4-F, una mirada retrospectiva

Era yo, como decíamos entonces, un "chamo" provinciano de unos 19 años que llevaba casi tres esperando y aspirando un cupo en una universidad para continuar estudios superiores, cuando como la mayoría fui sorprendido por ese militar desconocido que salió en la tv asumiendo la responsabilidad del golpe contra el corrupto gobierno adeco de Carlosandrés.

A pesar de la admiración natural que generó en todos la osadía con la que ese hombre derrotado asumía la dirección del golpe, lo que quedó grabado en el colectivo fue aquel prometedor "por ahora" que era el mensaje más que claro a los gobernantes de que esto no se queda así. Y la gente lo entendió y lo asumió.

Desde el mismo "caracazo", febrero 89, reinaba la convulsión política en el país y el golpe de Chávez, de aquel 4F, sólo vino a acentuar la crisis que se vivía. Entre los políticos de oficio el que mejor lectura y mayor provecho sacó de esto fue uno de los más viejos y conservadores, Rafael Caldera un socialcristiano que ya antes había gobernado también y que después de tantos intentos fallidos, subido oportunamente en la ola de Chávez, volvió a Miraflores. El avezado político a pesar de haber acertado a las primeras de cambio y sacar ventaja política de la aparición del teniente coronel golpista, repitió la historia de sus antecesores en Miraflores, esa de seguir defraudando los anhelos de redención del pueblo.

Pero lo que pareció condenado, desde el día después del 4F, fue el gobierno adeco de carlosandrés quien junto a su partido (AD) comenzó un proceso progresivo y sostenido de decadencia y en menos de una década pasó de ser el partido más poderoso que por tres décadas rebasó el poder que significaba el control de las instituciones públicas y la hegemonía sobre los poderes del Estado, todo ello apalancado en el manejo y control hegemónico sobre la descomunal riqueza petrolera que desde mediados de los 50 generaba el petróleo. Apenas el partido COPEI, llegó a disputarle a los adecos la Presidencia de la República en dos ocasiones, llegando apenas a acercársele de muy lejos a la hegemonía y control del poder que de facto tuvieron siempre los blancos, desde que se instauró el modelo de "democracia representativa" en Venezuela.

Mientras uno de los políticos más carismáticos de la "democracia", Carlosándres Pérez, se hundía junto a su partido, a los meses del golpe terminaría enjuiciado y destituido de la Primera Magistratura, la cárcel para Chávez y su proyecto fue una época de consolidación de un proyecto político que trascendía el estamento militar y los arrebatos de jóvenes oficiales patriotas que anhelaban un cambio profundo.

Durante esta etapa además de los partidos del estatus quo que se fueron en picada, también se desmoronaron proyectos que enarbolaban las banderas de la izquierda, pero que la realidad de los tiempos indicaba que nunca tuvieron ni los más mínimos vestigios de revolucionarios.

Así hace treinta años, con esa primera intentona militar fallida, comenzó el entierro de un modelo de hacer política. Modelo que funcionó en base a una supuesta alternabilidad democrática, que con el tiempo fue develándose como la conveniencia de quienes ostentaban el poder de permitirse compartir la tajada entre ellos, mientras el pueblo cada día tenía menos opciones de recibir beneficios que la democracia le ofertaba recurrentemente. En esta lógica, por supuesto que las fuerzas armadas tenían su papel, pero los niveles de descomposición eran tales que sólo grupos verdaderamente selectos se beneficiaron.

Muchos poderosos incluso supuestamente hastiados de la descomposición de los partidos y de los gobernantes se identificaron con el Chávez primigenio que fungió de acusador de un sistema político corrompido, donde imperaba la desigual, la injusticia y la exclusión de grandes mayorías.

Nadie duda que la génesis de la Revolución Bolivariana fue aquel fallido golpe del 4F y que le abrió una ventana a un militar progresista desconocido que con el paso del tiempo y con la conjugación de las más diversas circunstancias fue capaz de nuclear en torno a sí a hombres y mujeres que soñaban con cambiar un país que a pesar de sus riquezas y de su potencial, padecía las carencias y los desequilibrios propios de la tan cacareada "democracia" que después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos se empeñaba en imponer en su área de influencia del mundo.

 



Esta nota ha sido leída aproximadamente 929 veces.



Carlos Luna Arvelo


Visite el perfil de Carlos Luna Arvelo para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Carlos Luna Arvelo

Carlos Luna Arvelo

Más artículos de este autor