Frente a Frente

La mujer en la Revolución Bolivariana

En nuestra mirada, el llamado Socialismo del Siglo XXI, es en la praxis el abordaje del problema de la Revolución Socialista desde las realidades de un momento social específico, incorporando nuestras propias experiencias en su diario accionar, especialmente la inmensa riqueza de nuestro pensamiento libertario encarnado en hombres de la talla intelectual, política y/o militar de Simón Bolívar, Simón Rodríguez, Benito Juárez y José Martí, entre otros. Éste es parte del origen del Proyecto Político que, desde Venezuela, comenzó a debilitar la hegemonía de las clases dominantes en el poder político de los pueblos de nuestra América. La experiencia de la llamada "Revolución Bolivariana", con Hugo Chávez como "líder supremo", ha buscado enriquecer la concepción contemporánea del Socialismo, posibilitando su aplicación en medio de la crisis sistémica del capitalismo. Cabe mencionar acá las referencias a Cristo en una especie de ética de la solidaridad, del respeto al otro, de la compasión con el pobre y el excluido, que predicaba y practicaba Jesús.

A mi modo de ver, una de las sensibilidades más interesantes de la Revolución Bolivariana es su carácter feminista. Para Chávez (2009) el extraordinario pensador y gran escritor que fue Simón Bolívar, lo dejó dicho para la posteridad de la siguiente manera: "... La mujer nos es muy superior (al hombre)... Dios la ha dotado de gran perspicacia y sensibilidad y ha puesto en su corazón fibras delicadísimas, cuerdas muy sensibles a todo lo noble y elevado. El patriotismo, la admiración, el amor, hacen vibrar esas cuerdas y de allí resulta la caridad, la abnegación y el sacrificio".

No es simple retórica. En Venezuela, en los últimos quince años, las mujeres han logrado copar la escena nacional en todos los órdenes. Ejemplo de ello es el hecho de que los Poderes Públicos de la nación, en su mayoría, han estado liderados por mujeres: La Presidencia del Tribunal Supremo de Justicia (Poder Judicial), La Defensoría del Pueblo (Poder Moral), la Presidencia de la Asamblea Nacional (Poder Legislativo), la Presidencia del Consejo Nacional Electoral (Poder Electoral), la Procuraduría General de la República, en fin, altas funciones del País están en manos de las mujeres. Pudiéramos decir en una "suerte de travesura" que sólo nos falta ocupar la Presidencia de la República, me agarro de Chávez: "sueño con entregarle la presidencia a una mujer". A una mujer de la Revolución Bolivariana agrego yo de manera explícita; obvio que Hugo así lo pensaba.

Lo anterior da cuenta de que en Venezuela la mujer tiene espacios importantes a partir de los cuales aporta su capacidad, inteligencia y fortaleza para la construcción de la patria nueva. Todo ese gran aporte, se ve enriquecido, cuando a la par del ejercicio de tan altas funciones, las venezolanas son capaces de cumplir misiones en casa.

Si bien es cierto que las venezolanas han demostrado su valía en el ejercicio de altas responsabilidades en las instituciones del Estado, y en otros órdenes de la vida nacional, no lo es menos, el hecho de que su rol como madres y mujeres es de vital importancia para ayudar en la construcción de un nuevo orden político-social.

Es a partir de la formación familiar, de los hijos y del intercambio con la pareja, desde donde mejor podemos ayudar a construir el socialismo bolivariano. Necesitamos hombres y mujeres con una nueva conciencia, nuevos valores, aquellos que apuntalen los principios del socialismo de este siglo: la solidaridad, la equidad, la justicia social, la igualdad de oportunidades para todos y todas.

Cualquiera podría acusarme, dada la afirmación anterior, que reivindico a la mujer como madre y pareja. Está en lo cierto. La mujer, para mí, tiene la capacidad de ejercer roles profesionales en la sociedad, pero a la vez tiene una hermosa tarea en conjunción con el hombre: formar a nuevos sujetos para la vida. La vida en una sociedad cuyos signos no sean la exclusión, la pobreza, el consumismo, el individualismo. Una sociedad que esté caracterizada por la inclusión, el cooperativismo, la riqueza colectiva, el avance científico-tecnológico al servicio de todos y no de una élite, el acceso real a las tecnologías de la información y comunicación. Una sociedad conformada por hombres y mujeres conscientes: capaces de razonar críticamente sobre sí mismos, de reconocerse como proyectos inacabados, de cuestionar sus propias realizaciones, de buscar incansablemente nuevas significaciones, de crear obras que los transciendan.

Pero esto sólo es posible en la medida que las mujeres, como portadoras de vida, como madres, dediquen especial atención a la formación de los hijos, creando, en conjunto con sus parejas, ambientes amorosos, propicios para el diálogo constructivo, para el intercambio de ideas en el hogar, en el seno de la familia, que es en donde primariamente debemos construir la nueva sociedad. De allí, que para mí, el rol principal de la mujer en la revolución bolivariana es formar hombres y mujeres capaces de amarse y amar a los otros y con la sensibilidad social suficiente para construir colectivamente la patria nueva, aquella, repito, conformada por hombres y mujeres éticamente comprometidos con la justicia social, la equidad y la solidaridad. Esa formación comenzará en el hogar, pero debemos seguirla a lo largo de nuestro ejercicio pedagógico de vida y profesional. Es asumirnos como madres de esos grandes colectivos de niños, niñas y jóvenes que día a día comparten con nosotros en nuestras familias y aulas de clase. Es formar a los hijos del respeto y el amor!. En eso andamos…



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Dalia Correa

Profesora Titular Universidad de Carabobo.

 correaguia@gmail.com      @dalia_correa

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