Pacto de gobernabilidad y desarrollo en Venezuela

El presidente Nicolás Maduro y sus cercanos colaboradores, funcionarios, familiares y amigos, están claros en que en Venezuela entramos en una profunda crisis de gobernabilidad. Ni él está en capacidad de seguir gobernando, como tampoco, o mucho menos, el pueblo está dispuesto a seguir siendo gobernado por él y su gabinete, que no necesariamente son chavistas, ni socialistas, tal y como han demostrado los hechos.

Ahora bien, debemos estar claros en que nada de esto significa que él esté dispuesto a allanar caminos para ser relevado y haya un cambio de poder, ni entre chavistas, ni entre las diversas oposiciones. Todo lo contrario. El presidente Nicolás Maduro está ocupado en hacer malabarismo para mantenerse él y sus cercanos en el poder, tanto de la República, como del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

Este es el escenario de la más caótica situación previa a las supuestas y esperadas elecciones presidenciales del próximo año 2024: corrupción generalizada y manifiesta con descaro, tanto de la mayoría de los funcionarios del gobierno que preside Nicolás Maduro Moros, como de los opositores que han hecho de este oficio un lucrativo negocio; boicot, bloqueo internacional y robo de activos de la nación, como CITGO, cuentas en bancos de EEUU y Europa, oro en bancos como el de Inglaterra; dolarizaron y pérdida de soberanía económica venezolana, impuesta de hecho y de derecho por el gobierno de Nicolás Maduro; clientelismo y manipulación política, con todos los poderes constituidos al servicio del gobierno hegemónico y de sus intereses particularísimos y crematísticos que han devenido en mayor corrupción, desconfianza o descreimiento en toda institución y sus representantes; liquidación de los derechos laborales, violaciones constitucionales de todo derecho y el sentido de progresividad, con la congelación de salarios por debajo de la canasta básica alimentaria; control social y administración de la crisis impuesta desde el gobierno como mecanismo para manipular desde la pobreza y miseria, que impidan que la población se empine y yergue sobre sí misma, distraída la mayoría nacional en sobrevivir, a costa de rebusques, dádivas y miserias a cuentagotas, con bonos que desde el gobierno se reparten de manera focalizada en la población; ventas sin ninguna auditoría, sin control y seguimiento y sin rendicición de cuentas por parte del presidente Nicolás Maduro, de recursos minerales, energéticos, tierras raras, bienes y valores de la nación, como oro (arco minero de Guayana y otras minas en territorio nacional), plata, hierro, acero, aluminio, petróleo, gas, carbón, coque, bauxita, coltán, plutonio, madera, etc. En fin, Venezuela es un país con inmensas e inconmensurables riquezas, cuya desgracia ha sido la voracidad y latrocinio de propios y extraños, muchos de los cuales se escudan en que el país está en crisis por el "bloqueo internacional". Y con esta inmensidad, hemos tenido también una gran carencia de liderazgo sobrio, culto, consolidado y honesto.

La verdad verdadera es que del lado chavista, desde la aparición de la figura del Comandante Hugo Chávez, la mayoría de los liderazgos quedaron eclipsados, lo que derivó en que después de él no había otro líder de relevancia del lado chavista y de las oposiciones ninguno ha alcanzado un liderazgo capaz de nuclear a la mayoría nacional en torno a una propuesta viable y democrática, de gobernabilidad y desarrollo nacional.

Desde el campo de la izquierda venezolana, primero por petición del Comandante Chávez, luego, por inercia y tolerancia, cargamos con el fardo de una persona sin formación política y profesional sólida, mucho menos, con cualidades de liderazgo, además de ser muy inclinado a la mentira, el cinismo y manipulación. Y desde la oposición, el festín de traiciones intestinas, de individualidades y egos carentes de liderazgo, han devenido en una atomización de oposiciones y bloques de poder económico, que en nada han enrumbado una oposición que se presente como alternativa de cambio de gobierno democrático. Y entre éstas atomizaciones opositoras hubo quienes forzaron y aún lo hacen, para que el gobierno imperial de EEUU y sus aliados intervengan bélicamente, invadan a sangre y fuego y nos tutelen cual colonia, con la burda excusa de salir dizque del socialismo y del chavismo.

El asunto es que en Venezuela -más allá de las aproximaciones inconclusas del Comandante Chávez y el liquidado Plan de la Patria- nunca hemos tenido ni un Estado, ni ningún gobierno socialista o bolivariano.

Y con el presidente Nicolás Maduro, hemos pasado de resistir los ataques imperiales, a la entrega de la soberanía nacional, con mayor profundización del capitalismo voraz y anárquico, en medio del gobierno más corrupto y jamás visto en la historia republicana, que hace ver (apoyados en la desmemoria colectiva) a los gobiernos de Páez, sus sucesores y los de la IV República, como mejores o menos malos que el presente de la V República.

La situación, además de ser crítica en lo económico, político y social, se resume en el siguiente escenario: la mayoría de los venezolanos rechaza el gobierno de Nicolás Maduro y está dispuesta a salir de él y, por carambola, del chavismo; la mayoría nacional siente frustración ante los grupos políticos opositores, por cuanto son tan corruptos en su mayoría, como lo es el gobierno de Nicolás Maduro; la mayoría nacional rechaza y desconfía de la FANB, por todos sus actos de corrupción y de privilegios descarados; la mayoría de los venezolanos son víctimas y desconfían del poder judicial, corrupto e inoperante; la mayoría nacional no confía en los cuerpos policiales, por ser corruptos y matraqueros; la mayoría nacional desconfía de la jerarquía eclesiástica de los católicos, por asumirse más como militantes político partidistas, que como pastores o guías espirituales, amén de los escándalos y experiencias de abusos sexuales, como la pedofilia; la mayoría nacional desconfía del sector empresarial venezolano, por estar involucrado en todo tipo de tentativas de corrupción, como los negocios de banca de segundo piso, la legitimación de capitales, lavado de activos, empresas fantasmas o de maletín, la sobreexplotación laboral y el estrangulamiento de la economía familiar por sus productos y servicios.

Con este dantesco escenario, urge un acuerdo o Pacto de Gobernabilidad y Desarrollo Nacional, cuyos actores principales sean los trabajadores, el chavismo de base, los líderes políticos de izquierda y de derecha, empresarios dispuestos a reimpulsar la economía e inversionistas privados de capitales foráneos dispuestos a invertir para ganar ellos y los venezolanos como asiento de sus capitales, en donde nos comprometamos, entre otros fines, con:

  1. Liquidar inmediatamente la corrupción en todos los espacios de la vida nacional y perseguir, sin prescripción de ningún tipo, a todos los corruptos que, de una u otra manera, se han enriquecido ilícitamente, en los últimos veinte años;
  2. Establecer sueldos y salarios dignos, al mismo tiempo que el combate con la inflación y que éstos se correspondan con la profesión, oficio, misión y funciones del trabajador, de manera estimulante, progresiva y gradual, que ayude a aborrecer y enfrentar cualquier tentación de corrupción;
  3. Ordenar y reestructurar todas las instituciones del Estado, jerarquizando la efectividad y el trabajo productivo;
  4. Apartar de la actividad política, funcionarial, de cargos burocráticos del Estado y devolver a todos los miembros de la FANB a sus funciones y oficios propios de la vida militar;
  5. Disolver inmediatamente todas las policías municipales y la Policía Nacional Bolivariana, para dar inicio a un nuevo modelo y funcionario policial, con otro perfil, otras condiciones salariales y socioeconómicas que eleven su estratificación social y su desempeño policial;
  6. Desplazar los tres grandes centros de poder existentes; Tocorón, Altamira -Las Mercedes y Miraflores, e inmediatamente consolidar los cinco poderes públicos del Estado que contempla la CRBV, con nuevos agentes de cambio dentro de la sociedad plural y diversa;
  7. Educar en todos los niveles y espacios de la educación y de los trabajos, la nueva cultura de la honestidad como valor esencial a alcanzar entre todos los venezolanos;
  8. A partir de la separación real de poderes del Estado, hacer efectiva la rendición de cuentas sobre todo el patrimonio nacional e ingresos por todas las riquezas materiales, energéticas, minerales y de tierras raras.
  9. Reestructurar y reimpulsar todo el sistema educativo, en correspondencia con el Plan de Desarrollo Nacional;
  10. Reestructurar y poner en servicio diáfano, transparente e inmediato, a todos los niveles del poder judicial;
  11. Reestructurar inmediatamente todo el sistema carcelario del país y modernizarlo con sentido pedagógico y productivo;
  12. Restaurar los derechos laborales, la progresividad de los derechos, las relaciones contractuales y constitucionales de todos los trabajadores;
  13. Desdolarizar la economía nacional y recuperar la soberanía económica, a partir de la babelización financiera y monetaria, con estímulos especiales que hagan atractiva la combinación de monedas extranjeras como el yuan, rublo, euros, dólares pesos, etc., en combinación con el Bolívar, además del manejo de criptoactivos sólidos y emergentes en el mercado económico mundial;
  14. Acordar un Plan de Desarrollo Nacional, a corto, mediano y largo plazo, con el mayor consenso y participación de todos los sectores de la vida nacional, que se centre en la generación de felicidad individual y familiar, desde la producción y el desarrollo nacional.

Salir del presidente Nicolás Maduro por la vía democrática y constitucional es una gran ganancia, en tanto y en cuanto, no caigamos en saltos al vacío, sin entregar el poder a cualquier iluso irresponsable que esté tramando entregarnos al verdugo del Fondo Monetario Internacional (FMI), privatizar la educación universitaria vender PDVSA y empresas estratégicas del Estado, o, a cualquier extremista visceral que pretenda convertir la República en el asiento de bases militares estadounidenses como colonia suya.

El presidente Nicolás Maduro podrá ser todo lo que sabemos que es, pero bobo no es, aunque luzca como distracción esta faceta. Él sabe cómo aprovechar las debilidades de las oposiciones y hasta ahora los ha llevado a su juego y los ha destrozado internamente. Igualmente, él se ha encargado de anular toda diferencia y disidencia dentro del chavismo, no sólo acusando de traidores a los chavistas honestos que lo desenmascaran, sino también, sacándolos de toda estructura o radio de influencia política y social. Pero, si todos, sobre todo, con el chavismo como principal actor y aliado, buscamos la unidad nacional sobre la base del Pacto de Gobernabilidad y Desarrollo, no sólo caería Nicolás Maduro y sus acólitos ladrones, sino que, fundamentalmente, enrumbaríamos el país por la senda del progreso y desarrollo.

Dr. Luis Pino

@l2pino2



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Luis Alexander Pino Araque


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