Todos estamos felices

"Sobrevivió a la pelagra en Persia, al escorbuto en el archipiélago de Malasia, a la lepra en Alejandría, al beriberi en el Japón, a la peste bubónica en Madagascar, al terremoto de Sicilia y aun naufragio multitudinario en el estrecho de Magallanes"

—Compai ¿Y quién digo eso?

Lo que le faltó fue decir que se había salvao de este gobierno revolucionario.

Aunque todavía no se sabe, porque mientras sigan montaos en el coroto se lo pueden llevar a uno por los cachos. Con las ganas que le tienen a uno, todo es posible.

—Eso lo escribió aquel colombiano que se ganó el Nobel y que puso a la gente a bailar cumbia y vallenato por aquellas tierras.

—Ya. Yo pensé que era algún venezolano de los que han salio huyendo de estas tierras sin Dios, o de los que nos hemos quedao aguantando las mil y una.

Porque qué plagas de Egipto ni qué ocho cuartos. Estos chavecos son pior que las langostas, pasan y arrasan.

—Ya está usted quejándose. Yo me dije no me voy a quejar más.

Desde ahora en adelante le voy a ver la cara positiva a esta situación. Solo voy a tener una actitud positiva.

Y todas las mañanas apenas me levanto decretó un mar de bendiciones y prosperidad a todos los de la cuadra y más allá.

—¿Y le ha resultao?

—Están por verse los resultados. No hay que desesperarse.

Todos tenemos como veinte años esperando la Venezuela potencia y la recuperación económica ¿por qué no esperar un rato más para ver los resultados de los decretos que yo hago cada mañana?

El optimismo por delante. No hay que desalentarse.

Mire que la gente se pone entecá con esa actitud negativa que tienen.

—Mire a la comadre como se puso, parece un fideo. Se secó de puro pensar en lo que está pasando.

—Lo ve, no hay que perder la fe.

Porque de seguro que este país está predestinao a recibir muchas bendiciones y llegar al mar de la felicidad.

—Dios lo oiga compai. Y nos ampare a todos nosotros.

Compai, ¿Y qué lo hizo cambiar de actitud?

—Bueno, muy sencillo. Me puse a ver unos programas de la venezolana de televisión.

—¿Y compró televisor nuevo? Porque el suyo se había quemao en un bajón, cierto.

—Muy cierto. Pero fui a la casa del primo y me di cuenta que ese hombre es feliz.

—¿Por qué?

—Ná guará, se la pasa viendo todo el santo día el canal que le menté. Y ahí todo es lindo y bello. Me reencontré conmigo mismo después de ver dos horas de la programación.

¿En qué país he estao viviendo yo? Me pregunté. He estado equivocao todo este tiempo. Tenía los ojos vendaos no viendo todo lo que hace nuestro gobierno y presidente trabajador por el pueblo. Ese hombre es una bendición para este país y su gente.

Usted ¿ha visto el esfuerzo que cada día hace ese hombre para que estemos mejor?

—Desgraciadamente no lo he tenido cerca para verlo.

—Todo es un engaño. Y no voy a nombrar a quienes nos engañan para no enturbiar la felicidad en que nos encontramos. Vade retro.

Yo desde ese día me levanto con alegría. Con un nuevo ánimo, con esperanzas de que vamos a conseguir una verdadera generación criptonita. Que cualquier día de estos nos vamos a encontrar todos juntos cantando loas al obrero presidencial.

No hubo ningún apagón. Esas son políticas de acercamiento familiar que está implementando nuestro gobierno del obrero presidente, porque esas tecnologías del imperio alejan a la gente.

—Compai ¿usted se ha estado reuniendo con los muchachos de la esquina?

—Esa es la generación de relevo, la que hará más grande este país.

Tenga esperanzas porque un día de estos salimos de todas cosas que son solo males menores y necesarios, en comparación la alegría y las bendiciones que nos esperan con este gobierno revolucionario.

Tenga fe y esperanza.

Y le dijo: Por ahora, apriete.



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Obed Delfín


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