¿Juan Guaidó o Lorenzo Mendoza, a quién prefiere Maduro como vocero opositor?

Días atrás, en vista que desde los distintos medios a través de la cuales se ha venido expresando la confrontación ente el grupo Mendoza o La Polar y el gobierno, no se percibían ni señales de humo, corrió una información según la cual ambos contrincantes habían acordado “fumar la pipa de la paz”. Se dijo que unos personajes vinculados particularmente a la señora Cilia Flores habían intercedido y propiciado varias reuniones en Miraflores que terminaron en el típico acuerdo de “no te metas conmigo que yo contigo no me meto”.

Y en verdad, las cosas habían transcurrido con la normalidad que significa que “La Polar”, al mismo ritmo que marcaba dólar to day la relación dólar-bolívar, subía sus productos si no con la anuencia, si con el sepulcral silencio del gobierno. Ella subía y en Miraflores se hacían los musiues o se ponían a silbar iguanas. Es más, eso estuvo asociado al mismo período que Tareck El Aissami, cual Houdini, se escapó y ni se dejó ver, oír ni sentir como para que no le hablasen de “Precios Acordados”.

Del habitual lenguaje y discurso de los defensores y publicistas del gobierno, desaparecieron las palabras “Polar”, ni siquiera para aludir a los polos terrestres y “Mendoza”, para evitar asociaciones. Se procuraba que entre La Polar y la familia Mendoza, ni siquiera se pensase y menos dijese, “no nos nombraron pero nos enseñaron el tramojo”.

Uno no sabe si aquel acuerdo secreto fue verdad, pero de lo que no hay duda es que las circunstancias anteriormente descritas si se dieron. Por ejemplo, en el programa de Mario Silva, el de “La hojilla”, en todo ese tiempo no se dijo nada que a ese apellido y empresa aludiesen. Hasta Pascualina Curzio, quien cada vez que puede maneja cifras relacionadas con Polar para demostrar como esa empresa ha recibido dólares preferenciales del gobierno y como produce y vende, dejó de asistir o Silva dejó de invitarla.

Pese Silva había estado invitando con frecuencia a la Curzio para que expusiese sus opiniones contrarias a los monetaristas que dictan la política monetaria del gobierno, pareció llegado un momento, así lo imaginamos, es elemental, que eso debió empezar a disgustar allá arriba. Las opiniones anti monetaristas de Pascualina alentaban la lucha por el salario a los propios chavistas que creían ver, por ese discurso, a Maduro atado por aquellos demonios y había que rescatarlo. Entonces, no sé si por eso, pero también asociado a eso, la tantas veces citada economista dejó de ser invitada a “La Hojilla” o no apareció con la frecuencia de antes. Había dos motivos para eso, para que no hablase a favor del aumento de salarios, contra el monetarismo, que es lo mismo, y de paso contra los Mendoza.

Pero se nos vinieron encima dos cosas, una prevista, esperada con angustia de lado y lado y otra no tanto, pues se pensaba que se podía quedar allá en China por esa capacidad de los asiáticos para cercar a cualquier chivo.

Llegó el Covid o el coronavirus con todos sus avatares. La oposición empezando por Trump, Pompeo y Elliot Abrams, sacaron sus cuentas, estadísticas, el ritmo de crecimiento de la pandemia adonde había llegado, malos pronósticos basados en que nuestra red hospitalaria está en estado deprimente, y concluyeron que antes de mediados de abril la mitad de nosotros estaríamos muertos, una cuarta parte muriéndose y el resto deambulando por el hambre. ¿Y en ese Estado, quien no habría de apoyar una cruzada humanitaria financiada y dirigida por ellos y al frente de la misma Guaidó para instalar un gobierno de transición para toda la vida?

Pero esos planes fracasaron. ¿Quién iba a pensar que a esta altura Venezuela fuese quizás uno de los países con menos contaminados y muertos por el virus? Muy pocos. Entonces no se dio lo que soñaron, como que el virus no tumbó a Maduro.

Y mientras Maduro desplegaba su estrategia y tomaba los espacios para combatir el virus, Guaidó y los suyos optaron por entrar en una exagerada cuarentena que incluyó cerrar lo boca y como aguaitar por un huequito, a esperar el momento que todo se derrumbara para salir corriendo a apoderarse de todo espacio y cosa abandonados. Y esos sueños no se les dieron.

Mientras Guaidó se desvanecía, encerrado y mirando desde su huequito, Maduro tomaba aliento y se hacía fuerte como nunca antes.

Tanta fue la desgracia del presidente interino que, intentando salvarse, se vio obligado a ofrecer 100 dólares mensuales a cada trabajador de la salud envuelto en la lucha contra el virus que son todos, lo que sería restarse y hasta auto flagelarse, porque esos reales los tenía destinado a otra vaina y porque en definitiva, como ya se nota, ni podrá cumplir con lo ofrecido. Y lo que es peor, eso tampoco le sirvió para rescatar lo perdido de lo que poco que quedaba. Mientras tanto, la pandemia arrasaba a EEUU y obligaba a Trump a concentrarse en ella, tanto que casi tomó insecticida, para que no les reste oportunidad de ganar las elecciones. Y en los barcos donde vendrían los invasores la pandemia hizo de las suyas.

Pero mientras se combatía contra el virus, se nos vino lo sí esperado, el 1° de mayo. Este es un recordar de luchas obreras, contratos colectivos conculcados, salarios retenidos y ahora por aquello que de subirlos es estimular la inflación, lo que tampoco a esta para; recordar que muchos obreros creen que este es un gobierno obrero y los del gobierno interesados que ellos eso sigan creyendo. Es fecha propicia para exaltar la idea que el centro de la lucha en Venezuela, contra el imperialismo, es entre el Poder Mendoza y Miraflores, lo que antes los publicistas del gobierno han tratado de imponer, mientras según los comentarios, ambos poderes habían firmado una tregua.

Entonces como Guaidó es un gallo muerto en medio de una gallera que es todo un desorden y un desequilibrio de personalidades que puede estallar en cualquier momento, y estando el primero de mayo encima y las habituales expectativas de aumento salarial forzado, porque algo hay qué hacer para no perder la credibilidad, Mendoza optó por manejar su mejor carta, tirar para arriba todos los precios. ¿Habría razón alguna para no hacerlo? Si se calientan en Miraflores y vuelve el bombardeo ya habrá forma de volver a la paz de antes, porque lo necesitan para seguir enterrando lentamente a Guaidó como van o como lo llevan.

Conste, no estoy diciendo que entre Maduro y Mendoza hay un pacto, una concertación formalizada, para hundir a Guaidó, que implica por simple accidente, pues a este eso ni le lleva ni le trae, joder a la clase obrera quitándole de antemano lo que habrán de aumentarle y después también, sino “que lo parece”.

El show de “los precios acordados”, acordados con nadie por lo que nadie les para, pues para eso Mendoza ya estableció la pauta, “yo no he firmado nada”, dijo; la escena de Tareck rodeado por unos enmascarados cuyos nombres nadie sabe, parecieran formar parte de ese acuerdo. Falta se repita lo de antes, dentro de unos días nadie hablará de “precios acordados”, Mendoza no lo hará del gobierno, menos intentará tumbarlo porque en eso anda Guaidó y Maduro olvidará las palabras Mendoza y Polar, pronunciadas en ese video tan divulgado de ahora que, como antes también se halló en las redes. No habrá más comentarios en boca de quienes despachan en Miraflores y tampoco desde los medios oficiales.

Toda esa trama, donde Mendoza termina copando el espacio opositor, para después de lograr su propósito aquietarse, favorece a Maduro, pues en cada escena, Guaidó desciende más hacia el fondo de su fosa (Ojo, la política).


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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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