¡El Pueblo tiene la culpa! La venta del efectivo

 

Cuando reclamaba a un oficial de la fuerza armada por cobrar por colear a vendedores de gasolina en una estación de servicio, éste me respondió tranquilamente que el pueblo tenía la culpa. Desde luego que me molesté, en primer lugar porque nada justificaba lo que hacía, pero más porque consideraba que el pueblo no tenía la culpa, pero cada día que pasa estoy más cercano a la afirmación de que “cada pueblo tiene el gobierno que se merece".

 

No, el pueblo no tiene la culpa, pero el pueblo tiene mucha culpa. En décadas pasadas, por mucho menos de lo que actualmente ocurre, el país ardería por los cuatro costados, el pueblo no se calaría a la “República Mafiosa de Venezuela”, pero en el presente han logrado la complicidad de importantes contingentes del pueblo en las relaciones mafiosas-gansteriles que caracteriza al Estado y la mayoría calla o solo se manifiesta de manera anónima o entre pequeños grupos, mientras,  dirigentes políticos como el gobernador de Amazonas reconocen públicamente que las instituciones del Estado no están haciendo su trabajo, pero a pesar de la gravedad de lo que ocurre no llama a una movilización del pueblo para obligarlos a que cumplan.

 

Hace poco hacía cola en el Banco de Venezuela de Puerto Ayacucho, me habían informado que un día antes estaban entregando tarjetas de débito sin restricciones. Fui a solicitar mi plástico después de casi un año sin lograrlo tras respuestas recurrentes de “No hay”, “Ayer se entregaron 10 y no sabemos cuándo se volverán a entregar”, “No hay línea”.  Por otra parte, aprovecharía para cobrar 50 soberanos, una cantidad envidiada en otros estados, y averiguar si me llegó por fin un cheque devuelto por falta de sello de una institución que lo emitió hace siete meses.

 

Llegué a la cola de la tercera edad a un cuarto para las cinco de la mañana,  una cola en la que se veían todas las edades, discapacitados que no lo estaban y embarazadas con vientre más plano que candidata a Mis Universo, además de muchos bebés. No sabía si ese día habían cambiado condiciones para hacer la cola, porque en la República Mafiosa e Impredecible de Venezuela todos los días inventan algo nuevo y uno se entera en  medio de los acontecimientos en pleno desarrollo. No sé cuántas personas estaban delante de mí, a eso de las ocho de la mañana me entregaron el número 378, pero habían colas paralelas; tras de mí a las 8 de la mañana había una cola de gente bastante más larga que delante, no sé hasta dónde llegaba porque el final se perdía doblando una esquina, la cola rodeaba la manzana donde se ubica el banco y seguía hacia otra manzana, nunca había visto tanta gente en la cola de la tercera edad; hacia el otro lado del banco la otra cola, la “normal”,  era igual o mayor pero más desorganizada; más adelante, en mi cola, en las cercanías del banco habían tumultos y filas paralelas y cuando uno pedía explicación de ellas las autoridades afirmaban que no los dejarían pasar; mi esposa hizo su cola el día anterior para retirar también su plástico y 50 soberanos, llegó a las 6  de la mañana y después de presenciar varias trifulcas, regresó a las 6 de la tarde, logró cobrar. En mi caso las cosas parecían estar mejor organizadas. Nos marcaron los brazos con marcador para asegurar que no éramos coleados, habían “voluntarios” ordenando y dando toda clase de consejos y a veces hasta nos regañaban por no hacer la cola de manera perfecta para evitar coleados, afirmaban a viva voz que “un coleado podía hacer la diferencia entre cobrar o no al llegar a la taquilla si se agotaba el efectivo”; en ocasiones los voluntarios mostraban su energía justiciera sacando de la fila a coleados y así se ganaban la confianza de nosotros, el problema era que después de cruzar la esquina acercándonos al “horizonte de sucesos” donde uno mostraba las marcas en los brazos para recibir el número y avanzar a la cola siguiente, previa a la cola de la entrada del banco, que era previa a la cola para dirigirnos a la cola de la taquilla dentro del banco, caíamos en cuenta que las marcas no eran respetadas, los “voluntarios” eran parte de la mafia de estafadores que actuaban de modo similar a la estafa de “¿dónde está la bolita? con cómplices para dar confianza a los que caen en tentación de apostar. Esos “voluntarios” eran vendedores de puestos, los coleados que habían sacado de la fila eran también parte del la mafia y la Guardia y la policía se hacían los desentendidos, aunque debo decir que un oficial de la guardia y una policía fueron muy respetuosos conmigo cuando prácticamente los insulté mientras les reclamaba por su aparente pasividad ante los estafadores; la policía dentro del Banco también se comportaba respetuosamente.

 

¿Porqué han crecido tanto las colas en los bancos para cobrar efectivo? La respuesta es obvia pero muchas veces incompleta. Un amigo me decía que el gobierno promovía este caos entregando solo 10 ó 50 bolívares soberanos en lugar de entregar completo el monto que el pensionado o el ahorrista requiere y ésto parece a primera vista que es cierto, pero no es así. Imaginemos que una familia de bachaqueros de billetes  --porque eso son la mayoría de los presentes en este nuevo tipo de colas-- tiene un ingreso por cualquier motivo, de 1000 soberanos y el banco les entrega los mil soberanos de una sola vez, ¿bien verdad?, ya no tendrán que volver al banco, las colas se reducirán grandemente, pero recuerden que son bachaqueros, estafadores, vendepatria, traidores, en el mejor de los casos inconscientes que buscan pan para hoy y cada día más hambre para mañana --y somos testigos de que así está ocurriendo-- inmediatamente los venderán ganando entre 600 y 800%, pongamos 700% y así en la cuenta ahora tendrán 7.000 soberanos para sacar al día siguiente y 49.000 para el tercer día y 343.000 para el siguiente y así sucesivamente. La gran cantidad de bachaqueros  bombearían el  efectivo nacional en pocos días para afuera para que la gran mafia que nos saquea compre con nuestra propia  moneda y no con dólares los productos subsidiados, los materiales estratégicos y el oro. ¿Y cuál solución aplica el gobierno? ¿Golpear a las mafias? No, y sabemos porqué no puede o no quiere, la solución que se le ocurre para controlar el apetito desbordado de las grandes mafias oficiales que finalmente pasan el efectivo a Colombia es jodernos a todos los que no bachaqueamos, con 10 soberanos máximo de retiro en la mayoría de los estados del país, o 50 soberanos por ahora en Amazonas o 100 para los pensionados a los que prometió el pago completo.

 

De esta manera los bachaqueros (y nosotros) solo pueden retirar hasta 100 soberanos diarios (cincuenta en la mañana y cincuenta en la tarde) que se convierten en 700 el mismo día en su cuenta bancaria al venderlos, incorporan a los niños para marcar y cuidar puestos y duermen en las colas. Una familia bachaquera con cuatro miembros adultos puede cobrar en banco 400 soberanos y convertirlos en 2800 diarios que por seis días de banco a la semana son 16.800 y al mes les dará un ingreso de 67.200 soberanos. ¿Cómo les mejora este ingreso el gobierno para que no sigan bachaqueando dinero? ¿Con más promesas?

 

Sí, es verdad, el dinero en banco para pagar por punto o transferencia es más barato y hay artículos y servicios que solo se consiguen en efectivo (como un pasaje interurbano) y pareciera que es desventajoso vender efectivo por fondos en banco, pero cuando alguien cobra por su trabajo o por los bonos lo hace por medio de depósito en su cuenta y esta es la que incrementan aunque nos dejen a todos cada vez con menos efectivo disponible.

 

Sin embargo, esto no explica porqué el efectivo parece escasear más de lo que  se esperaría si solo se tratara de usarlo para comprarnos el contrabando, parece que el retorno por ese concepto no es suficiente. ¿Porqué se acumula en grandes cantidades en Colombia sin aparente uso y no solo en manos de grandes mafiosos, también en pequeños negocios? Parecen comprar mucho más de lo que necesitan. En estos días es más frecuente encontrar billetes de cien mil, antes de entrar en vigencia el nuevo cono monetario era un lujo hacerse con más de veinte de esos, los almacenes de billetes viejos los están renovando. Sin duda la operación de retener miles de millones de bolívares en Colombia es muy costosa y alguien la está financiando,   deben haber pocas explicaciones para eso, a mí se me ocurre solo una, la guerra económica en el frente internacional, nadie me ha sabido dar otra que sea convincente. La guerra económica interna ya sabemos cómo y porqué es así y qué complicidades tiene con la externa, si no fuese por esas complicidades donde participa desde el pueblo desempleado hasta los más altos funcionarios, la guerra impulsada por factores externos no tendría mucho que hacer con la compra de billetes. Sea como sea, los grandes perjudicados somos nosotros.

 

 

 

El monstruo de la corrupción lo liberaron los que desde el gobierno afirmaban que en socialismo no hay corrupción y que lo que estaba ocurriendo (con la corrupción generalizada) era un a redistribución de la riqueza. Sí, el tipo de redistribución que la “izquierda” capitalista frustrada apoya para justificar su paso a la nueva oligarquía, corrupción, saqueo de recursos naturales y destrucción de infraestructura productiva, no una redistribución basada en el trabajo generador de verdadera riqueza para el país, constructor de medios de producción.

 

Gran parte de la nueva oligarquía corrupta se salvará en una cada vez más amenazante guerra, con gran parte de su familia afuera (a estos no los llaman lava-pocetas) pero nosotros y los pendejos que se han sumado a la destrucción del país mediante el bachaqueo no se salvarán de sus consecuencias.

 

 

 

 



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Íñigo Narvaiza


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