No bastan buenas intenciones, hay que demostrarlas

A veces nos perdemos de tanto filosofar, erramos el camino y las consecuencias las paga el pueblo, el más sufrido, la clase trabajadora, aquella que suda para obtener el salario que le dará el sustento a su familia.

La política no es más que el logro de objetivos que se proponen los gobiernos en todos sus niveles para satisfacer las necesidades colectivas. Si muchos gobernantes se sentaran a reflexionar en eso obtendrían los resultados maravillosos de una buena gestión de gobierno.

Resulta que no hay nada nuevo que enseñar, desde el 15 de marzo de 1946 cuando el General Isaías Medina Angarita instituyó el voto secreto, directo y universal, que le permitió a hombres y mujeres mayores de 18 años elegir desde el Presidente de la República hasta el representante de la comunidad (Consejo Comunal) han transcurrido 75 años de ese aprendizaje, del comportamiento de cada uno de los que han aspirado la primera magistratura, gobernaciones, consejos legislativos estadales, municipios y concejalías de todos los 335 municipios de la geografía venezolana.

Con esto quiero decir que un líder político debe encarnar todos los valores positivos para ejercer cualquier cargo de la administración pública y no dejar en entredicho su nombre como funcionario público por no cumplir con lo prometido en los programas de gobierno que elaboran cada vez que hay elecciones y tienen que presentarlos ante el Consejo Nacional Electoral (CNE).

No les da pena que su nombre lo arrastren como personas incapaces y corruptas que se apropian de los dineros de todos los ciudadanos que pagan sus impuestos y de las riquezas que producen las empresas del Estado. Ven la política como un negocio, como la forma de enriquecerse y no como el apostolado del ejercicio del poder para el beneficio de las comunidades, que se traduce en el grado de eficiencia y eficacia que debe mostrar un servidor público ante sus conciudadanos.

El comportamiento inadecuado de los políticos en oportunidades anteriores y en el presente debe dejar como moraleja a las nuevas generaciones que aspiren a ser gobernantes que su objetivo principal es servir al pueblo, que no deben arrastrar los vicios de quienes han desperdiciado las oportunidades de darle la "…mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política" a los venezolanos, que no piden caridad, si no que le den la confianza para seguir cumpliendo con el deber cívico de asistir a las urnas electorales y sufragar por el bienestar de todos lo que habitan esta tierra bendita.

En fin, todo candidato debe mirarse en el retrato de los que han utilizado el poder para dejar un camino de corruptelas, que las detesta, que el pueblo lo detecta, los y castiga. Los jóvenes deben entender que sí asumieron el trabajo político es para hacer realidad el pensamiento de Bolívar plasmado en el Congreso de Angostura el 19 de febrero de 1819. De esa memorable fecha han pasado más de 200 años, en los que cada generación de venezolanos han clamado para que se haga realidad la proclama del Libertador, y debe ser la "Generación de Oro", declarada por el Comandante Supremo Hugo Chávez, la que dé el ejemplo y trace la ruta de la honestidad en el ejercicio del poder, como lo está realizando el Camarada presidente Constitucional, Nicolás Maduro Moros, al hacerle llegar al pueblo los pocos recursos que llegan, a pesar del bloqueo económico al que nos ha sometido el imperio gringo y sus aliados de la Unión Europea, . "Cosas veredes Sancho"

 

 

 



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1107 veces.



Omar José Hernández Borges

Ingeniero Industrial. Máster en Agroecología y Desarrollo Endógeno.

 omarhdez78@gmail.com

Visite el perfil de Omar José Hernández Borges para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: