Sin la violencia de la revolución francesa no hubiera sido posible la revolución soviética y la revolución cubana. La lógica de la violencia revolucionaria es simple: si una sociedad actúa en contra del estatus, el estatus reacciona en contra. Chávez quiso cambiar el sistema y el sistema capitalista reacciona en contra de Chávez (de sus ideas, sus políticas y de sus decisiones), es natural. De eso se trata hacer una revolución, de acciones sostenidas, de empeño, perseverancia hacia un norte político y moral que va contracorriente del sistema. La violencia no es un ideal, la violencia es consecuencia de las contradicciones que en abstracto no se pueden resolver entre humanos, de forma racional o negociada, es decir, equilibrada. Inclusive el socialismo, que apuesta por la paz, se ve atrapado en la disyuntiva cristiana de ceder ante la violencia o enfrentarla de manera decidida y digna cuando es contraria a la vida.
Por otro lado, el socialismo confronta la violencia solapada de la esclavitud, la explotación del trabajador "que vende su fuerza de trabajo libremente", la violencia del racismo y de la discriminacion sexual y etaria, la violencia de la marginalidad y la contención social. Si quieres cambiar ese orden social, mínimo, no debes ser tan pendejo como para respetar las normas que te constriñen como clase social.
Para un revolucionario socialista, respetar normas absurdas y contrarias a sus principios morales es una falta, o hipocresía táctica, pero nunca puede ser una conducta irracional, considerada buena per se. Toda revolución social verdadera tiene sus propias normas, y deben ser radicales, tiene que saber defenderse, como lo hizo Lenin y Trotsky en la URSS, y más adelante Fidel y el Che.
Maduro no defiende una revolución, se defiende él de la revolución y de la derecha gringa. Darle razones a la paz de los conciliadores, a los reformistas, es lo más fácil del mundo. Esa conducta conciliadora frente al capitalismo y frente al capitalista, es reformismo, una manera de idiotizar a la clase trabajadora con la esperanza vana de cambiar el orden de las cosas mediante reformas y reivindicaciones concertadas, análoga a la esperanza que promete la llamada "mano invisible del mercado" de Adam Smith, la cual, según ellos, el libre mercado nivela las diferencias sociales, en algún momento. Es lo mismo.
Sin embargo Marx mostró de forma científica que en el tiempo el capital se acumula y se concentra, y luego Lenin, sobre esa base, demostró que el imperialismo es la fase superior del capitalismo…. Más adelante, se constató que imperialismo y fascismo cumplen perfectamente con esa ley de la acumulación y concentración dentro de la lógica del capital.
Pero vamos a hablar de chapuzas históricas, de traiciones. La revolución independentista bolivariana fue traicionada, la campesina de Zamora también, El Cabito Castro fue traicionado por Gomez, la Junta patriótica, por acción democrática URD y COPEI, y Chávez por Maduro. ¿Qué hay de los traidores? ¿acaso forman parte del progreso, de la fatalidad histórica del capitalismo? ¿Ellos no cuentan como antivalores en el desarrollo de la historia contemporánea?, ¿son necesarios y naturales, o son traidores, decadentes y hay que evitarlos?
Esos que han frenado las revoluciones del siglo XX y XXI son un síntoma de la fuerza que tiene el enemigo capitalista, pero no hace de la traición un valor humano deseable. El capitalismo ahora apuesta a la aniquilación de la vida si acaso no pueden sostener su codicia, pero por eso no vamos a dejar de luchar, sin pensar en el futuro.
El socialismo mira hacia el destino de la humanidad, trasciende lo doméstico inmediato, es un ideal de perfección que inspira una acción sostenida. El socialismo es un ideal, un norte, la idea rectora de la acción revolucionaria, cambiar todo lo que deba ser cambiado. Y sobre ese ideal hay que entender a Fidel, a Lenin y Trotsky, al Che, y a Chávez, así muchos se amarguen la vida para no reconocer esta realidad. Chávez fue el gran enemigo del capitalismo y de sus promotores planetarios, por eso lo asesinaron.
Por eso decimos que la paz, sin justicia social, equivale a una guerra oculta, un cáncer que carcome el espíritu de la sociedad, capaz de auto eliminarse abandonando sus propias fuerzas y capacidades, abandonandose a la fatalidad capitalista disfrazada de fe democrático burguesa. No podemos ser tan cobardes, tan abandonados, decirle sí a todo porque estamos cansados, y hacer de un estado personal un valor social, como Maduro, que se cree la medida moral de nuestra sociedad. Eso es mezquino y vano.
Hay que luchar siempre y de forma sostenida por la vida y por la calidad de esa vida.
VOLVAMOS AL ESPÍRITU DE CHÁVEZ