Comadronas de la barbarie

Invocar la guerra como recurso electoral trae beneficios a los irresponsables, pero también grandes riesgos. La guerra es asunto delicado, despierta el instinto nacionalista, y la frontera entre éste y el fascismo tiene el grosor de un pelo. No es sin consecuencia que un gobierno juega con la guerra, no es un tema que se pueda dosificar como una medicina, al contrario, tiene vida propia, evoluciona independiente de la voluntad y los intereses de los gobernantes insensatos.

Este gobierno pragmático se ha ido agotando en su tacticismo, nada le sale bien. Ahora va a unas elecciones en solitario y no tiene un discurso medianamente creíble. El candidato promete después del 22 de abril prosperidad económica, ¿quién puede creerle? Esa consigna no moviliza a nadie, no emociona, por eso el gobierno recurre a la amenaza de guerra, a la agresión de Colombia y los gringos, y juega con esa posibilidad que él mismo no se la cree. Con la misma facilidad que acusa a trump de todos nuestros males, lo llama a un diálogo, le vende pedazos de Patria a las trasnacionales gringas. Activa así el sentimiento de un nacionalismo burdo, que es base psicológica para el fascismo.

El recurso nefasto de estar invocando guerra con los vecinos ha despertado a los espíritus fascistas del gobierno: pedro carreño, aparece en el programa de la hojilla hablando pendejadas de la supuesta guerra; nos "ilustra" sobre el poderío militar, amenaza a Colombia con hacer escenarios bélicos en su territorio. Junto al locutor que funge de moderador se regodearon imaginando una defensa que no pasa de ser un disparate.

Por otro lado, Julio Escalona escribe sobre la guerra con el insinuante título de "Critica sí. Complicidad no". Alerta la movilización de tropas colombianas en posición de ataque, las movilizaciones de paramilitares y concluye con este párrafo horrible:

El presidente Maduro, el ministro Padrino López y la mayoría de los oficiales y soldados son patriotas. Lo que esperamos es que procedan enérgicamente contra los traidores a la patria enquistados en la burocracia civil-militar, como medida necesaria para la defensa y derrota de la agresión imperial.

Caben dos comentarios.

¿Quién decide cuándo es crítica y cuándo complicidad? En tiempos de guerra eso es peligrosísimo, máxime cuando se habla de "traidores a la patria enquistados en la burocracia civil-militar". Es una invitación a una cacería de brujas. No podemos evitar recordar a Rosa Luxemburgo, víctima del fanatismo bélico de los reformistas que horas antes eran sus compañeros de partido.

El fiscal destructor de PDVSA, que pasará a la historia con ese triste y lamentable curriculum, insiste en reciente rueda de prensa en la tesis de la invasión, ¿está presto para la acusación de traidores a la Patria?

Ciertamente se les fue de las manos esa supuesta guerra que blandieron como artimaña electoral. Desataron el nacionalismo ramplón, abrieron las puertas al fascismo, que seguramente se los llevará por delante a ellos. A estos gaznápiros les tocó el triste papel de comadronas de la barbarie.



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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