La lógica de la Paz y el diálogo vergonzoso

La Paz es una meta revolucionaria de justicia e igualdad. No puede ser un estado inerte. Hay algunos ejemplos donde la paz se confunde con la inercia.

En el caso de la simplificación de la producción y el monopolio de la red de comercialización el gobierno denuncia pero no hace nada. Y uno se pregunta ¿Será que no hay delito en eso? El gobierno denuncia en televisión, en una publicidad oficial y en programas de opinión a los fabricantes de cauchos, a la Colgate, a las Empresas Polar pero ni siquiera lo intenta en la fiscalía, por ejemplo. Y uno piensa que, en otras circunstancias, sí estuviéramos encaminados al socialismo, estos zamuros habrían cometido un delito de lesa sociedad, serían presos sus dueños o expropiadas sus empresas. Pero no es así, como si nada, se les da dinero para que continúen impunemente acabando con la paciencia de los venezolanos ¿Existe un motor automotriz? Seguro que sí. Y seguro que se les dará dólares, con acupuntura o sin ella. Lo mismo pasa con los alimentos y con Procter & Gamble, Colgate, y la red de mercados y supermercados.

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Aristóbulo ya habla, sin disimulo, de ser pragmáticos. Están entregados. Se reúnen con la derecha y con Zapatero en la casa de Cisneros en Dominicana, pero son incapaces de convocar para consultas, consejos y discutir política a los revolucionarios, a la gente que estuvo con Chávez y a la gente sensata que cree en el socialismo. Convocan a la militancia para repetir las mismas palabras que vemos en televisión o en programas de televisión y en todos los actos públicos. Populismo barato. Pero no se los consulta a la hora de ir a reunirse con la misma derecha, que días atrás en los mismos actos públicos, estuvieron insultando. Tampoco se consulta al país chavista para entregar a consorcios extranjeros la soberanía sobre media Venezuela y sus recursos naturales. Porque al otro país parece que no le interesa la conservación de nuestras selvas y las cuencas acuíferas. Y porque la presidencia y vicepresidencia política coinciden con la derecha en las concesiones mineras, con los Cisneros, que tienen sus manos metidas en el negocio y con el resto de pícaros representados en la Asamblea Nacional que del asunto no han hablado hasta ahora. Perdieron la vergüenza.

¿Cómo es eso que Washington quiere nuestras reservas mineras, de agua y de petróleo, y nosotros –para que ellos no se las lleven- se la entregamos a los Chinos, Canadienses, etc.? ¿Qué alguien me explique cuál es la diferencia? Estamos amenazados por el imperio, no cabe dudas, este es un fenómeno que atañe a su naturaleza. Pero también estamos amenazados desde adentro por el capitalismo endógeno. Por las soluciones pragmáticas del gobierno, que no piensa más allá de lo que durarían una o dos generaciones de venezolanos. Una, y si acaso dos generaciones de venezolanos, de ser cierto que vamos a "diversificar" nuestras fuentes de divisas, va sentir algún efecto de cambio material en sus vidas (fatuas, consumistas, mayameras), al precio de contaminar el país de empresas extractoras, secar las fuentes de agua dulce, desbastar la naturaleza y corromper a la población en una especie de fiebre minera. Las industrias extractoras que producen mucho, muchísimo dinero, producen a su vez delincuencia, corrupción y violencia, sobre todo en un esquema de producción capitalista, gobernado por intereses particulares, privados capitalistas. Y el gobierno parece no darse cuenta de esto. Todavía cree que la violencia, la corrupción, el sicariato los pranes etc. nada tienen que ver con el capitalismo, con el mercantilismo, con el hecho de que cualquier cosa pueda venderse y comprarse, tenga un precio en bolívares o en divisas frescas. Humildemente creo que lo que necesitamos los venezolanos es un cambio moral, espiritual, de hábitos de consumo, de modelos de vida, de razones para vivir que no sean la de tener mucho dinero para gastar. Pero para eso se necesita conciencia, trabajo y constancia, cero pragmatismos, cero inmediatismos. Y no queda de otra: es una tarea de los dirigentes, de los líderes que se dicen socialistas en el gobierno y en el país promover ese cambio de consciencia con el ejemplo.

Es un contra sentido pedirle a la gente que defienda la Patria cuando desde el gobierno no se hace nada serio o contundente para defenderla. Con denuncias fatuas, con palabras vacías no se defiende nada. Por un lado las denuncias y las arengas, por el otro, en nombre de una Paz difusa que nadie comprende de que se trata y de ideas contradictorias y vagas, se utilizan los frenos para que la población no haga nada, ni siquiera pensar. Es vergonzoso ver al gobierno reunido con los subnormales de la derecha venezolana y con Zapatero en una casa de Cisneros. Ni un ejército de Delcys Rodríguez hablando a la vez nos va a convencer de lo contrario.

Uno lee aquellos que defienden a ultranza a Maduro y a su gobierno y piensa que la resignación y el cansancio se encuentran en un estado que ya fabrica sus propios argumentos; se hicieron discurso. El miedo a la crítica es, en el fondo, el miedo a actuar, a generar cierta cantidad de violencia. En el fondo, el miedo es eso, a no querer generar violencia, la cual, en nuestro caso sería una violencia puntual y controlada, como todo debe ser en socialismo. Estamos en una revolución, y no hay manera de que se intente cambiar a la sociedad sin generar una medida de violencia. Una expropiación supone violentar el orden capitalista de propiedad. Confiscar bienes y tierras por el interés de la sociedad supone cierto tipo de violencia, pero hay que hacerlo. Tomar decisiones, las que sean, siempre violentaran los intereses de alguien, pero, para los socialistas es preferible que sean los de las minorías privilegiadas, violentar primero los intereses de los grandes propietarios capitalistas a que violentemos la paciencia y la tranquilidad de las mayorías que no tienen nada.



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Héctor Baiz

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