¿Hacia dónde nos llevan?

En verdad, la existencia de los seres humanos, desde hace milenios, depende de los avatares de los fenómenos naturales contra los cuales es imposible luchar, a pesar de autoproclamarse como seres superiores, además, de los modernos inventos y del uso de la tecnología de punta. Así mismo, estamos en manos de las manipulaciones de ciertos sujetos o de algunas élites quienes de alguna manera han dirigido y dirigen los vaivenes de lo que ha sucedido y lo que sucede en el planeta y por qué no, lo que acaece en el futuro.

No cabe duda, los humanos no tienen forma de evitar un terremoto, un huracán, un maremoto, un tsunami, o cualquier otro fenómeno natural que puede acabar con la vida de miles de personas en un instante. En algunos casos puede predecir o anunciar el advenimiento del fenómeno para que se tome las precauciones del caso, como por ejemplo la llegada de una tormenta, un tifón, un tsunami, entre algunas desgracias frecuentes, pero nunca podrá evitar que acontezca la anomalía y la secuela de esta. Son estos graves acontecimientos los responsables de la desaparición de ciertas especies del reino animal, por ejemplo, los dinosaurios, los pterodáctilos, los tigres dientes de sable, los mamuts, así como también la destrucción de civilizaciones enteras, la muerte de miles de personas y la emigración de grupos humanos. Estos se verán obligados a abandonar su hábitat natural arrasada en la búsqueda de otra región donde vivir. En estos casos, es obvio que es la naturaleza la única responsable de decidir sobre la vida y la muerte de miles personas y especies animales, sin la intervención de ningún dios ni del hombre. En este caso la redistribución de las placas tectónicas de la corteza terrestre, las altas temperaturas de la superficie del mar que calientan las capas inferiores del aire, las grandes masas del agua de mar que se desplazan verticalmente por causa de algún evento extraordinario, entre otros sucesos los que deciden quién vivirá y quién morirá.

Si obviamos lo referente a los fenómenos naturales en lo que respecta a la existencia o la desaparición de seres humanos, es importante resaltar la presencia de otros elementos determinantes que actúan sobre la coexistencia de humanos y de ciertas especies animales sobre el planeta Tierra. En dicho caso es la Historia Documental y Crítica la que nos ofrece una amplia gama de contenidos que abarca eventos históricos, personajes relevantes y acontecimientos importantes a través de sus protagonistas y mensajes impactantes. Si se revisa tales legajos que nos cuenta sobre numerosas efemérides ocurridas en todas las épocas nos daremos cuenta que siempre han estado presentes las guerras, beligerancias cuyas únicas responsabilidades es la de un sujeto o de una élite que no tiene escrúpulos en declarar una conflagración contra otro territorio. Todo con el único interés del expansionismo territorial para ampliar el poder, así mismo, para robarse las riquezas de otros, de igual modo, para subyugar a un pueblo para esclavizarlo y explotarlo.

Las guerras la declaran una minoría para su beneficio, por lo general económico, en detrimento de una mayoría quienes aportan las víctimas que mueren en los campos de batalla, o en los territorios bombardeados, agregado a lo anterior las ciudades destruidas. Son estos sujetos en función de rey, emperador, presidente, primer ministro, congregante, general quienes deciden el camino hacia dónde se dirigen ciertos grupos humanos, que por lo general no tienen arte ni parte por lo que están luchando. No cabe duda, miles de estas víctimas desconocían las causas del conflicto, tampoco adivinaron que la senda que emprenden al vestirse con el uniforme de soldado era el camino de la muerte.

Por lo general las verdaderas causas reales de la guerra no son reveladas públicamente, siempre se mantienen escondidas para que los pueblos no se enteren los motivos ciertos por los que miles de soldados se enfrentan en ambos bandos. En la antigüedad se izaban pendones religiosos, en el entendido que se luchaba por la imposición de la fe y el Dios único, la cual contribuiría con la salvación del nuevo feligrés; después inventaron la patria para no tener que pagar mercenarios como "los condotieros" y los "lansquenetes". Surgieron así los ejércitos, menos onerosos para el monarca, quienes "luchaban en defensa de la patria". Lo cierto es que los novatos soldados nunca se enteraron que en verdad murieron por la protección de los intereses del rey y los de un grupo de aristócratas que obtendrían dispendiosos tesoros, más territorios, abundantes siervos y nuevos títulos de nobleza. Y la iglesia, beneficiaria de esta guerra, lograba una buena parte del botín más diezmos e impuestos como consecuencia de los bisoños bautizados.

En materia de las guerras nada ha cambiado durante milenios, son unos cuantos sujetos los que deciden quien vive y quien muere, cuántos viven y cuántos mueren, cuánto se gana y cuánto pierde el rival, cuánto se gana para la reconstrucción de la ciudad destruida, cómo se reparten los contratos, cuáles son los amigos que se beneficiaran, cuánto ganaron las empresas fabricantes de armas, cuáles son las riquezas y las materias primas que obtendrá el ganador, de cuánto será el benéfico en los próximo años. Los muertos en la guerra, estos no tienen nombre, se construye un cementerio como monumento nacional y en fechas patrias se hace un homenaje al soldado desconocido, simplemente porque nadie recuerda el nombre de aquel soldado pendejo quien murió en "defensa de la patria". Las víctimas de una guerra no pasan de ser nada más que una estadística.

Los líderes de la vieja Europa y EEUU, presidentes, primeros ministros, parlamentarios, ministros del gabinete, entre tanto burócrata parece no recordar o no haber leído las causas y las consecuencias de las funestas Primera y Segunda guerra mundial cuando perecieron más de 100 millones de personas. Hacen declaraciones por lo mass media y por las redes digitales sobre el aumento del gasto militar; así mismo, sobre el envío de misiles de largo alcance a Ucrania cerca de la frontera con la Federación Rusa; la destrucción de Irán si desarrolla energía nuclear; el envío de armas a Taiwán, la amenaza de lanzamiento de misiles nucleares sobre la Federación Rusa y sobre la aciaga guerra de Ucrania.

Acaso no sirven de experiencia la aterradora devastación de Hiroshima y Nagasaki; la guerra de Corea; los miles de muertos durante la guerra de Vietnam; la vil mentira de las democracias occidentales para invadir a Irak; la invasión de Libia; la destrucción de Afganistán; las guerras catastróficas de la República Democrática del Congo; El conflicto de Sudán; el genocidio de Israel contra Palestina; la conflagración que propició la desmembración de Yugoslavia; la guerra del Golfo y tantas otras barbaries que han proporcionado miles de muertos, mutilados, psicópatas, hogares y ciudades destruidas, huérfanos, hambre, migración, separación de familias y sobre todo, negocio, buenos dividendos para los contratistas, los vendedores y contrabandistas de armas.

Nuestro hermoso y errabundo globo terráqueo no debe convertirse en un centro de experimentación de armas nucleares para los países poseedores de más de tres mil misiles nucleares. Para qué tantos, si con dos de estos artilugios de la muerte son suficientes para convertir el planeta en un verdadero infierno, donde los que queden vivos envidiarán a los muertos. Hacia dónde nos quieren llevar los hijos de Satanás a quienes parece no importarle el futuro de sus hijos y sus nietos. Después de varias explosiones nucleares no quedará nada, solo un erial, un terreno árido, estéril donde no se podrá cultivar nada, ni tampoco criar ganado, las frutas y los vegetales comestibles también desaparecerán, solo sobrevivirán de la barbarie las cucarachas y las ratas. No quedará nada para vender, ni algún sobreviviente para comprar. Los bunkers donde se resguardarán los responsables de la mortandad no servirán de nada por muchos años, ante la radiactividad que mantendrá contaminado el aire terrícola por muchas décadas. Esto es lo que ofrecen los líderes mundiales.

Si algún líder o capitalista está pensando en negocios después de una conflagración nuclear deberá reflexionar un poco y reprogramar sus pensadoras, después de tal barbarie viene la nada. Es hacia la nada donde parece que los responsables de gobernar los países más civilizados nos quieren conducir. La diplomacia de los misiles no dará resultado, solo en paz se puede alcanzar la prosperidad y la solución de los problemas que ellos mismos causan, todo por la irresponsabilidad y las ambiciones de una minoría que llevará al exterminio de una mayoría. La guerra debe ser evitada a toda costa, con esto lograremos asegurar una larga vida al planeta y un mundo floreciente, quizás por eso la escritora inglesa Mónica Fairview expresó: "La marca de un gran gobernante no es su habilidad para hacer la guerra, sino para conseguir la paz". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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