Revolución sin diagnósticos ni discursos autocomplacientes

El nuevo escenario político que se perfila en el país durante 2016 exigirá del movimiento revolucionario en general actuar con sentido de la oportunidad, determinación y suficiente autonomía para crear sus propios espacios de organización y participación protagónica sin dependencia de algún partido político en particular, pero dotado con unos criterios de amplitud que eviten el sectarismo de algunos grupos existentes.

Al mismo tiempo, le tocará luchar por impedir que la contrarrevolución continúe avanzando y ocupando mayores espacios de control en las instituciones del Estado, en todos sus niveles, desde donde ésta podrá torpedear cualquier iniciativa o gestión gubernamental que beneficie a los sectores populares, puesto que uno de sus objetivos es lograr la mayor inestabilidad política del país de un modo similar a lo hecho en el orden económico; expresada en la confrontación de poderes.

Esto significa que el movimiento popular revolucionario debe desprenderse de los hábitos que tradicionalmente han caracterizado las relaciones de poder en Venezuela, con un clientelismo y un pragmatismo políticos que en nada favorecen las luchas protagonizadas por el pueblo para construir realmente el socialismo bolivariano, así como una nueva realidad socio-económica anticapitalista y, obviamente, un carácter colectivo solidario.

Por consiguiente, es preciso que los mismos movimientos revolucionarios, desde las bases, comprendan que el revés electoral del chavismo el pasado 6 de diciembre marca una nueva coyuntura que es preciso abordar con objetividad y madurez política, no refugiándose en diagnósticos ni discursos autocomplacientes con los que se eluden responsabilidades y se olvidan las causas que originan la realidad presente, atribuyéndose la verdad absoluta respecto a la teoría y la práctica de la Revolución Bolivariana.

De igual forma, es necesario trascender el marco de referencia actual y contribuir a que se inicie y se consolide un verdadero cambio estructural del Estado, en todos los ámbitos posibles, y no su simple maquillaje, revirtiendo la realidad de un poder popular carente de capacidad política e independencia económica para que el mismo tome sus propias decisiones y haga valer sus derechos, ejerciendo en consecuencia la democracia de una manera constituyente y directa.-



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Homar Garcés


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