2017: La clave para la humanidad

Trump, fin del "Estado Islámico", huracán Irma, los peligros de la integración nuestroamericana, la Rusia de Putin, el adiós de Mugabe, son algunos de los grandes temas que sacudieron al mundo en este año 2017 en cual de nuevo Venezuela fue noticia internacional.

Donald Trump regresa a los republicanos al poder en el estado corporativo de EEUU. Su política es continuidad de todos sus antecesores en cuanto a injerencias, generación de conflictos, armamentismo, derroche energético con perjuicios irreversibles en el clima de la tierra, señoreaje monetario y todas las miserias que profetizó Simón Bolívar. Pero esta vez, el siempre cuestionado pero ileso empresario presidente ha ido más allá. Retrocedió por completo en los avances de distención con Cuba acabando con la política aperturista de Obama hacia la mayor de las Islas del Caribe. Trump no oculta en nada su odio contra el socialismo. Sin ambages ha declarado su intención de destruir físicamente a Corea del Norte y sus habitantes, y para diferenciarse por entero de sus predecesores y aliados en Europa ha roto con el acuerdo mundial de mantener el estatus quo de Jerusalén, necesario para el avances de los distintos procesos de diálogo, al anunciar el reconocimiento de Jerusalén como Capital de Israel. No le importa a Trump quedar diplomáticamente aislado en este sensible tema de interés mundial, como es la causa Palestina. Hacia al lado venezolano, ha asumido sin vergüenza alguna la jefatura de línea férrea para derrocar la Revolución Bolivariana, imponiendo un bloqueo económico con la clara intención de provocar una reacción popular contra la estabilidad de las instituciones venezolanas.

Sobre liderazgos internacionales, el de Vladimir Putin Presidente de Rusia, contrasta abiertamente con el de presidente gringo. El líder indiscutible de Rusia, conduce a su país por la vía del éxito económico y las alianzas internacionales positivas. Putin dirige a un país heredero de los 100 años de Revolución Bochelvique, que hizo de Rusia una super potencia económica y sobre todo tecnológica. Rusia vuelve a ser una referencia política, militar y económica del mundo y junto a países como China e india, constituye una verdadera plataforma de cambio del modelo mundial que hasta ahora impera. El Gobierno de Putin ha sido fundamental en la recuperación de la estabilidad de Siria. Rusia había equivocado su decisión en 2011 con Libia, pero ahora se resarce a través de Siria, y retoma su papel de aliado con los países del Sur, para evitar el hegemonismo de EEUU y Europa. Con Venezuela avanza en una relación en el área militar y económica, muy importante para contener la voracidad estadounidense que ahora tutela Trump.

Dentro de las políticas negativas del Norte ha estado el fomento del terrorismo organizado que ha ocasionado las grandes migraciones forzadas de África, Asia Occidental (Península Arábica), Afganistán, Pakistán entre otros países azotados por esa plaga y que han obligado a millones de personas a tratar de llegar a la Europa, que durante siglos les ha saqueado sus riquezas sin dejar nada a cambio. Miles de fallecidos y familias son afectadas en esos países, algunas ocultas por una mediática que da más valor a una vida en Europa que a miles en Egipto, Somalia o Nigeria, en un macabro ejercicio de discriminación contra los Pueblos del Sur. No obstante, el 2017 cierra con la buena noticia de la derrota del "Estado Islámico" en Siria, gracias a la alianza sirio - rusa que dio los golpes necesarios para erradicar tal flagelo. Esto augura una vuelta de millares de sirios a su Patria, y la retirada progresiva de los terroristas de otros lugares de la península, al perder los apoyos financieros de sus patrocinadores del Norte.

Secuela de esa crisis terrorista provocada por occidente, además de la migración forzada es la vuelta a crueles y vergonzosas prácticas deshumanas como la esclavitud a la cual fueron sometidos miles de africanos en la caótica Libia pos Gadafi. El mundo se ha visto alertado por tales evidencias, que se suman a la trata de mujeres en Europa, el trabajo infantil, y la violencia contra la familia.

En Europa cuyas máximas organizaciones, la Unión Europea y la OTAN, tributan al gobierno de EEUU, sobresale el caso de Cataluña. Este ha puesto a España en la más grave crisis desde el retorno de los borbones a la monarquía. Los catalanes han continuado en su empeño de hacerse independiente, usando como argumentos su historia, su desarrollo económico y su identidad propia. Al gobierno monárquico tan acostumbrado a atacar a países como Venezuela con el asunto de los derechos humanos, no le tembló el pulso para reprimir el referendo y luego encarcelar a los gobernantes de Cataluña, para obligarlos a ir a unas elecciones, que ya arrogan serias dudas. El proceso independentista de Cataluña no es aislado, pues los nacionalismos en Europa alcanzan otros países como Reino Unido e Italia. Cruzando el Atlántico, un socio minoritario de la OTAN no puede quitarse de su historia la cuestión de Quebec, el gran territorio canadiense que clama por un tercer referendo independentista.

Este año, Nuestra América ha sido tambaleada por el retorno tramposo de una derecha que ha usado cualquier recurso para desplazar del poder a gobiernos de izquierdas o progresistas, que algunos casos no ejercieron la defensa popular a la altura de las circunstancias. Los golpes parlamentarios de derecha cercenaron los desarrollos populares en Honduras, Paraguay y Brasil. Las divisiones del peronismo frenaron el ascenso progresista que adelantaron Kichner y Fernández. Los gobiernos sumisos de México, Colombia, Perú y Chile se alinearon con la derecha regional para implosionar los grandes logros integracionistas que significaban UNASUR y CELAC, ahora prácticamente inmovilizadas y con escasa influencia política. La OEA, usada para atacar a Venezuela, eligió el camino del "auto suicidio" (en palabras de un ex presidente venezolano del siglo XX). Lamentablemente, las visiones individualistas de gobernantes de derecha en esos países, privaron sobre el nacionalismo y regionalismo. La última derrota de las fuerzas progresistas ha sido en Honduras, donde en vivo y directo se consumó un fraude electoral, lo que puede calificarse como un nuevo tipo de golpe suave, aunque la derecha traga amargo por sus propias contradicciones y apetencias, como en Perú.

Las muestras de dignidad las siguen dando Nicaragua, Bolivia, Cuba y Venezuela, junto a los países del ALBA. Nicaragua realizó par de elecciones que dieron un respaldo mayoritaria al sandinismo, Cuba ha mostrado la solidez de su sistema electoral y de su partido popular; Bolivia es puntal de buenas políticas económicas y ecologistas; Venezuela atacada por los cuatros costados optó por la convocatoria exitosa al poder originario y navega convencida de que puede derrotar cualquier dificultad.

Asia y África viven realidades particulares que ameritan una observación más detallada y desprejuiciada en el análisis. Este año, por ejemplo Robert Mugabe, fundador de Zimbabue salió del poder por diferencias con su partido político. Mugabe y Zimbabue resistieron por más de treinta años un criminal bloqueo financiero y comercial que destruyó las capacidades de industriales y agrícolas de ese país. La prensa se encargó de posicionar a Mugabe como culpable de una desgracia "hecha en occidente". El Partido Congreso Nacional Africano de Sudáfrica, en el poder desde 1994, cuando Nelson Mandela ganó la presidencia, lucha abiertamente contra las pretensiones trasnacionales de hacer retroceder la Revolución Anti Apartheid. En una África con economías destacadas, no es descabellado pensar que la nueva conflictividad ha sido propulsada para evitar que Occidente pierda el control. La Unión Africana, a diferencia de la endeble OEA, ha podido salir de la trampa que le montaron en Libia, y trabaja unida en un plan de desarrollo de largo aliento llamado Agenda 2063.

Este es un mundo donde los polos de poder siguen emergiendo. Necesario es la ampliación de la visión de los gobernantes y pueblos. El cerco al cual somete la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) que agrupa a los 35 países más capitalistas del mundo, a los pueblos del Sur, solo puede ser roto por la conformación de un bloque de países del Sur que vuelva a los principios de la Comisión del Sur, que retome los orígenes del G77 y los No Alineados, dado que la presente es una confrontación en la cual hay que defender los recursos naturales renovables y no renovables de la voracidad del Norte.

La mirada completa hacia el Sur es indispensable para sobrevivir, vencer y vivir en esta vorágine mundial. La claridad de los del Norte es diáfana, saben lo que quieren llevarse para mantener su ritmo destructor de vida, los del Sur no terminan de convencerse de que lo deben defender y como hacerlo. Allí está la clave del 2017.

@bolivarreinaldo

 

 



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Reinaldo Bolívar

Investigador, fundador del Centro de Saberes Africanos, vicecanciller para África

 reibol@gmail.com      @BolivarReinaldo

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