Callada y hechizante

La fuerza de La Inercia

Martes, 09 de mayo de 2023.- Un momento, dirá algún físico o física, ¿cómo que la fuerza de la inercia?, si la inercia es quietud, sosiego, tranquilidad, paz, falta de movimiento, es el estar estáticos ante otros cuerpos que se consideran en movimiento.

Empezamos mal, el título es erróneo, está mal planteado y quizá tengan razón, pero yo no soy físico, aunque me encanta la física, su estudio y su lógica, a pesar de los extraordinarios esfuerzos del sistema educativo venezolano, en la época en que estudié bachillerato, alocada acción por hacérnosla odiar, con malos pensum de estudio, mala metodología de enseñanza y aprendizaje y muy pocos buenos profesores, quienes brillaban por su ausencia.

El récipe perfecto para rechazarla y menospreciarla por una aproximación errada y una ignorancia heredada.

Y parece que aun la situación permanece en ese estatus de limbo oscurecido y de indiferencia conceptual.

Pero yo no soy físico y me arriesgo, porque así lo decido, a plantear algunas ideas sobre la inercia generalizada, sobre todo en el ámbito social, que nos arrolla y nos somete a su falta de movimiento casi eterno, con una febril energía contagiosa nos arrastra a quedarnos pasivos, sin querer estarlo.

A permanecer echados viendo la vida pasar frente a nuestros ojos.

Y ante una situación general apremiante, que exige lo mejor de todos nosotros para superarla, nos quedamos estáticos, nos posee la inercia.

La silente y seductora inercia.

Afortunadamente no a todos, pero si, a un alto porcentaje.

Definirla de por sí, acarrea un gran esfuerzo, que ella, la inercia no está en disposición de aceptar, va en contra de su naturaleza, no me definan, dice, no me precisen, señala, no me analicen, quédense tranquilos, acéptenme tal como soy y zambúllance en mis aguas soñolientas y placenteras de quietud eterna e improductiva, dejen estar, como dicen algunos gallegos.

Es la constante y sempiterna lucha del hacer y del no hacer.

Con victoria casi segura de la segunda.

Es contagiosa, arrolladora y seduce con un encanto casi silente, propio de las de su tipo, la quietud de la inercia mantiene una influencia constante sobre el ser humano que puede paralizarlo, arrollarlo, sin que se dé cuenta.

Y los que se acobijan bajo su influjo, tarde o temprano pagan las consecuencias de tan bizarra asociación.

Callada y hechizante.

Cuidado con ella, observémosla a distancia, sin acercarnos mucho, para no ceder a sus influjos.

Ah, inercia, tan hermosa como peligrosa, aléjate, pero no demasiado, déjame verte y cuidarme de tu influencia que observo por todos lados, extendida como el aire, necesaria como el oxígeno y peligrosa como la peor de las drogas.

¿Quién no se ha visto seducido por su encanto, por su fuerza?, aquel que lo crea que lance la primera piedra, como dijo el carpintero de Nazaret.

La fuerza de la inercia puede apoderarse de nuestra voluntad de poder y llevarnos a una paralización generalizada, peligrosa y lacerante.

Cuidado con ella, no nos descuidemos ni caigamos bajo sus encantos.

Al toro que es una mona, decía un viejo navegante.



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Luis Enrique Sánchez P.


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