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España y Venezuela, una triste historia republicana

Venezuela, esta imbuida en un verdadero embrollo jurídico porque el impacto de su política en estos últimos tiempos es grave que podía llevar a nuestro presidente, Nicolás Maduro Moros a un rompimiento con su realidad geopolítica. - Territorial. El delito, nos ha llevado a situaciones muy delicadas y la imagen del país está muy deteriorada en el exterior.

Al país, el Grupo Podemos de España quiere llevarla a un camino del independentismo, pero, hemos fracasado en la implementación de los recursos para mantener una conciencia libre. El pueblo del interior de nuestra República necesita enterarse, de todo lo que sucede en la ciudad capital.

Jamás, debemos ir en retroceso ideológico, menos partidista. Estamos en el tiempo de la ignorancia, pero, apliquemos la misma lógica e interpretemos la ley.

Lo cierto, que aquí, debemos observar un degaste público muy grande. Hay que ir a una reapertura del desgaste ideológico y reformar toda la estructura del Estado que la han violentado para llevarla a un criterio y narrativa completamente comunista, algo que no es nuestro hábito y rutina.

El presidente Maduro, visibiliza un debilitamiento electoral de cierta proporción y nadie lo quiere, gana votos por la maquinaria electoral y las negociaciones a punta de dinero que se hacen y, ahora tiene su propio opositor, algo de habilidad en el ambiente autonómico y los fundamentos de la izquierda unida o, el Gran Polo Patriótico.

El Proyecto Bolivariano, está por el suelo, perdió la ruta y, lo más importante, muchos de sus participantes, no saben nada de política. Aplican el método español del partido Podemos de Pablo Iglesias y los argumentos del gobierno de La Habana.

Una Injerencia lineal sobre Venezuela. El pueblo venezolano ha sido muy benévolo con las huestes comunistas que desean destruir un universo globalizado de la industria farmacéutica e industrial.

«Lo que se nombra adquiere fuerza. Lo que no se nombra deja de existir» afirmaba el escritor Czeslaw Milosz. Podemos se enfrenta a un momento político de pérdida de protagonismo e iniciativa, tal y como confirman todas las encuestas. La tentación táctica es comprensible y puede ser una habilidad política; pero los electores pueden, también, pensar que una organización que debe esconder su nombre y su identidad es un reconocimiento implícito de fracaso político o de falta de confianza en su oferta. O un forzado ejercicio de humildad. De Podemos a pudimos.

Hay quien argumentará que el nombre no hace la cosa y que, como dice Iglesias, no será un problema. Pero el nombre lo es todo. Las marcas son lo más importante de un proyecto. También en política. Como bien dijo el filósofo alemán Walter Benjamin: «El nombre es la esencia más interior del lenguaje». El nombre construye el significado primario y es la puerta de entrada a nuevos significantes. Los nombres dicen mucho más de lo que creemos. Por sus nombres les conoceréis. Y les veo.

Estos días, algunos medios han informado que los dirigentes de Unidos Podemos debaten sobre la visibilidad -o no- de sus marcas originales (es decir, Izquierda Unida y Podemos) en la futura oferta electoral, conscientes de que Unidos Podemos muestra signos de debilitamiento y desgaste político electoral. Pablo Iglesias ha llegado a afirmar que «el nombre no puede ser un problema» en un intento de minimizar la cuestión que, aunque aparcada para el final de la negociación entre ambas fuerzas, sí que aparece como un punto central y crítico del acuerdo final.

Iglesia, sabe que primeramente Chávez y Luego, Nicolás Maduro Moros quebrantaron la unidad partidista de su partido Psuv y que los arrastró a ellos, Podemos desea cambiar de nombre.

El tema tiene su interés. Podemos ha adaptado con frecuencia su joven marca para sellar las alianzas con otras realidades políticas, por ejemplo, en el ámbito autonómico y local. Estas metamorfosis han sido profundas y con resultados desiguales, provocando unas contorsiones de marca que eran reflejo de calculadas ambigüedades o indefiniciones más profundas. Pero ahora el debate vuelve al centro de la discusión estratégica con la negociación con Izquierda Unida.

En Venezuela, sería, Somos Venezuela, un nombre tomado de la esencia política de María Corina Machado. El Psuv, sirve es para recopilar, no es creativo.

A la pretensión de más visibilidad por parte de esta, también emergen con fuerza las voces que plantean una renovación más profunda de la marca o, incluso y en sentido contrario, un desplazamiento -hasta casi la ocultación- de la misma para ofrecer una imagen más centrada y personalizada en los candidatos con mayor crédito. Explorar marcas electorales como, por poner un ejemplo, Lista Errejón, Iñigo presidente o Iñigo por Madrid. Se trata de aprovechar el diámetro electoral de candidatos que superan el de la organización política que les apoya y ensayar plataformas electorales más cívicas que partidarias.

Son los mismo, Zapatero, el fracasado del Psoe, se alimenta de muchas carroñas y en su itirinario ha incluido a Haití, por eso, no les interesa mucho a estos nativos como migrantes en República Dominicana, es una orden férrea de Los Clinton a través de sus ONGs.

No sería extraño este giro y, según los casos, puede ser conveniente. Sin ir más lejos, en la primera irrupción electoral de Podemos en las elecciones europeas, la marca electoral ya fue un 'esténcil' (tan grafitero como activista) con el perfil del mismo Pablo Iglesias. No fue un culto a la personalidad, fue una inteligente y argumentada operación de comunicación política que tuvo su éxito evidente. Ahora la pregunta es: ¿Podemos, como marca electoral, suma o resta a sus candidatos? El debate tiene sentido si se confirma que la marca Podemos está hoy asociada, fundamentalmente, a Iglesias y que el desgaste y deterioro de la imagen de su secretario general no aconseja una exhibición protagónica en la comunicación electoral.

Podemos sorprendió con su nombre y abrió camino a otras denominaciones exitosas que han evitado visibilizar el partido en su identidad: ¡Cambiemos (Argentina), En Marche! (Francia), o En Comú y Mareas en España. Todas ellas han innovado en su denominación buscando verbos y plurales que las acerquen a la ciudadanía activa y las alejen de la rigidez orgánica de los partidos. Un ‘nosotros’ colectivo. La paradoja sería que, muy pocos años después, lo que ayer abrió caminos los pueda, eventualmente, cerrar hoy.

Si nos centramos más en los hechos que en las palabras, podremos discernir si realmente hay una disyuntiva entre independentismo o autonomismo o si más bien solo hay una guerra propagandística para purgar los pecados y, de paso, tener una posición negociadora lo más ventajosa posible. Una vez se soltaron las riendas del autogobierno después de la declaración de independencia, implantar el mandato del 1 de octubre y deshacerse del 155 se puede hacer de dos maneras.

Igual, sucede en Venezuela es el mismo problema de Venezuela y Colombia, Juan Manuel Santos, Nicolás Maduro y Pablo Iglesia representan lo mismo. So comunistas dañinos que no protegen al pueblo, ellos si desean andar en yates y dólares. No en yuanes o rublos.

Delincuentes y esbirros genocidas. Fidel Castro Ruz fue más decente, tuvo que mandar a fusilar a un general acusado de narcotráfico. Pero, el mal sigue presente en sus vástagos, una cuerda de bobos y zombis manipulados por una triste historia republicana.



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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