Estatuarias y monumentos colonialistas

A el digno antropólogo y filósofo de la vida, Saúl Rivas Rivas, combatiente de las mejores causas anticolonialistas y defensor sin límites de nuestra identidad pluricultural independiente y soberana de dominios e imperios.

Las estatuarias, los monumentos, los epónimos, topónimos y Etnónimos *constituyen una conexión profunda de un pueblo con la simbología que representan. Fortalecen las convicciones y la cultura de libertad, la soberanía y la independencia o profundizan la admiración y la presencia de la continuidad histórica del colonialismo, la dominación y el ultraje.

No es lo mismo, Plaza Francisco de Miranda que plaza Cristóbal Colón; Paseo de la Resistencia indigena que Paseo Colón; Cerro Meregoto que cerro El Empalao; Avenida Gran Cacique Guaicaipuro*l que Avenida Francisco Fajardo; Ciudad Rafael Urdaneta que Ciudad Ojeda; Plaza los Jirajara, los Timotes o los Cuicas que Plaza Juan Rodríguez Suárez; Plaza Simón Bolívar que Plaza Diego de Lozada; Parroquia Andrés Eloy Blanco, Salmerón Acosta o poeta Ramos Sucre que Parroquia Colón; Sierra Ciruma que Sierra el Empalao; Cacique Guanaguanay quien con 200 indigenas contribuyó al triunfo de Piar en Maturín que Domingo Monteverde. Bergantín Indio Libre o general Bolívar que la Niña, la Pinta y Santa María

Es evidente que son diferente la estatuaria, los monumentos, los epónimos, topónimos y etnónimos de nuestros ancestrales y originarios pobladores, o de los libertadores y padre de nuestra independencia, o exponente de nuestra cultura y poesía que los cognomentos de conquistadores y colonizadores, del pasado o del presente, que han bañado de sangre a todo un pueblo o una civilización.

Para el pueblo la conexión y la simbología que representan uno y otros son diferentes:

La estatuaria, monumentos y símbolos de la lucha indígena y de los próceres de la independencia representa la libertad, la lucha por los valores y la cultura de un pueblo, la defensa de su sistema social, su cosmovisión, su autonomía, el combate por los valores más trascendentales de la vida. Es la memoria histórica convertida en el acervo y patrimonio cultural que ha sido legado por nuestros ancestros, por los forjadores de patria, de nación y de soberanía.

La estatuaria, los monumentos, los epónimos y topónimos de conquistadores y colonialista de ayer y de hoy representa la destrucción de un sistema de convivencia, de la cultura que identifica a un pueblo, de la sociedad, la extinción de las lenguas, el asesinato, la muerte de millones de seres humanos. Es la simbología de la imposición, la dominación y subordinación ante lo foráneo, lo extranjero, un acervo y un patrimonio cultural no nacional, extraño e impuesto por los amos de siempre, por los vencedores del ayer que se prolongan hasta los tiempos actuales.

He ahí, donde se evidencia la suprema importancia de diferenciar y evaluar en su justa y dialéctica dimensión la carga cultural que representan las simbologías, el culto, la identificación con una o con la otra, con los valores de una nación independiente, soberana y libre o con el pasado colonialista de crimen y oprobio, constituye una expresión política que no es una trivialidad, al estar en conexión directa con la continuidad de la lucha por la libertad y el fomento del respeto de la humanidad, o al contrario por representar la presencia imperial colonialista del pasado, extendida hasta nuestro días, mediante la imposición de una política cultural neocolonialista, fomentando una extensión de los invalores colonialistas hasta nuestros días.

La estatuaria colonialista es el dominio del pasado hecho presente, que no puede constituirse en objeto de veneración, exaltación, ni de culto e idolatría y menos ser acervo y patrimonio cultural de la nación, como lo establece el artículo 16 de la Ley de Geografía, Cartografía y Catastro Nacional.

La estatuaria colonialista, por ejemplo, como la de Colón y la de Juan Rodríguez Suárez o el horrible e indigno topónimo de cerro "El Empalao", en la ciudad de Cagua, niega principios constitucionales como es el fomento a la paz y la política de una educación que enseñe el respeto de los derechos humanos, valorice, enaltezcan y fomente nuestros originarios valores culturales indianos, y afroscedencedientes, hindú, asiático, dentro de nuestra realidad pluricultural.

Nuestro patrimonio cultural tiene rango constitucional en cuanto a la protección, preservación, conservación y restauración, por ser la memoria histórica de la Nación y parte integrante de nuestra identidad nacionalista, se diferencia y niega el culto, la veneración o idolatría a la violencia conquistadora y colonizadora, pues ésta, es contraria a los principios constitucionales y a la valorización humana o humanista.

La estatuarias, monumentos, epónimos o topónimos y etnónimos son un valor cultural intangibles, son centro de interés educativo, mediante los cuales, el saber que de ellos se desprende profundizan el conocimiento para la transformación y libertad o para fortalecer la cultura colonialista o neocolonial, de ahí la suprema importancia de su valor, de su ponderación y del cuidado que ha de tenerse por ser parte del acervo patrimonial del país, de la permanente memoria histórica. Es obligatorio el resguardo de nuestra cultura ancestral, y las luchas emancipadoras. El rescate de las luchas aborígenes, en este particular, juega un papel crucial, abrogar, extinguir, toda estatuaria o cognomento colonialista y fortalecer el sentido de pertenencia e identidad nacional, acercarnos a nuestra verdadera historia, los originarios valores que permitirán la transformación cultural, una nueva visión de vida y garantizarán, consolidando, la revolución política y económica.

La estatuaria, monumentos, epónimos y topónimos colonialista, la exaltación de impuestas figuras de conquistadores y colonizadores como Cristóbal Colón, Francisco Fajardo, Juan Rodríguez Suárez y otros, "niegan el ideario de Simón Bolívar, su patrimonio moral, los valores de libertad, justicia y paz internacional, desestima el rescate histórico de la lucha de nuestros ancestros y de la generación emancipadora que en la gesta heroica de la independencia luchó para forjarnos una patria libre, soberana e independiente, no solo de imposiciones políticas y económicas, sino también de lazos culturales que nos oprimen y nos niegan desde la época de la conquista.

En un Estado democrático y social de derecho y justicia, regido por principios de solidaridad social y de bien común, de la preeminencia de los derechos humanos, cuya meta es refundar la República, principios constitucionales a los que estamos sometidos todos los ciudadanos y los poderes públicos, no es posible idolatrías y cultos, ni monumentos, ni estatuarias, ni epónimos o topónimos de conquistadores y colonizadores, ni de los Hitler, Musolini, Hirohito, Netanyau, Videla, Pinochet, Sumoza, por ser contrario al orden constitucional y legal de nuestra patria y a los convenios internacionales a los que estamos suscritos.

En el ejercicio de la soberanía y por el respeto a la lucha y resistencia de nuestros ancestros, del heroico pueblo que logro la independencia política, de los próceres y creadores de patria, es necesario que SE SANCIONE UNA LEY QUE PROHIBA toda estatuaria, monumentos, epónimo o topónimo de conquistadores y colonialistas, es la manera de conservar y exaltar nuestro verdadero acervo y patrimonio cultural, rescatar la auténtica memoria histórica y poder lograr nuestra segunda independencia con la revolución cultural, como una garantía de no tener los "pies de barro" como bien decía Mao.



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Eduardo Orta Hernández


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