Ramos Allup está interconectado con un pasado que presiente

El político más degradado como adeco en la MUD, se llama Ramos Allup,
padece de malestares punitivos que le trastocan las angustias
ancestrales de ser y no ser y, por lo tanto por vía paralela se
inventa un incentivo de ilustrar parábolas aleatorias y, por dormir
poco se estresa al pensar que va a morir viejo sin ser presidente de
Venezuela y cuando fornica con oraciones sin fe se defiende insultando
al que le lastima las arrugas de su sonrisa que suelta con la mirada
perdida.


Ramos Allup es de los pocos sujetos de la oposición que clama por
morir en paz y, se hinca de rodillas cuando clama por el poder en sus
noches de travesías eclécticas que como solícito trovador de argucias
respira profundo y, en cada amanecer corre las cortinas que lo separan
del mundo real en que hace tiempo perdió por completo.


Sus alegrías son írritas cuando entra en las menudencias de su ideario
traumático y, porfiado como es se enconcha en vacilaciones que sólo él
comprende y, aún así no queda conforme y sin dedicación ninguna piensa
que es el mejor taumaturgo de la política del menudeo que cuando se
querella con los chavistas, iza la bandera de la desconfianza entre
murmullos apocalípticos y, se aferra en ser un cautivo de la
democracia demagógica.


Cuando quiere ser infundioso rompe las cadenas de la estimación y se
cree un san Lucas alternando los oficios de un historiador que, devela
las iras como las tristezas que corren a su suerte dentro de la
oposición que tienden más al pasado como mal pescador de habilidades
que no puede ser timonel de la barca que corre tras del revocatorio y,
perdido como está en un mar de ilusiones sus redes parlamentarias
siguen sin pescar un consuelo y, el tiempo pasa y pasa y, él de babor
a estribor con el salvavidas de la intolerancia puesto.


Y, Ramos Allup, tal cual se disfrazó de marino oportuno y con poca
tolerancia rompió las amarras del diálogo en el que no cree por jugar
a la suerte de otros de luchar por los pobres, se unió a los placeres
de los ricos cuando él mismo se cree un luchador burgués que no presta
su "destapador" de cualidades a gente que lo insulta por no dejarse
intimidar por paracaidistas que se forjaron en otro planeta fuera de
su órbita.


Con audacia determinante nuestro personaje se ha internado en un mundo
de peregrinación: donde la suerte no lo acompaña a veces por bocón y
otras por engreído y es posible que viva en "un proceso imaginario"
como dice Escarrá, pero que recuerde que el viene de las cenizas de
AD, soplando con fuerza las malas intenciones de otros y que a veces
no es preciso tergiversar su pensamiento, ya que no tiene mucho eco y,
además, no pretende emular a Rómulo Bentancourt, sino más bien
superarlo -aunque él no combata la corrupción- padece de egoísmos
tercos de ansiedad como académico bien plantado y, que no puede leer a
Shopenhauer, porque le da tristeza su filosofía que más que apretarle
los callos cerebrales convive con mucha gente inculta y, que el "Arte"
de su vida por los momentos es mandar en la AN sin injerencia de los
otros poderes que lo enferman de rabia.


Y, para finalizar en alguna parte de su desmemoriada inteligencia
alega, que él, Ramos Allup, en comparación a un pasado que en sí lo
define como determinante para la política actual, le recuerda a sus
detractores que él, como Shopenhauer, ha vivido "El mundo como
voluntad y representación"con muchos altibajos.



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Esteban Rojas


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