Diferencia entre Comerciantes Especuladores y C. Abusadores

Por definición establecida en la bibliografía económica, especular es comprar alguna mercancía para su reventa, independientemente de que el comerciante fije precios bajos o altos, regulados, de mercado o superiores. En todos esos casos hablamos de comercios especuladores.

Digamos que decir comerciante especulador en una tautología, sin embargo, si el comerciante suele cobrar elevar precios o precios supriores al del mercado porque se aproveche de la escasez del momento, de su ubicación geográfica o de sus avaricia como comerciante, entonces hablamos de comerciante abusador.

La idea es que, por ejemplo, todo banco que acredita a sus clientes, por bajas que sean sus tasas activas, los está especulando porque adquiere ahorros de otros a una tasa pasiva inferior, y a aquellos presta a una tasa mayor por baja que esta sea.

Ocurre, sin embrago, que cotidianamente el término calificativo especulador se emplea con intenciones despectivas y decir comerciante especulador es decir comerciante que vende a precios muy elevados, es decir que es mala gente o gente indeseable-en comparación con el resto de los "especuladores" que vendan a precios menores.

Así, resultan tan especuladores las ventas a cielo abierto con precios solidarios-bajos-, como los comercios o tiendas que lo hagan a precios superiores, sólo que, obviamente, las ventas a cielo abierto e improvisadas tienen bajos costos de funcionamiento y b. precios en comparación con los del comerciante debidamente establecido.

Como al usuario medio poco le importa el lujo de las tiendas establecidas, les resulta indiferente comprar sobre piso de tierra y con aires contaminados por los vehículos que hacerlo en los aseados supermercados cuando su renta se lo permita.

En Venezuela se puso de moda el montaje de ventas de bebidas espirituosas y panaderías full suntuarias, con mobiliarios carísimos, muy abrillantados pero que suponen costes adicionales para la fabricación y venta de los mismos panes y etílicos que se podrían despachar o fabricar en locales modestos con respeto en común de un mínimo de normas higiénicas.

Recuerdo que la destartalada casucha de bahareque donde nos hacían las arepas de maíz pilado-años de la segunda guerra burguesa mundial-tuvo el encanto de que toda su fealdad arquitectónica se invisibilizaban con el atractivo de dichas apetitosas, aromáticas, bellas y deliciosas arepas del desayuno. Tal fealdad se hacía presente sólo fuera de esas frescas horas de la mañana.

11/12/2017 08:12:49 a.m.



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Manuel C. Martínez


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