Toby Valderrama, ya no siembra granos de maíz

"¡El creyente es cualquier cosa,

el hipócrita es la mitad de cualquier cosa,

y el infiel es menor que cualquier cosa!"

Las mil y una noches

Una amiga, asidua lectora, profesora jubilada, comprometida hasta los tuétanos con el atacado proceso bolivariano; en días pasados tuve un breve diálogo con ella a través del teléfono, el cual parece la vía más inmediata para comunicarnos en estos momentos, a pesar de todos los contratiempos. En medio de la conversación salió al ruedo los escritos de Toby Valderrama, y en segundos la educadora empezó a referirse a este escribiente, y lo primero que le escuché con rabia y desilusión: "Tronco de embarque a resultado este señor; yo lo recomendaba leerlo ¡y mira en lo que ha caído!" Terminamos de hablar, y creo que la amiga se quedó recordando la columna de Valderrama –el grano de maíz–como todo aquel, que anda enfrentando al imperialismo, y de repente su compañero de camino empieza a repetir las baboserías de Guaidó.

Leer al Toby, en estos momentos, me recuerda al destacado actor italiano Vittorio Gassman al dejar una frase para reflexionar: "Es un error de Dios no haber dado al hombre dos vidas: una para ensayar y la otra para actuar" Tan precisa, es, esta expresión en la vida de millares de personas, que de saberla y pensarla, pueden seguir por el camino escogido al devolverse, como cualquier oveja descarrilada, pero por lo menos deben recordar algo de su pasado y no caer en el mismo charco, donde los enemigos de clase, y muchos desclasados hacen un festín al atentar contra la patria sin ninguna vergüenza y menos moral.

En la vida de cualquier revolucionario o persona progresista, al voltear o dar cualquier paso por muy corto y lento, con o sin razón siempre lo conduce al otro extremo de la circunferencia –180º grados– o lo que se conoce popularmente a la acera de enfrente. En días pasados, el amigo Toby, en un artículo se lanzó una al estilo Guaidó: ¡Necesitamos un gobierno de salvación nacional! * tan lleno de ambigüedades anda el recordado sembrador de granos de maíz, que da la ligera impresión que, por mucho abonarlos terminaron ahogados entre agua y tierra o quién sabe, si, por falta de los dos componentes de la tierra.

Por algo dicen, que la desesperación es mala consejera. A las pocas horas, Toby o Tobías, siguió botando lo poco que le quedaba de las semillas que no sembró, como el que echa veneno en un rastrojo para borrar cualquier rastro de su antigua ocupación, para después marcharse a culpar el simiente, la tierra, y el agua, sin sentarse a pensar de las condiciones, cuando le tocó sembrar, y del factor principal del fracaso de muchas actividades en nuestro país, como es el imperialismo, con todo el poder para frenar y desilusionar a todo aquel, que no entienda el arsenal militar, acompañado de una maquinaria comunicacional capaz de transformar serviles asesinos, en potenciales candidatos, hasta convertirlos en presidentes, como sucedió con Carlos Andrés Pérez.

Ahora, Valderrama Antonio Aponte, el mismo del (grano de maíz) presenta sus últimas migajas secas en un artículo* (Los saqueos son contra Maduro, no contra Chávez) como para terminar de largar la hoz; pero además con un odio, de esos que van germinando, hasta terminar cegando a un consecuente orientador con argumentos sólidos, en un personaje muy ducho en cuestionar para seguir en la misma procesión dirigida por la última versión de brujo Donald Trump, y achacarle todo al valiente Presidente Nicolás Maduro, quien se encuentra enfrentado al todo poderoso imperialismo y sus títeres –como dice un amigo: "Dios me libre de hacer ese papel"– más todo aquel, que no entiende dos bases fundamentales para poder continuar con la carabina en el hombro con dignidad: una cosa es la teoría y otra es la práctica.

Las expresiones lanzadas por el pensamiento de un arrepentido casi nunca se pueden recoger, hasta convertirse en disparos sin puntería, y quien si tuvo el tino necesario para acumular esos desatinos de infinidades de personas fue el ilustre Miguel de Cervantes, para luego dejarnos un brillante pensamiento: "Es tan ligera la lengua como el pensamiento, y si son malas las preñeces de los pensamientos, las empeoran los partos de la lengua."



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Narciso Torrealba


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