, la ciudadanía responde con energía transformadora.

Nelson Mandela, al salir de prisión y liderar la transición democrática en Sudáfrica, proyectó una visión de reconciliación en un país fracturado por el apartheid. Su fe en la posibilidad de una nación inclusiva inspiró a millones. Venezuela necesita líderes que, como Pigmalión, vean más allá de la piedra y crean en la belleza latente de su pueblo.

Cultura e identidad como fuerza vital

Pigmalión creó una obra idealizada. En el contexto nacional, esto se traduce en cómo los países construyen su identidad cultural. Venezuela posee una riqueza artística, musical y literaria que puede ser fuente de orgullo y cohesión. Revalorizar esa herencia, proyectarla con autenticidad y compartirla con el mundo es una forma de "dar vida" a la autoestima colectiva.

Napoleón Bonaparte también entendió el poder de la imagen. Cultivó una narrativa de genio militar y líder invencible, que sus tropas internalizaron. Esa expectativa colectiva elevó su rendimiento, incluso en condiciones adversas. La identidad nacional, cuando se proyecta con fuerza y coherencia, puede tener un efecto similar en la moral de un pueblo.

Economía y emprendimiento: sembrar confianza

El efecto Pigmalión también se manifiesta en el ámbito económico. Si se cree que los emprendedores locales pueden competir globalmente, se les apoya, se les forma y se les da espacio. La confianza institucional y social en el talento nacional es clave para el desarrollo económico.

Como señala García Vargas (2015), "el líder cree en lo que dice, y la persona motivada cree en lo que se le dice; ese es el momento en que se produce la transformación Pigmalión". Esta lógica puede aplicarse a la política pública, al diseño de programas de emprendimiento y al fortalecimiento del tejido productivo nacional.

Conclusión

El mito de Pigmalión nos recuerda que la fe en lo que aún no existe puede ser el primer paso para que exista. Venezuela, como cualquier nación, puede "dar vida" a su mejor versión si se cultiva una visión colectiva que inspire, incluya y empodere. El mármol está ahí. La escultura está esperando. Solo hace falta que creamos en ella.

Referencias

- Rosenthal, R., & Jacobson, L. (1968). Pygmalion in the Classroom. Holt, Rinehart & Winston.

- Gutiérrez, M. (2010). El efecto Pigmalión en la actividad docente y administrativa.

- García Vargas, J. (2015). El efecto Pigmalión y su efecto transformador a través de las expectativas.

- Vizarreta Donayre, J. (2024). Efecto Pigmalión y motivación académica en estudiantes universitarios.



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Álvaro Zambrano Carrera

Ingeniero Forestal. Profesor Universitario. Consultor Ambiental y Forestal- Especialista en Ecosistemas y medio ambiente -Project Management, Línea de Investigación: Economía Climática +584145656113

 Alvarocarrera2@gmail.com

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