¡La Literatura de la Guerra no es un juego!

No es suficiente con que uno, el que produce algún tipo de información, repita hasta el cansancio una cosa para que se tomen estos avisos como advertencias de inminente cumplimiento si en lo contrario no se actúa.

Por ejemplo, cuántas veces hemos dicho por este medio que en una guerra la primera derrotada es la verdad? Pero de qué sirve tanta repetidera si llegada la guerra, en efecto, sea la verdad la primera pasada al pelotón de fusilamiento? De nada, porque apenas serviría para llenar una cuartilla de gamelote, sólo útil para satisfacer la necesidad de disparar el máuser de palabras contra la humanidad de la exhortación.

En este sentido, no ha habido nada en una guerra que no tenga sentido ahora o en el futuro, para cobrar réditos en algún momento del combate.

De esta manera en una guerra los buenos tienen gobiernos, tienen democracias; mientras los malos tienen régimen, regímenes. Les suena conocido?

En Venezuela se instaló desde casi 20 años el adjetivo régimen para identificar al gobierno que se inició en 1998 con la asunción al poder del Comandante Chávez. A partir de allí unos lo usan para desprestigiar a los gobiernos del chavismo y otros lo usan para reírse de esta aparente inocentada de los opositores, que cuando pronuncian la palabra rrrregimen parecen sumarle unas cuantas erres adelante para que el énfasis la haga más macabra.

Instalado en el imaginario colectivo internacional el uso de este término acarreará consecuencias crueles al momento de armar un expediente en la mente de la llamada comunidad internacional, la cual (comunidad internacional) no deja de ser otro eufemismo, ya que todos sabemos que en esos dos términos se resume la presencia de la OTAN y sus aliados.

Consecuente con lo anterior, quien ejerce el gobierno en el gobierno de los buenos es un gobernante, un presidente, un primer ministro, un demócrata; mientras que en el gobierno de los malos el poder lo ejerce un tirano, un dictador, un dictadorzuelo, etc. Les suena conocido?

En el gobierno de los buenos ocurren masacres, genocidios, errores calculados, ya por último fosas comunes y falsos positivos. Ah pero estas son consecuencias normales que ocurren en las guerras, por lo que a eso hay que ponerle un nombre que convenza a la gente que no se trata de crímenes. Entonces qué mejor que identificarlos como daños colaterales? Ah, pero ya va, una cosa, en el gobierno de los malos suceden, aún no sucediendo, grandes genocidios por lo que a esos gobiernos hay que denunciarlos en los tribuales internacionales por cometer crímenes de lesa humanidad, o sea crímenes contra toda la humanidad. Qué es, pues, ese expediente tiene que ir bien documentado y no le debe faltar ningún folio. Les suena conocido?

Una cosita más, en los gobiernos de los buenos se producen movimientos migratorios, que son gente que se mueven por placer de un país a otro, por demás normal en un mundo globalizado. Pero los mismos movimientos, incluso menores, que se producen en los gobiernos de los malos reciben el nombre de diásporas, para dar a entender que se trata de grandes oleadas poblacionales que buscan refugio en otros países porque el suyo propio ha sido destruido. Les suena mucho el nombre de diáspora últimamente?

Finalmente, en los países donde gobiernan los buenos cuando hay crisis los mismos reciben ayuda financiera de entes como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otros, quienes se instalan en sus territorios y asumen con el bondadoso Presidente, las riendas de la economía y de las finanzas del país “ayudado”.

Ah pero cuando se trata de países con gobiernos de malos, a los cuales ya años atrás se le ha venido engordando un expediente internacional, países que constituyen un Régimen, países que tienen por presidente a un Dictador, países a los que se les atribuyen Crímenes de Lesa Humanidad, países con Diásporas alrededor del mundo; bueno, a estos países así definidos lo que les sale es Ayuda Humanitaria, como las de su correlato en Irak, Libia, Siria, Afganistán, etc. Entonces se instalan en ellos la OTAN con todo sus marines a poner orden; luego vienen los contratistas a levantar al país de sus cenizas y el FMI y el BM llegan a financiar los proyectos de reconstrucción y reordenamiento. Y colorín colorao. Les suena conocido todo esto?

La pregunta obligada sería ¿en qué paso de la Literatura de la Guerra estamos en estos momentos en Venezuela?

En la Literatura de la Guerra no hay lugar para la ingenuidad!


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Héctor Acosta Martínez

Profesor Universitario jubilado. Graduado en Historia. Especialista en Programación Neuro-Lingüística.

 elecoeco@gmail.com

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