La ópera de los vidrios rotos y la reunión que preocupa al madurismo

Es evidente que el madurismo salió malherido de las recientes elecciones: la alta abstención y su baja votación son señales inocultables. Además, la descarada extorsión que transformó aquellos puntos rojos de antaño centros de alegría, de música, de mensajes revolucionarios en local de peaje donde culminaba una campaña de miedo, de amenazas, estímulo el egoísmo en la masa, el sálvese el que pueda y como pueda, es señal de la pérdida de mensaje, de poder de convencimiento, de debilidad.

El madurismo está más débil que antes de las elecciones, y tiende la mano buscando la mascarilla de oxígeno. Hay tensiones sociales que exigen una nueva conducción política. Los capitalistas saben que se cruzaron los límites de la gobernabilidad necesaria para su buen funcionamiento, este gobierno no la garantiza. Más allá de la dádiva, que cada día es más difícil, no tiene nada que ofrecer.

Hay una pugna feroz por la conducción política de la sociedad, el madurismo trata de reconstruir el frente político que tantas veces ha pateado. En las últimas elecciones enterró al Gran Polo Patriótico, humilló a sus miembros, sólo se vieron en la tarima una vez, cuando manifestaron su apoyo. Hasta el PSUV fue maltratado, hasta el rojo fue desdeñado, hasta la imagen de Chávez fue usada a última hora como recurso del desespero de unas pobres encuestas. El madurismo convoca, no a los factores chavistas, no al PSUV, sino a los adversarios de cartón. El madurismo recoge los vidrios rotos y el resto lo esconde bajo la alfombra.

Falcón se radicaliza y dice impugnar las elecciones; frente a un cne y tsj sesgados, no tiene chance, pero da una señal de lo solo que está el madurismo. El cielo militar está nublado, las noticias de detenciones abundan, el descontento desborda la contención de la disciplina, es de suponer que allí se condensan opciones de poder. Las masas se agitan en su descontento sin conducción política, no pueden entrar en la disputa, sólo producir desorden de diferentes magnitudes y en diferentes modalidades: cierre de carreteras, protestas por los servicios, saqueos; la alta abstención en las últimas elecciones es señal de su descontento, por ahora pasivo.

Falta ver qué hará la plastilinica mud, o el frente amplio, de ellos se puede esperar cualquier cosa. Puede ser que el gobierno los ignore, puede ser que se sienten de nuevo en Santo Domingo, puede ser que conspiren.

La película recién comienza, el madurismo no consigue recoger los vidrios rotos, la derecha externa no consigue agruparse, crear un frente. Entretanto, la sociedad sigue sin conducción, la alta abstención es una señal de descontento, de vacío político.

El gran ausente es el chavismo, su descomunal fuerza está a merced de los mercachifles de la política que la sienten cautiva, fácil de embaucar, de conducirla a votar guiada por el sentimiento noble de lealtad, de amor al Comandante. Esa fuerza espera por una conducción política, por una vanguardia que le dé sentido a sus luchas, que la convoque a retomar el camino de Chávez. Qué estímulo sería la noticia de una reunión de los chavistas históricos, que de allí salieran indicaciones precisas, una consigna aglutinadora. Ese día el gobierno se preocuparía y la masa humilde se contentaría por el nacimiento de una nueva esperanza.



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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