Maduro de distracción en distracción

Cada vez que el presidente Maduro: aparece en escena pública deja una
avalancha de situaciones que motivan reacciones encontradas dentro y
fuera del chavismo cuando, analiza nuestro presente y se apura en
buscar las soluciones que él cree pertinentes a futuro, para que el
país marche mejor y, en ese afán de capitán del barco con devoción a
su bandera se adentra en sus fueros internos con la intensidad del
momento y atrapa a Neruda envuelta en ella cuando nos dice con fuerza
en sus versos: "Nadie quisiera, como yo quedarse, sobre la almohada en
que tus párpados, quieren cerrar el mundo para mí. Allí también
quisiera, dejar dormir mi sangre, rodeando tu dulzura...y, finaliza,
"con tus ojos bravíos ("Patria mía"), alzando mi bandera". Y, en ese
momento debe recorrer los primeros pasos de su niñez en su casa,
cuando está a punto de revocación y con las soluciones a buenas
políticas económicas atascadas:

¡Nicolás, hijo mío! Palabras que salen a flote de un padre en la
prontitud de su niñez con las que juega en el andar de cada paso que
está por darse y salen de un pasado vivido como lanzas coloradas del
presente:

Recoge los juguetes regados en la sala, que tienes la casa como un
mismo manicomio, a no ser... y en respuesta de él, yo no fui y,
¿entonces quién? Le devolvió el padre, y:

Déjate de mentiras que no vas a llegar a viejo y, más si quieres ser
presidente de la República, le diría el padre como benévolo de su
consentido hijo y, éste como respuesta, ¡presidente yo!, ni que me
impongan y, otra cosa si llegaras a serlo con tanto ignorante,
corrompido y malo que hay en la oposición te revocarían, aunque ese
requisito todavía no está en la Constitución del 61, pero es posible
que venga alguien y se le ocurra incluirlo y, con lo otro que te
pueden jugar sucio es que, digan que yo soy colombiano como fue el
padre de CAP. ¡No te parece!

Eso de ser presidente me suena como la canción que aprendí hoy en la
escuela, "De tin Marín de dos pingüe, cúcara, mácara, títere fue, yo
no fui fue Tete, Pégale, pégale al que fue" y, qué quieres decir con
eso Nicolás, pues que yo en la política estoy raspado y, eso por qué,
porque creo que la política es muy engorrosa y un juego del más vivo,
pero en este país todo el mundo quiere ser presidente -menos yo,
respondió Nicolás.

Pero quien quita que la suerte nos llegue como suceden tantas cosas en
la vida de la que no podemos escapar, porque nos corresponde dentro de
nuestro sino Nicolás, lo reconfortó el padre que como padre al fin
quiere siempre lo mejor para el hijo y el cargo de presidente no viene
mal cuando no se sabe lo que noss espera que nunca se sabe, pensaba
Nicolás y lo debe pensar a cada momento y él más, pero con todo y eso
se afronta también lo que se piensa y se recrea con sus viejas
andanzas, aunque en la lucha se está y, ahora más que nunca.

Yo era fui feliz, pudiera decir Nicolás de su niñez hasta que conocí a
Chávez, jugando un poco en contraposición a la canción de Juan Gabriel
que recuerda parte de su vida infantil y, entre pasos de soledad
brotan los buenos recuerdos y el juramento y el deslinde en el tiempo
que asegure la permanencia de los retos que han caído que se volvieron
luchas y más luchas, confrontaciones que están allí que pervierten
situaciones y empeoran el convivir político y, Nicolás fecunda sus
ideas, ideas al fin que entran y salen por la misma puerta y el padre
detrás de otra puerta con el recuerdo en mano y, nada se olvida si no
se quiere a no ser que el olvido sea olvidadizo o un pedazo de
creencias vacías, pero la lucha continúa y cada día hay que abrir
nuevas puertas dentro un Estado que espera y un pueblo fastidiado y
hostigado que se cansa y se debilita y no acepta componendas sino
realidades dentro de la justicia social de Chávez vive y Maduro...



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Esteban Rojas


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