La felicidad, la vida en socialismo… La vida es sueño

(Estamos en receso de chismes y vanidades políticas. El ambiente está cargado de todo menos de revolución, de rebelión, estamos aletargados y deseamos terminar el año, como todo el mundo, aletargados, atontados, intentando ser felices en las fiestas decembrinas. Cada quién lo hará a su manera, pero nuestra paz decembrina la comenzamos reflexionando de forma existencial, siempre sobre un mismo asunto, porque somos obsesivos, para nosotros no puede ser de otra manera. Después de enero se hará oficial la dictadura de Maduro. Nadie sabe qué pasará el 10, seguro que nada. Pero a partir de ahí comenzará una nueva fase de pugnas entre las facciones capitalistas, en la calle o mediática, que cambiará la cara del país. Demacrada, más dura, seguro rejuvenece envejeciendo a los tiempos de Juan Vicente Gómez. Si no brota otra rebelión política o militar salvadora, de las cenizas de la revolución o de la tumba del Cuartel de la Montaña, perderemos la patria, la nación, Venezuela será de todos y de nadie, será como una meretriz bien buena que todos le meten mano. Pero eso sigue siendo un chisme y nada más)

Hoy pensamos en que la vida humana lo es todo. Después de la muerte está la nada, de esto parte nuestra reflexión existencial. Si expira la humanidad se acabó la película, porque la vida es solo eso, una película… Como dice el poeta, "…un actor que en escena se arrebata y se contonea y que luego desaparece". Sin humanidad no hay película ni actores, ni nada: a esa nada nos lleva la guerra intercapitalista y el "todos contra todos" y sálvese quien pueda. Rusia tratando de derrotar a la OTAN en Ucrania y EU y sionista a agotar a Rusia en Siria, y burlarse del mundo en el Líbano y Palestina… En medio de todo esto, el ser de mirada corta solo lucha por la felicidad, como si tal fantasía existiera.

La vida lo es todo. Y la felicidad es los más abstracto en el mundo de la imaginación humana, está por encima del paraíso cristiano, no existe, ni siquiera en navidad. La felicidad solo existe como nostalgia de una vida pasada. La vida adulta feliz no existe, tampoco la infancia feliz. Lo que llamamos felicidad es la suma de instantes capturados en la memoria y que registramos como "momentos felices"; somos felices por recordar momentos pasados con nostalgia. No obstante, lo que hay es la vida, sin calificativos; una lucha diaria por sobreponernos al dolor de vivir, alcanzando victorias y sufriendo derrotas, trabajando, venciendo obstáculos, intentando perfeccionar nuestro propio método de vida –lo que podemos y deberíamos hacer juntos, porque somos individuos sociales, en eso creo –.

La gente que dice que es feliz, como cualquier neurótico, se auto engaña por un instante, luego vuelve a la angustia de la realidad. Para nosotros los seres humanos vivir es la consciencia de estar vivo y las pulsiones de la vida misma que nos estremece de un lado a otro, eso ha sido tema principal para el pensamiento moderno hasta hoy. Todavía el hombre no termina de vivir en equilibrio entre el control racional y sus deseos, su consciencia y sus instintos; entre la forma y los impulsos, el cosmos y el caos. Así es la tragedia humana, buscar siempre el punto medio perfecto para no caer, como el volatinero… Y nosotros creemos que el socialismo es el ambiente material y espiritual ideal para ese equilibrio vital, necesario, sobre todo ahora frente al caos, a la anarquía del capitalismo y su ejército de demonios. Además, en el socialismo se puede nivelar el desarrollo del individuo y el desarrollo de la sociedad. De esto se trata nuestra locura existencial.

Si acaso existe un hombre feliz éste lo sería de cara al reto de vivir y de saber que va a morir sin remedio, el acto de consciencia de estar vivo superando dificultades, esquivando la muerte. Pero el tonto que a todo le sonríe, que todo lo complace, que se cree bueno, sin saber cuán malo y perverso es, el pasivo que todo le calza, tanto la guerra como la paz, no es feliz, es tonto,… o es un pícaro mercachifle, o sea, otro tonto.

Ni siquiera Elon Musk es feliz, en su angustia por expandir más su imperio, su poder y su fortuna. Tampoco hay poetas felices, como uno ve por las redes sociales. La poesía no hace feliz a nadie: nos hace más sabios, nos hace más lúcidos, más trágicos, más miserables, pero nunca felices. El trabajo artístico, en general, justifica una vida digna, pero así mismo se la traga. La belleza, que para muchos es felicidad, está ligada a la vida con todos sus goces y dolores, a su verdad, al conocimiento, no a la felicidad; un tonto que se cree feliz no produce nada, no crea nada, se place en querer lo que quiere todo el mundo. Lo más parecido a un tonto feliz es un consumidor pasivo de estupideces, modas, conductas… y un mercachifle, que es otra clase de tonto. Es igual con los que justifican sus pecados y sus fracasos en su fe cristiana, se aferran a la fe en un ser inexistente para no ver el lado oscuro de sus vidas, son felices hasta que les explota el corazón o enloquecen. Es preferible vivir y morir cerca de la verdad.

El socialismo puede ser el ambiente ideal para criar seres humanos inventores de utopías, sin esta compulsión por las cosas materiales y viviendo al día persiguiendo fantasmas, prefiero seres humanos conscientes, creadores, con miradas de águilas, capaces de ver lejos o más allá del hueco sin fondo de las insatisfacciones materiales, seres que sean capaces de civilizar todo lo que toquen sus manos, de humanizar el lado destructivo de la vida como lo hacen los poetas y los verdaderos artistas, humanizar la compulsión egoísta y materialista del capitalismo, último instinto destructor de vida –de la propia vida y de la propia especie que lo creó –, trazando las líneas principales de su negro corazón en una obra, como un alerta para generaciones futuras de la maldad humana, educando al prójimo.

Si queremos cambiar la sociedad hay que empezar por querer la vida misma, tal y como se nos ofrece, dificultosa, dolorosa, como una encrucijada moral que nos obliga a pensar, a resolver el enigma y así poder avanzar, para poder superar los estorbos del hambre, la ignorancia, la intemperie y la enfermedad. Aprender a vivir en sociedad sin menoscabo del desarrollo personal, cooperar y respetar, conscientes de que sólo en sociedad puede la humanidad trascender el tiempo presente, sujetar la pugna entre los instintos disolventes del animal humano y su instinto gregario de someterse a la norma social, y ver si persistimos como especie. Es decir, si no nos salvamos todos de forma racional, humana, inteligente, amorosa, no se salva nadie, así es la vida.



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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