Protocolo de los pueblos libertarios

El origen del Sistema Interamericano se remonta al Congreso de Panamá convocado por Bolívar en el año 1826; luego entre 1889 a 1890 se acordó establecer una Unión Internacional de Repúblicas Americanas, con sede en Washington, D.C. y la participación de 18 Estados Americanos; posteriormente se transformó en la Unión Panamericana y, cuando se ampliaron sus funciones, pasó a denominarse Secretaría General de la Organización de Estados Americanos", por eso es el organismo internacional más antiguo del mundo. No obstante fue creada en 1948 cuando se suscribió en Colombia la carta de la OEA, desde ese entonces ésta carta ha sufrido varias enmiendas desde 1967 con el Protocolo de Buenos Aires; en 1985 con el Protocolo de Cartagena de Indias; en 1993 con el Protocolo de Managua y por último el Protocolo de Washington vigente desde 1997. Hoy en día cuenta con 35 Estados independientes. Entre sus artículos que establece este último protocolo (Capítulo III, artículo 9), señala que "un miembro de la organización cuyo gobierno democráticamente constituido sea derrocado por la fuerza podrá ser suspendido del ejercicio del derecho de participación en las sesiones de la Asamblea General,…" En su literal a) destaca que la facultad de suspensión solamente será ejercida cuando hayan sido infructuosas las gestiones diplomáticas que la organización hubiera emprendido. Señala, entre otros articulados, que su propósito es afianzar la paz y la seguridad; promover y consolidar la democracia representativa dentro del respeto al principio de no intervención; procurar la solución de los problemas políticos, jurídicos y económicos que se susciten entre sus miembros y que el orden institucional está esencialmente constituido por el respeto a la personalidad, soberanía e independencia de los Estados. Así mismo, todo Estado tiene derecho a elegir, sin injerencias externas, su sistema político, económico y social, y a organizarse en la forma que más le convenga, y tiene el deber de no intervenir en los asuntos de otros Estados.

Estos enunciados solo sirven para atacar a los pueblos que indique el amo de la OEA, porque históricamente ésta ha servido para garantizar el dominio sobre los países latinoamericanos, con la excusa de defender la democracia de aquellos países que no sean compatibles con el del sistema interamericano y que afecte los intereses de EE.UU. En reiteradas oportunidades hemos visto la condena del organismo cuando la toma del poder es del pueblo para el pueblo, como ocurrió con Cuba, lo cual le valió su expulsión por su adhesión al marxismo-leninismo. Sin embargo, no hubo ningún pronunciamiento contra el golpe de Estado en Venezuela en el año 2002, o contra el realizado en Honduras en el año 2009, por el contrario fue suspendido; aún esperamos pronunciamiento de la OEA contra el golpe parlamentario en Brasil que hizo destituir a Dilma Rousseff; o una resolución contra la violación a los derechos humanos que se cometen en Argentina, México, Colombia y contra la población de color en EE.UU., ni los ataques de Colombia contra Venezuela que juega con la desestabilización de su economía y su moneda; o que emita una declaratoria a favor de Bolivia por su derecho al mar, como ciudadanos de este planeta. A esto se suma el irrespeto de esta organización contra Venezuela de entrometerse en el derecho a elegir su sistema político, de intervenir en sus asuntos internos. Lo más vergonzoso de su Secretario es defender a ultranza a un preso que llamó a la violencia para destituir a un presidente electo, generando más de 40 muertos.

Ante estos hechos, propongo que los pueblos de América del Sur deben unirse para firmar un Protocolo de los Pueblos Libertarios (PPL) para retirarse de manera unánime de la OEA, por la postura guerrerista de éste, siempre en contra de los pueblos pacificadores que fueron invisibilizados durante siglos y que hoy tienen la oportunidad de alcanzar un sistema más humanista; por promover problemas dentro de la región y defender a una estructura burguesa que se ha alimentado en todos los sentidos de quienes menos han tenido; por estar a favor de la hegemonía y en contra de la autodeterminación de los pueblos. El PPL debe exigir la intervención de este organismo corrupto por parte del Consejo de DDHH de la ONU, por sus constantes violaciones en detrimento de la democracia, porque no representa los intereses de la clase trabajadora latinoamericana, sino los del imperio. El PPL debe solicitar un llamado a elecciones urgente para la escogencia de un nuevo secretario que dignifique y reivindique las venas que aún están abiertas en América Latina. Este protocolo debe exigir que todo ciudadano que inste a la intervención de su país; que propicie la guerra y no la paz; que genere dentro de su territorio políticas belicistas; que inste a las guerras psicológicas y económicas para afectar el bienestar de su pueblo, deba ser considerado antipatriota y condenado a prisión; así como ser repatriado si se encontrare en territorio distinto al suyo, si propiciase inestabilidad contra su país, o contra el país donde se encontrare. Si Cuba sobrevivió solo muchos años sin esta organización, todos los pueblos libertarios de la América, unidos, podemos lograr mucho más, de manera organizada ante las pretensiones de ese continuismo de dominación imperial y lograr el restablecimiento de la democracia humanista representativa y protagónica, en consonancia con la justicia, equidad, igualdad y la libertad, como lo soñó el ideólogo de este sistema: Simón Bolívar.

(*)esmeraldagarcia2309@yahoo.com

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Esmeralda García Ramírez

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