Juana Petra, te escribo desde aquí, tú sabes dónde estoy, desde el conuco que es mi vida y lo único que tenemos. Te escribo un poco triste pero aferrado a la esperanza. En realidad no es triste lo que estoy, es rabia lo que cubre mi ser.
Juana Petra, Hoy cuando los años me atropellan y la injusticia abunda, te escribo para reafirmar junto a ti como siempre, el compromiso con la patria, con los pobres de esta tierra maltratada y sonriente. Aún recuerdo aquellas imágenes del periódico -periódicos clandestinos por cierto- Imágenes del Che sin camisa, sudoroso y carretilla en mano, acarreando bultos en el muelle Sierra Maestra del puerto de la Habana, o pegando bloques de cemento en una construcción y la famosa foto con su cara ennegresida de carbón cortando caña con una combinada cañera. Pero no eran poses para la prensa aquellas fotos que inspiran un amor profundo por los trabajadores, no carajo, era trabajo rudo y jornada completa, que aún siendo ministro y principal bastión de la revolución Cubana, realizaba de manera frecuente. Él creó el trabajo voluntario. Como olvidar aquellos recortes de periódicos que en horas de conversación pasaban de mano en mano entre los compañeros del liceo. Y así ingresé a las filas del movimiento revolucionario. Esas imágenes marcaron mi postura por siempre.
Qué paradoja Juana Petra, hoy cuando somos nosotros los que protagonizamos una revolución, tan solo veo a mis ministro y líderes en unos camionetenos y rodeados de escoltas. Dígame el sobrado constituyente que dice representar a Biscucuy.
Como quisiera ver algún alcalde, gobernador o ministro, fajao machete en mano rejendiendo pajonal para sembrar un conuco. Pero no, son puro buche y pluma, si acaso posan al lado de un obrero o un campesino simulando un trabajo que jamás realizan. No saben lo que es sudar bajo un ardiente sol, no se han embadurnado las manos de tierra mojada por la lluvia, ni de grasa en talleres bulliciosos y oscuros.
No, Juana Petra, Así no se construye patria, ni se hace revolución alguna. Con sifrinitos al frente de tamaña tarea. Y que no me vengan con el cuento de traición a la patria, que ya de esa cabuya tenemos muchos rollos. Desde aquí, desde abajo, desde el conuco y la fábrica seguimos resistiendo como siempre, como lo ha hecho el pobre hoy más empobrecido por erradas políticas y el asedio imperial.
Palabra, Juana Petra, te lo juro, que duele ver fotos, de regordetes dirigentes saliendo de sus groseras y acaudaladas casas en samarras camionetas que algún imperio fabricó, mientras nosotros nos batimos en la arena para conseguir un litro de combustible para poder echar a andar la desmalezadora y limpiar el conuco. No se entera el ministro que un machete o unas botas de goma bordean los seis melones cada uno y lo peor es que son dólares los que hay que desembolsar.
Cómo no sentir rabia Juana Petra, si en mi revolución, nuestra revolución, si los dirigentes y nuevos ricos desfilan a los ojos del pobre, camionetas lujosas cuyo valor pudo haber saciado el hambre de centenares de familias. Y lo peor es que nos restriegan en la frente la bolsa Clap que recibimos.
Finalmente Juana Petra, y por eso te escribo, quiero decirte que el compromiso de lucha que asumimos hace bastante tiempo, debemos reafirmarlo. No dejemos caer esta construcción de patria nueva, aunque para ello haya que echar a tanto compañero farsante, arrimado a la brasa del poder para hacerse de riquezas que no le corresponden.
Toribio Azuaje
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