Mi palabra

La reconversión no sirvió para atacar al gobierno, muerte de Baduel la utilizan por costumbre

"Cuando un comerciante no es un felón, es un salvaje"

Baudelaire

Después de haber implementado el gobierno la nueva reconversión, para tratar de evitarle dolores de cabeza a todo el mundo, quitándole el engorroso trabajo de utilizar una caravana de ceros, hasta para pagar una cajita de fósforos, y además facilitar el movimiento en las operaciones por medio de la tecnología; me he conseguido con sorpresas en muchos de los sitios, a donde llego a comprar, y me gozo una y parte de la otra, porque me viene a la memoria el alegre temperamento de un bodeguero, a quien todo el mundo conocía por Amparito; vivía muy cerca de mi casa materna en el Tigre –Anzoátegui– nadie le ganaba una, y en todo el barrio se escuchaba la comparación de amigos o vecinos, con el comerciante por lo usurero ¡Te pareces Amparito por lo lochero! ¡Fulano de tal, es, más lochero que Amparito!

La reconversión llegó, pero sin la respectiva locha, moneda muy popular en mis años de mozo, y relativamente servía para comprar algún producto para paliar una inoportuna hambre callejera, como el popular "pan de a locha" el mismo "pan francés". Algo parecido sucedió en estos lados de los llanos occidentales, cuando arreció la crisis y lo más barato en la calle para paliar el apetito desesperante, con bostezos prolongados, eran los cambures llamados popularmente "los quita ruidos". En ese inevitable forcejeo entre comerciantes y consumidores, se hizo necesario la reconversión para trasladarnos al pasado, sin necesidad de la locha, y menos, cuando nos metieron el dólar por los "ojos"; una especie de gato encerrado, el cual niegan los economistas al servicio de los Estados Unidos, cuando todo el mundo sabe que, ahonda la dependencia económica con el coloso del norte.

En la primaria nos enseñaban a manejar los céntimos, como verdaderos maestros; por mí parte, tuve la oportunidad de hacer, como dicen ahora un "master" en un abasto de un comerciante, quien aprendió a defenderse de todo el que llegaba, y dejó para quienes lo conocieron tantas anécdotas que sirven para escribir un libro. Todo lo aprendió de un tío, que, lo único que le faltaron eran alas, para que no lo agarraran y se deleitaba contando un pasaje propio de una persona, con un vuelo mental muy elevado y de paso pícaro: "En cierta ocasión llegó un joven, recomendado por un compadre, y apenas se arrimó al mostrador agarró unos granos de caraotas y los mecía con el puño cerrado, al preguntarle ¿Qué sabes hacer? ¡Todo! respondió, finalmente le dijo que, volviera después. Apenas se fue el muchacho le pregunto: ¿Tío, qué paso, lo necesitamos? Rápido le alegó con el rostro contrariado ¡Ese, es, más peligroso que un borracho! ¿Cómo? ¡El borracho amanece enratonado, y el jugador buscando el desquite, ese, es un jugador de dados!

Esta clase de comerciantes desaparecieron; la mayoría se sometían a las ganancias en céntimos, pero daba para vivir y muchos se enriquecían; pero, como todo cambia, menos la usura, el robo descarado en perjuicio de la gran mayoría, ahora los tenemos adaptados a la tecnología, aun, cuando muchos se quieren hacer los desentendidos, porque a la hora de las equivocaciones las hacen a su favor y de paso, los indispensables "puntos" de cobro, si, antes se prestaban para que jodieran a los compradores, por lo pequeño de los números, imaginémonos ahora, cuando todo lo quieren redondear, y los argumentos le sobran para montar en la olla al que no recuerda o no sabe nada de céntimos, porque todo era en millones y miles y de esos encontramos bastantes, incluso con títulos universitarios.

El dólar, antes de la reconversión subió, después bajó, pero los precios especulativos no pararon su alza, y de esto no dicen nada opositores, oportunistas, comerciantes, usureros; pero, apenas se produce algo que, lo pueden explotar, como un temblor, le sacan punta y rápido se lo achacan al gobierno, con los argumentos más absurdos. El caso de la muerte del general Isaías Baduel, por contagio del Covid-19 lo están utilizando para no perder la costumbre. Apenas se conoció la muerte, aparecieron los artículos en ráfagas cargadas de odio, como los comerciantes pendientes de la fluctuación del dólar. Uno de los más inmorales, capaz de incitar a matar: Oscar Heck, no esperó mucho, con un coño atravesado, directo se lo endosó al gobierno, porque, es imposible que haya sido por el COVID. En el mundo van más de 239 millones de casos, y lamentablemente han fallecido casi 5 millones y entre esos muertos se encuentran personas de distintos extractos sociales, credos, afiliaciones políticas y aquí en Venezuela, el gobierno ha sufrido los rigores de la pandemia, pero los enfermos de odio contra el gobierno, se asemejan tanto a los comerciantes que, le venden el alma al diablo, con tal que la ganancia sirva para seguir mintiendo.



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Narciso Torrealba


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