El salario inflacionario y la llegada de Mayo

—Paisano, leyó que hay aumento de salario.

—Algo de eso leí. Pero le voy a decir una cosa. Hoy fui a comprar un jabón, porque para eso es que queda uno para muchacho de mandado, de esos que hay que llevar el envase y ya estaba aumentado. Desde el sábado a hoy ya le habían arreado su buen aumento.

—A broma, y yo que estaba esperando el aumentico para comprar un litro de eso.

—Vaya pensándolo bien, porque cuando el aumento le llegue creo que no le va a servir para nada.

Porque si usted no se ha dado cuenta, el aumento salarial es, como dicen esos economistas, un factor inflacionario. Anuncian un aumento de sueldo y los precios se disparan como alma que lleva el diablo.

—Así mismo es. No pueden oler que van a aumentar el mocho sueldo cuando ya todo está más caro.

—Y después sale el fulano a decir que ese es el mejor sueldo del mundo. Que nadie gana tanto en el mundo como gana la gente en este país, que decir país es una exageración por esto es un arenal de miseria.

Y le voy a decir una cosa más, aunque usted no me está pidiendo mi opinión.

—Claro que sí paisano, arrease con esa opinión que estoy dispuesto a oírlo.

—Bueno, mire que ya mayo llegó y ya hay un gentío medio mortadela con la diarrea y el vomito. Y un salario de esos con aumento incluido no alcanza para comprar unas pastillas para los parásitos, menos para un suero.

Tengo entendido que ya en la frontera están levantando unas paredes, porque no vaya a ser que la jedentina llegué más allá.

—Eso es muy cierto, le cuento que mi suegra casi pasa para el otro lado, se salvo porque un primo tenía encaletadas unas pastillas para los parásitos.

Ahora no hay cómo pagarle el medicamento. Y el hombre anda preocupado por eso.

—Este mayo se ve feo, en verdad. Hambre, miseria y diarrea no son buena combinación. E imagínese usted que le dé a uno una puntada a medianoche y con ganas de ir al baño y no haya luz.

Porque en la oscuridad y con diarrea no debe ser fácil.

—Paisano y cómo se compra el papel sanitario, si el precio está por las nubes. Nadie tiene en la casa papel sanitario y si lo tienen lo tienen para algo muy delicado. Y con una descompostura eso no dura mucho.

—Usted lo ha dicho. El aumento leí que viene para no sé cuando, eso está lejos cuando de diarrea se trata. Si puede fié unas pastillas para la diarrea, aunque ahora no hay bodegas, esas se acabaron.

Yo no sé para que el fulano aumenta el salario, si más bien la gente se asusta con el aumento, porque sabe que lo que viene es candanga con burundanga después de cada aumento.

—Paisano, y usted ha pensado irse para otro país.

—Como le dije hace rato, si uno se va se va para un país, no para otro; porque tenga en mente que esto ya no es un país. Da dolor decirlo pero esa es la verdad. Y puede ser que más de un nacionalista se ponga bravo, pero esas es la pura verdad.

No pienso irme, porque fíjese el otro día quise ir al centro y tuve que irme caminando porque no tenía para el pasaje. Cómo pago un pasaje para fuera, qué vender no tengo nada.

Acá los que quedamos lo que andamos es realengos, menos los del alto gobierno. Esos que tienen todo el siglo mandando y comiendo cochino frito con arepa. Aunque deben andar asustados porque se les va a acabar el coroto.

—Usted, cree que ese aumento alcance para algo.

—Lo dudo, debe durar lo de aquel en un chinchorro. Imagínese que lo anunciaron un viernes por la tarde y ya el sábado a primera hora amaneció todo aumentado.

Alegría de tísico y en estado terminal.

Imagino que usted pensaba comprarse algún carro de agencia con ese aumento o irse a conocer algún continente.

—No para tanto, las ilusiones se acabaron hace rato.

—Ese ha sido el trabajo de esos, por eso es que los llaman los dañeros. Lo que saben hacer es puro daño a la gente. Y se regodean mientras se sonríen.

Aunque en estos últimos días andan con la cara larga inventando cada día más mentiras. Pero ya nadie les cree.

Lo veo más tarde, que voy a buscar una media manita de camburitos pintones que me ofrecieron, cuando se maduren veremos que les pasa.

Y por ahora apriete.



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Obed Delfín


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