Laberinto

Los estudios sobre la publicidad tienen su historia. Inclusive hay un remoto antecedente en la antigüedad, tanto de la propaganda como de la publicidad. En la modernidad podemos situarla, con sus técnicas de impacto, en las primeras décadas del siglo XX, en el escenario de la sociedad industrial y el despegue capitalista. La publicidad es hija dilecta del capitalismo. No se concibe la sociedad de consumo sin su refuerzo.

Los grandes conflictos geopolíticos de la primera mitad del siglo pasado: la presencia del nazismo y fascismo, la primera y segunda guerras mundiales y también el proceso de la revolución bolchevique, perfeccionaron su uso y sus métodos. Los teóricos y expertos en publicidad sostienen, y así lo manifiestan, que sus mensajes tienen que ser claros, convincentes, directos y no confusos, entre otros rasgos.

La publicidad y la propaganda están emparentadas, los métodos de una permean a la otra.

Es obvio que la propaganda comercial tiene fines mercantiles específicos. La propaganda política se sustenta en la elaboración del discurso y en el claro planteamiento de las ideas.

Su plataforma verbal, textual e icónica, tiene que ser obligatoriamente diáfana, con mensajes convincentes, orientadores, esclarecedores. Quizás la premisa básica es que bajo ningún concepto éstos deben tender a la confusión.

En política, la transmisión de ideas confusas y los mensajes no claros o contradictorios y contrapuestos paralizan, inmovilizan, generan apatía, frustración, desengaño e inclusive problemas emocionales. Desde las primeras décadas del pasado siglo, los expertos en publicidad y propaganda de contextos foráneos han producido diversas obras y ensayos en esta materia. Igual ha ocurrido en América Latina y Venezuela.

Todo esto nos sitúa en la dilemática situación que atraviesa la oposición en el país. Está atrapada en su propio laberinto. Independientemente de lo que diga y de las culpas que endilgue tanto al Gobierno como al Presidente, ese laberinto lo ha diseñado la propia oposición. La adjetivación permanente, el miedo, el temor, las primarias, el candidato único, Súmate, la abstención y la frase preferida por los columnistas de la oposición "que nos devuelvan la democracia y la libertad", entre otros, son los recodos de ese laberinto.

Periodista / Prof. Universitaria


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Asalia Venegas S.


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