Presagio

Algo está por ocurrir en nuestra amada Venezuela, hambreada, sin medicinas, sin luz, agua e internet, sin vida casi. Algo pesado, tenebroso, pesa sobre las cabezas del madurismo como el presagio de su caída inevitable. Y no es el informe Bachelet, ni el decreto de Obama, la cosa viene como de adentro, del Gobierno mismo.

Tal vez está muy cerca, mas de lo que podamos imaginarnos, podría ser este fin de semana o podría ser hoy mismo, así son los presagios. Pero sea lo que sea está aquí, lo sabemos, puede respirarse por todas partes: en los entornos del desgobierno, en el chabacano programa «Con el mazo dando», en las abultados panzas y vehículos 4x4 de los enchufados, en los crepusculares mostachos de Maduro y, hasta en el andar torvo de los Constituyentes.

No hay duda de que algo aguarda en las entrañas del apocalipsis nacional. Ciertamente, todo parece tranquilo (quizá resignado) pero podría saltar de improviso. Hoy mismo, por ejemplo, las paredes de Miraflores comenzarían a palpitar como si estuvieran vivas y el madurismo comprendería que ha llegado su hora, que no podrá seguir sacrificando la naturaleza ni entregando nuestra soberanía, ni creando misterios acerca de la deuda externa que heredaremos a nuestros nietos, ni habrá mas ANC para consumar marañas anticonstitucionales. Ese día Nico (alias Maduro), verá acercársele por un pasillo un guiñapo rojo como empujado por el viento y, cuando el guiñapo está muy cerca, verá que se trata de una lista de detenidos, que se arrastra reptando, brincando; una cosa siniestra que rueda por los pasillos proyectando espasmódicos chorros de sangre.

Diosdado preguntará a Padrino: ¿Qué tienes ahí? ¿Un grano?, y verá que la carne de Padrino se hincha, se resquebraja un poco, se entreabre, y en el fondo de la grieta aparece un tercer ojo, un ojo siniestro y peludo con la cara de Pinochet.

Diosdado mismo sentirá que algo le raspa en la boca, mirará en un espejo y verá con horror que su lengua se habrá convertido en un enorme ciempiés vivo, que agitará las patas y le arañará el paladar. Querrá escupirlo, pero el ciempiés será una parte de si mismo y tendrá que arrancárselo con las manos.

Y aparecerán multitud de cosas para las que habrá que buscar nombres nuevos: el ojo peludo, el nuevo CNE, los proyectos vivientes, etcétera.

Luego de un sueño intranquilo en su diván, Jorge se despertará en camisa de fuerza dentro de un cuarto de hospital para enfermos mentales, donde los locos están evaluando su contacto con la realidad.

Esa mañana, al entrar en su oficina Tiby descubre que ésta ha sido tomada por los proyectos de nuevas organizaciones; los mismos se han escapado de las gavetas donde ella los tenía confinados por orden de Nico. Intentará escapar, pero la puerta estará trabada y las inefables entidades avanzan hacia ella murmurando siniestramente: "venimos por ti Tibisay, el pueblo quiere mas democracia".

Cuando todo esto ocurra, veremos a las cúpulas maduristas y a las autoridades del PSUV correr desesperados con horribles monstruosidades en sus cuerpos y llevándolas con ellos, con la boca abierta y su lengua-insecto batiendo las alas. Por muy poco que dure esto habrá saltos de talanquera, los voceros del desastre se exiliarán aterrorizados en Turquía y a Michael Moreno no se le volverá a ver ni el polvito.

Pero mientras llega este día el hambre y los apagones continúan dominando el horizonte de la entristecida Venezuela y continúa la guerra por privilegios entre las bandas rivales que nos niegan el derecho a la vida. Ninguno combate contra los altos precios ni contra el desvío de recursos o la corrupción. Es el crepúsculo de la democracia; primero la "Patria", o primero el "cese de la usurpación"; después ya veremos, dirán.



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Oscar Henrrique Fuenmayor Quintero

Licenciado en Educación, mención Matemática y Física, Universidad del Zulia.

 oscar.fmyor@gmail.com

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