La política es de difícil comprensión, solo la historia la desentraña. Desde dentro del torbellino de los acontecimientos políticos se debe realizar un gran esfuerzo para captarlos, y nunca se los entenderá a plenitud. Son comunes las anécdotas de políticos sorprendidos por la rueda de la historia. Ya decía Martí que "en política, la verdad es lo que no se ve"; es necesario suponerla con el análisis. Aquí en Venezuela vivimos el torbellino de la muerte del Comandante Chávez, este periodo aún está lejos de concluir, marca con sangre y fuego la historia. Hagamos un esfuerzo por comprender.
El asesinato del Comandante Chávez fue perpetrado contra el Socialismo, era el primer paso de un plan contra el Socialismo, verlo de otra manera, sin sus relaciones, como si fuese un hecho aislado es ceguera imperdonable.
El capitalismo, con aquel magnicidio, crea una turbulencia en el país en la que tenía altísimos posibilidades de salir triunfante, sabía que no existía un núcleo socialista en la dirección de la Revolución, al contrario, conocía que muchos cojeaban hacia el capitalismo. No se equivocó. El magnicidio, un hecho de guerra claro, fue respondido con un anestésico de la ira popular: las elecciones burguesas. Quien triunfara sería afín al capitalismo. El triunfo de Maduro o el triunfo de Capriles seguro develaría, con diferentes modos, el peligro Socialista.
Y triunfó Maduro, y comenzó la tercera fase de la restauración: el capitalismo internacional tenía el perfil del gobierno, sabía que no aguantaba presión. El gobierno, asustado, llamó a cisneros y a mendoza, se trataba de ganarse el afecto del capitalismo, develar la desconfianza, había que presentarse como un gobierno amigo del capital, lejos del Socialismo. El capitalismo presionó con las guarimbas y salió triunfante, el gobierno llamó a diálogo, los representantes políticos de la burguesía entraron por la puerta grande a Miraflores. El gobierno inventó formulas para favorecer al capitalismo, volvieron las trasnacionales, se abrió la Faja, se entregó el Arco Minero, se crearon los motores de la economía territorios de complicidad con los capitalistas, fluyeron los dólares, se revirtieron las nacionalizaciones…
Pero los capitalistas internacionales no estaban contentos, no terminaban de aceptar a los renegados. No los convencía ese "capitalismo con rostro chavista", no aceptaban ni siquiera la imagen de Chávez, el capitalismo debía ser capitalismo franco, sin apellidos, sin Chávez.
El gobierno, sus asesores extranjeros, encontraron la fórmula que creen mágica: pacto con los partidos de la burguesía, aislamiento de los violentos de derecha, persecución a los Revolucionarios y un chivo expiatorio del Chavismo. No podían atacar a Chávez, al gobierno del Comandante, pero podían emprenderla contra una de sus figuras. Y fue así como descubrieron al Ministro Rafael Ramírez, responsable de PDVSA, siempre al lado de Chávez, fácilmente asimilable en el inconsciente con la figura de Chávez. Allí comenzó la operación fina de atacar a Chávez atacando a Ramírez. Lo acusan de corrupto pero, y aquí viene la trampa: ¡desde los años de Chávez!; destruyó a PDVSA desde el gobierno de Chávez; tiene un primo corrupto, debía ser su cómplice, con el mismo raciocinio Chávez debía ser cómplice de Ramírez; tiene familia corrupta, Chávez también debía tenerla... Y así, con una técnica de yuxtaposición cumplieron su papel, atacan a Chávez sin nombrarlo, se desligan del Comandante, lo hacen en la figura del Ministro Ramírez.
Pero esta operación tiene dos obstáculos, dos peligros: la masa ahora percibe a Ramírez más unido a Chávez que nunca, fusionada su figura con la figura de Chávez. Y el otro obstáculo, es la duda de si los asesores extranjeros tendrán razón y el capitalismo internacional se saciará con este ataque o pedirá definitivamente la cabeza del gobierno.
