Mensaje de fin de año de Maduro

Es lamentable que después de nuestro «Mensaje de fin de año al presidente», en el cual pedimos cambiese de actitud, como hacer un llamado a los sectores pertinentes para acordarse en un programa de acción unitario, haya optado por uno escueto, lleno de ilusiones y los mismos lugares comunes que ha usado en los últimos meses, con la salvedad que ahora se resguarda en la confusa oferta de la cripto moneda o petro, con lo que pareciera creer ofrecernos algo distinto al rentismo petrolero y las desacreditadas ofertas antinaciones de la vieja derecha de vender al país por cuotas adelantadas, lo que es lo mismo que subastarlo a cambio de adelantos sustanciales para salir del atolladero sin nada claro por hacer.

Agradezco al lector no pensar que esperase el presidente atendiese mi reclamo, sabiendo que ni siquier a nadie en Aporrea lee y menos me tomase en cuenta, sino más bien al de importantes sectores de la vida nacional que apuestan por una acción revolucionaria, cambiante, novedosa, productiva, participativa y nacionalista y sobre todo al clamor nacional.

Lo del aumento de sueldo en un 40 % en todas las tablas, no es más que una vieja y demasiado usada,treta, ya gastada, que la derecha y los comerciantes protestarán pese la miseria que significa, sólo por aquello de simular ante el pueblo que eso les afecta, duele y hace daños, cuando en su afán especulativo, de antemano ya han trasegado eso del bolsillo del consumidor a sus arcas y desde el mismo momento que Maduro hizo ese anuncio trasladaron al costo, no esa cifra completa, lo que ya es un robo y asalto criminal, sino que lo hicieron doblándolo, siendo nosotros comedidos.

Como me dijo en confianza un viejo empresarioen una oportunidad, de esas que se hacen propicias para hacer confidencias inoportunas:

«A mi no me mortifica que el gobierno aumente sueldos ni impuestos, ni ninguna otra cosa. Me valgo de mis administradores y contadores para que, ese aumento completo, no en la verdadera cifra, que es insignificante, se refleje artificialmente en el costo de producción y de paso hasta la doblen y así gano mucho más y el público que consume lo asume tranquilamente como resultado de su aumento salarial y hasta si llegara a enfadarse le echará la culpa al gobierno».

Pero además, es un juegito engañoso que al gobierno ha terminado gustándole porque eso al incentivar la inflación se refleja en sus ingresos en materia de impuestos. Ahorita mismo, el SENIAT, como sucede todos los años, está celebrando con bombos y platillos un nuevo descomunal aumento de los mismos. Por lo que esos aumentos terminan siendo un traslado inhumano del menguado salario a las arcas de empresarios, grandes, medianos y la estatal.

Del mensaje presidencial, además, me sonó como una burla cruel que el presidente dijese que los trabajadores venezolanos recibimos un salario digno. Es tan digno que, un trabajador como quien esto escribe, habiéndose pasado más de cuarenta años en el aula de clase, hasta el 31 de diciembre percibía un ingreso diario de unos 25 mi bolívares diarios, mientras un kilo de "pollo entero"* estaba en 125 mil bolívares. Es decir, que tendría que invertir el equivalente a cinco días de mi salario para comprar un kilo de esa ave; que si le resto el pellejo, que no debo comer por razones de salud y los huesos, por razones obvias, se traduce en cerca de medio kilo. Y dentro de esta realidad, según el discurso presidencial los tipos, como el suscrito, reciben «UN SALARIO DIGNO».

Escuchar aquello produjo en mí una enorme indignación y hasta rechazo contra la figura que lo decía. Pensé en una burla, sarcasmo, pese la cara de dramatismo que esa tarde puso el presidente; en toda una pesada y desagradable carga que todo eso envolvía.

Pero no se quedó en afirmaciones fantasiosas, para no decir otra cosa, como esa. También afirmó que los venezolanos recibían una educación «totalmente gratuita y de calidad». Es muy complejo desmontar por este medio esa afirmación, se trata de un tema que bien conocemos e imposible de abordar brevemente; bien sé lo bueno y lo malo. Sería irresponsable abordar el tema en pocas palabras. Pero simplemente me limitaré a poner en duda eso suceda, cuando el docente, quien tiene familia, pueda estar en las mejores condiciones para participar en un proceso de aprendizaje «de calidad», con el miserable salario que devenga y pendiente de las técnicas y las artes del aprendizaje, cuando vive a la caza de hallar comida y lo indispensable para subsistir.

Pero el presidente llegó al paroxismo cuando afirmó que el venezolano tiene acceso a la salud también de «manera gratuita y de excelente calidad». No voy a caer en la tentación de hablar de esto para no extenderme y porque al lector nacional, quien sufre ese drama, eso no le hace falta. A quienes leen desde el extranjero, bastará con decirle cosas como que los hospitales carecen de capacidad, como que en uno con servicio pediátrico, se dispone de una cama para cuatro niños que allí acuden en emergencia, no cuentan con medicinas, hasta de las más elementales y hasta cosas como alcohol, gasa y jeringas que el usuario, si dispone de los recursos dinerarios debe adquirirlos a precios escandalosos. Y lo que es peor, el éxodo de los buenos médicos que se forman en el país va en aumento, tanto que es demasiado frecuente que los hospitales no cuenten con el número y especialistas necesarios.

Esta vez, cosa poca usual en el presidente, habló con demasiada brevedad y hasta dio muestras evidentes de nerviosismo. Como si esta vez ni él mismo creyese en las «palabras que su boca pronunciaba». Pero no obstante, se sintió como obligado a recordar, una vaina que tenía olvidada, porque ni él mismo los siente, de unos motores que según tiene encendido. Cuando dijo aquello pensé en mi cacharro que por tener malos los tripoides y los cauchos, tengo estacionado, es decir no anda o no ando en él, pero le prendo para calentar un poco el motor, lo que me dicen debo hacer y más bien, en mi caso creo, para hacerme la ilusión. ¿Quién quita que eso mismo llevó al presidente a nombrar los motores que según tiene encendidos, pero que tampoco arrancan, en ese medio día de final de año?

Del cúmulo de cosas que el venezolano espera, el arrume de medidas que cada quien propone, como en política agraria, asunto de precios, materia cambiaria, revitalización de PDVSA, como lo relativo a la producción que se cayó desde que los históricos, por allá cuando Ramírez formaba parte del entorno íntimo de Chávez junto con el ahora presidente, por haber pospuesto el proyecto inicial y decidido a apostar al rentismo y lo electoral y tantas otras cosas urgentes y perentorias como deshacerse de ese ineficiente equipo de gobierno más dedicado a la caza de votos, nada dijo. No es que no sepa qué hacer. No se trata que allí nadie sabe absolutamente de nada ni es un grupo gobernante que está en el limbo y se jorunga la nariz. Más bien creo que está inmóvil por fuerzas que tiran en contrario. Dentro de ese grupo gobernante que se ha repartido el poder y al país en parecelas, hay tantas contradicciones en cuanto a cómo asumir el asunto económico, las alianzas en función del mismo, que el único acuerdo al cual llegan todos los días es no hacer nada o muy poco, como eso de aumentar los salarios. Cada uno tiene su altar y sus rezos y miran a un mundo petrificado.

Por eso ese discurso vacío, idílico y hasta fantasioso del presidente para cerrar el año, en el cual habla de la criptomoneda o el «Petro», como ve el naufrago el último salvavidas que abordo queda. Asunto del cual no hablaremos porque no es de nuestra competencia, pero sí podemos decir que hay que mirar eso con cuidado, pareciera ser un manera más de revitalizar el rentismo y poner en venta poco cuidadosa el futuro nacional y las riquezas que el vientre de tierra atesora, la que ningún gobierno ha construído.

Por supuesto, no negamos las agresiones extranjeras, eso que se suele llamar la guerra económica, la acción devastadora de dólar to day, las criminales sanciones gringas y las trampas de parte empresariado interno que han logrado incorporar para su ejecución a buena parte de la población; tanto que la especulación se ha vuelto una práctica masiva y colectiva. Pero todo eso observado con indiferencia por quienes "manejan" el aparato del Estado, esencialmente burgués.

¡Pobre discurso presidencial! Además, como ya dije, asombró por lo breve, lo que es otro discurso; y la evasión del presente y futuro de la vida de los venezolanos.

Su oferta del petro no la acompaña de un proyecto o plan político económico, sino que se escuda en lo mismo de siempre; la oferta de lo por hacer «entre todos», un plan el cual, según él, lo elaboraríamos los venezolanos todos, con lo que me recuerda aquellas pequeñas «Asambleas Populares» de la ciudad de Atenas que se convocaban con toque de corneta. Para luego salir con lo mismo. Que la oferta, como la de los perniles, el sacudón, revolcón y "Precios Acordados", se quede en el viejo rincón de los recuerdos. Una ya manida manera de enamorar, para si no ganar adeptos, mantener atados a los incautos.

*En Venezuela llamamos "pollo entero", sin filetear o desprezar, lo que incluye piel y huesos.

 



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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