Hallacas de guerra

En el llamado "Paro Petrolero" de diciembre-enero 2002-2003 y en esta especie de segundo paro petrolero que atravesamos, la hallaca ha estado en el centro de la guerra económica y psicológica que el imperialismo y sus agentes criollos libran contra Venezuela. No vamos aquí a detenernos en la historia, etimología, receta y variantes regionales de este maravilloso plato navideño: para eso recomendamos el texto magistral del maestro Ángel Rosenblat:

https://web.archive.org/web/20070305160636/http://www.analitica.com/bitblio/rosenblat/hallaca.asp

Comenzaremos con la millonaria Diana d’Agostino, quien lanza por las redes su foto haciendo hallacas, para que veamos su "venezolanidad" y su abundancia. ¿Qué pretendía? Si era llamar la atención está logrado, pero sin despertar simpatías en el público que adivina el montaje: nunca se vio mesa hallaquera tan ficticia. Lo mismo le pasó a su marido, Henry Ramos Allup, con una foto en que aparece cortando una pata de jamón ibérico (a 100 dólares el kilo), y no porque pensemos que la foto es falsa sino todo lo contrario: sabemos que Ramos Allup, como buen cuarto-republicano se da la "buena vida", parte, reparte y se coge la mayor parte, pero molesta que nos echen en cara, en tiempos de escasez, la opulencia de quien nunca trabajó en su vida. A menos que se considere "trabajo" y sentarse en un parlamento durante 30 años para levantar la mano de vez en cuando.

La realidad es que a los venezolanos las hallacas se nos pusieron cuadradas, con ingredientes como las aceitunas a cuatro salarios mínimos el kilo, las carnes inalcanzables y el mal vino dulce de cocina a precio de vino francés cuando el vino francés estaba al alcance de los mortales. Muchos no pudieron hacerlas y quienes las hicieron tuvieron que improvisar las llamadas "hallacas de guerra", reduciendo el número de ingredientes y la cantidad de hallacas. Lamentable, porque tradicionalmente la hallaca es para regalar y para que dure hasta el nuevo año.

Se han elaborado y probado hallacas de todo tipo, y con todos los rellenos imaginables, entre los cuales se lucen las caraotas porque ¿qué puede ser más apropiado para la guerra económica que una buena "carabina" andina? En ella está presente el guiso navideño y el aroma inigualable de las hojas al desenvolver la hallaca.

Los que abundaron fueron los bollos, esas hallacas de clase turista que se hacen con sobrantes, y los "bollos" (insultos) dirigidos a los responsables de esta situación, los gringos con su bloqueo, los malditos de Dólar Today, los opositores que andan por el mundo pidiendo "sanciones" contra Venezuela y, todo hay que decirlo, los bollos contra lo que muchos ven como falta de agresividad y dureza del gobierno para combatir a los grandes distribuidores de alimentos, y a las ratas menores que roen en algunos Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).

A Venezuela le están pasando factura por todo lo logrado en 18 años de revolución bolivariana y. además, haciéndole pagar un alto precio por la paz, la paz que no tiene precio y por la que se puede dar todo menos libertad, soberanía y dignidad.

¿Hallacas de guerra? Sí, pero nos las comemos en paz. Por ahora y que nadie se equivoque: así como los esclavos fueron los inventores de la hallaca, los venezolanos y las venezolanas pueden inventar e inventarán lo que sea no ser esclavos de un Macri, un Temer, un Piñera, un Peña Nieto, o Kuczynski, y para seguir creando sueños para la Patria Grande y toda la humanidad. Buen provecho a todos y un abrazo desde la Venezuela sitiada.



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Eduardo Rothe


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