¡Qué lloradera en vez de mover los remos!

Hay muchos quienes se las dan de maestros pero poco o nada son de esa madera, y lo dicto como sempiterno aprendiz de la vida, yo no sé leer pero me escriben, mas, procuro no nadar en la liviandad de las cosas y de los fenómenos y aunque para mí la piel de todo cuanto existe también cuenta estimo que recrearse en ella es insuficiente y parcializado pues la realidad tiene partes y si uno se atrinchera en una de ellas de manera inexpugnable, de posiciones tomadas ajuro y porque sí, no hace bien, apuesta a que su percepción de la realidad es absoluta y está muy equivocado porque siempre hay algo de toda realidad que no estamos viendo.

De verdades absolutas yo no sé nada, nunca he sabido ni una sola y, en tal sentido, yo inconforme, iconoclasta y hombre sin religión, en consecuencia nunca busco exactitudes sino aproximaciones de lo que eventualmente pudiesen ser las cosas; o dicho de otro modo, que soy o procuro ser tolerante o acaso ultratolerante con las opiniones de los demás y las que respeto o procuro respetar porque de una manera u otra suelo ayudarme a comprender la realidad aproximada de las cosas, es decir que procuro apoyarme en la contradicción para avanzar en la búsqueda de esa verdad aproximada de la que antes dije pero cuando observo que la persona de enfrente es un obcecado fanático de las mentiras superficiales entonces me echo para atrás y lo desecho, eso para mi consideración personal e íntima, pero, cuando me percato a mi modo de ver, que esa persona engaña al pueblo, me veo en lugar de revelarme y enfrentarlo tal como a veces dispongo al respecto de muchos opinadores de la red y en especial de aporrea.org, que se las dan de listos y no son más que -desde mi modo de ver- puros envenenadores del foro, puros llorones, puros sembradores de pesimismo, personas que nunca dejan su bilis en casa sino que la llevan al portal de aporrea y por esa vía hacen, quizá sin proponérselo, una cloaca del portal de aporrea, y que me perdone la directiva de aporrea a la que ciertamente admiro y respeto por abrirse de modo generoso a la crítica general.

Pienso (luego existo) que el escribir (o dictar, en el caso de quienes no sabemos leer) para el pueblo es una alta responsabilidad; coger la vega pa’potrero es irresponsable, es subestimar al lector, es pretender darse bomba.

Tú tropiezas en la vasta red con una mara y un canasto de necedades que dan pena ajena a algunos pero que son asimiladas por muchos que son envenenados, enfermados de irrealidades.

Soy de opinión de que la información apropiada tiene que ver no sólo con la verdad aproximada de la que antes intenté explicar sino, además, con la ética del pueblo.

La mayor suma de datos acerca de un fenómeno afianza la verdad aproximada pero seamos conscientes de que luce improbable saber todo acerca de lo más mínimo, la verdad es siempre relativa, nunca absoluta, al menos así lo pienso; de ahí que esa lloradera de muchos y esa plomazón contra nuestro gran Presidente, Maduro, yo la veo chimba porque tanto tirapiedra no exhibe razón convincente sino puro pellejo.

Desde este punto de observación crítica de la realidad yo le doy mi pro a Maduro porque él ha sido bombardeado de mil y una formas desde que asumió el gobierno de Venezuela pero no obstante él ha comandado en jefe de manera correcta a la FANB que es el ejército más democrático del mundo; ha defendido el derecho al trabajo de todos; ha procurado mantener las misiones y grandes misiones; ha protegido el derecho a la educción de los niños, el derecho a la salud y pare de contar viviendas y etcétera pero, sobre manera, ha logrado imponer la paz no sólo eso sino que en medio del acoso de la prensa sedicente.

Con la experiencia acumulada por Maduro durante estos turbulentos últimos años, creo que una nueva claridad de plenilunio va a asomarse el próximo 20 de Mayo con su ratificación al frente del Ejecutivo Nacional.

Conmino a todos, e inclusive a la base opositora, a sacarse el clavo respecto a sus irresponsables dirigentes y, darle su pro a un hombre que ha pasado por tan amargas pruebas y haberse mantenido sin arrugar; hay que apostarle a la esperanza de paz y desarrollo o arremillarse al saqueo y la esclavitud imperial.

 



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Guillermo Guzmán


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