La derrota

«He sido derrotado por quienes me rodean»

Arturo Umberto Illia. Ex Presidente Argentino.

 

Frente a lo acontecido en las pasadas elecciones del 6D, donde por primera vez en 16 años la oposición obtuvo una significativa victoria frente al chavismo, lo que sorprende no es que los factores opositores hayan ganado con tan amplio margen y de manera tan contundente, sino el simplismo con que el ciudadano Presidente de la República, Nicolás Maduro Moros y el hasta ayer Jefe del Comando de Campaña Bolívar – Chávez, Jorge Rodríguez, han despachado este asunto. Ambos han atribuido la paliza, a los perversos efectos de la denominada "Guerra Económica", que hicieron que la mayoría de nuestro pueblo terminara pasándole la factura al gobierno, votando masivamente por la oposición. Y así, como el ebrio que despierta de su borrachera después de haber matado a su esposa y a sus hijos atribuyendo ese hecho frente a un tribunal, a los efectos de la embriaguez, estos señores después de haber despilfarrado cual hijos pródigos, todo el capital político que heredaron de Hugo Chávez, pretenden hacernos creer que la culpa es de alguien sí, pero no de ellos. Y la verdad es que esa bofetada que el Presidente dijo haber sentido con este revés electoral, no es sino consecuencia directa de una gestión de gobierno errática y de la ausencia absoluta del más mínimo propósito de enmienda. Si a la guerra económica nos remitimos, aquí en nuestro país el único dueño de las divisas generadas de la renta petrolera, es el gobierno. Es el gobierno quien termina adjudicando esos dólares a los privados para importar todo aquello que no producimos y es el gobierno además quien controla y administra totalmente nuestros puertos, aeropuertos y aduanas. Es el gobierno quien fija los precios de todos los artículos. Es el gobierno quien fija los márgenes de ganancia que tienen los particulares en la comercialización de los productos y es el gobierno quien regenta todos los sistemas de almacenamiento de alimentos, tales como silos, galpones, redes de frío, etc. ¿Cómo se explica entonces que no haya comida en los anaqueles y que el gobierno permitiera que se nos privara durante todo este tiempo del acceso a los productos más elementales para nuestra subsistencia? No Presidente, a otro perro con ese hueso. Lo cierto es que usted y la cúpula del PSUV, juraron y perjuraron que se la estaban comiendo, cuando trabajaban no para impulsar la producción nacional para sustituir las importaciones, sino para seguir importando – ¡hasta el papel higiénico! – permitiendo que a la sombra de su gobierno se evaporan más de 25 mil millones de dólares, sin que hasta ahora haya un solo preso por ese descomunal desfalco. La realidad es que nuestros campos fueron asolados en tiempos de Chávez y durante el suyo, por una equivocada política de expropiaciones de predios productivos, no bajo el argumento de la justicia social, sino signada por la revancha politiquera que nos dejaron sin maíz, sin sorgo, sin arroz, sin carne, sin leche, sin queso y que amenaza con dejarnos sin productores y sin campesinos que labren la tierra, porque a alguien se le ocurrió la brillante idea de nacionalizar Agroisleña, para sustituirla por ese bodrio que llaman Agropatria, en cuyas sedes de todo el país, nuestros productores languidecen para encontrar semillas, pesticidas, abonos, fertilizantes, vacunas y otras cosas indispensables para producir alimentos, pero que nuestro gobierno es incapaz de comercializar de manera eficiente y sin que medie la coima. Pídale no a Elías Jaua, ni a los buenos para nada de sus ministros de alimentación y agricultura, Carlos Osorio e Iván Gil, sino a los productores que le echen el cuento, para que usted vea cómo es que es la vaina. Esa pela que nos dieron, no es sino la campanada que debe estremecerle todos los días que le quedan a este año y a los que vienen Presidente, porque en realidad no se le puede pedir a un pueblo que se inmole, por una dirigencia y un gobierno que no nos dan el ejemplo, que siguen metidos en un hoyo donde ellos solitos se enterraron y en el que siguen cavando, pidiendo además una pala más grande para cavar más hondo y más rápido. A la guerra económica no se le puede hacer frente con tres tipos de cambio distintos, lo que a decir de los expertos es un claro y poderoso elemento de distorsión del proceso económico. Seguimos privilegiando la importación a la producción nacional e incapaces como hemos sido de brindarle a la inversión extrajera el mínimo requerido de garantías y seguridad jurídica, hemos espantado a los inversionistas que podrían venir a generar puestos de trabajo y a contribuir al desarrollo nacional. Seguimos con la política suicida del subsidio a la gasolina y prácticamente pagamos a los venezolanos para que surtan de combustible sus vehículos, privando a nuestra empresa petrolera de recursos indispensables para el fortalecimiento de la única actividad que hasta ahora nos mantiene con vida como país. Eso sí, seguimos honrando puntualmente nuestros compromisos de deuda externa y continuamos alentando una política de endeudamiento que compromete nuestro futuro y el de las próximas generaciones, en la financiación de programas y proyectos absolutamente improductivos, que en caso de que el precio del barril de petróleo no aumente, no podrán sostenerse por la no recurrencia de los recursos que actualmente los costean. La solidaridad es un valor que nos ha caracterizado como pueblo siempre, pero en la actual coyuntura es imposible que sigamos subsidiando con miles de barriles de petróleo a los países que conforman Petrocaribe. Nuestros ingresos han bajado significativamente y la pregunta que surge frente a este tsunami económico como producto de la baja del precio del crudo es ¿Y quién va a ayudarnos a nosotros? Súmele a ese tema otro no menos grave como el de la inseguridad. En este asunto hemos sido incapaces de afrontar de manera verdaderamente efectiva a la delincuencia. Porque desde nuestras cárceles los pranes siguen por teléfono ordenando a diario asesinatos y secuestros de cientos de venezolanos, sin que el Ministerio de Asuntos Penitenciarios haya hecho siquiera la diligencia de comprar por Mercado Libre, unos inhibidores de frecuencia que impidan que esas llamadas se hagan. El hampa sigue consiguiendo y utilizando armas de guerra y granadas - Made in Cavim - contra los ciudadanos y policías, sin que hasta ahora hayamos podido descubrir y sancionar a quienes se las venden. No es gratis que hayamos perdido en casi todos los estados del país. Una lectura de esa derrota es que la mayoría de nuestros gobernadores tienen gestiones verdaderamente grises. Se mantienen ajenos a los problemas de la gente y frente a las dependencias de muchos de esos gobiernos regionales tienen un funcionariado burócrata e ineficiente, que sólo se limita a vegetar en el seno de la administración esperando el cobro de su salario. La verdadera sorpresa fue que ganáramos en Sucre y en Guárico. Esos dos pueblos compiten ya no sólo en materia de lealtad revolucionaria, sino también en la gravedad de las penurias que a diario sufren sus pobladores, privados por días, semanas y a veces por meses del suministro de servicios elementales como la energía eléctrica y el agua potable, y frente a cuyos gobiernos regionales tenemos a los dos peores gobernadores del sistema solar. Vayan a ver el estado de sus carreteras. De sus pueblos y caseríos y van a preguntarse cómo fue posible que ganáramos ahí. No presidente, las elecciones no se ganan reciclando ministros que sacamos de un ministerio donde pusieron la torta, para ponerlos en otros más complejos y con más recursos para que vayan y metan la pata ahí también. Las elecciones no se ganan premiando con embajadas a funcionarios que nada o poco hicieron cuando estaban frente a instancias del ejecutivo. Y mucho cuidado con salirnos ahora designando como sus nuevos ministros a los candidatos que perdieron en sus circuitos. Mueva la mata Presidente. Mire que hay que comprar alpargatas, porque lo que viene es joropo!!!.

Finalmente, bájele 10 a la retórica antiimperialista, porque mientras Cuba recompone sus relaciones con los EEUU, nosotros no debemos ni podemos seguir empeñados en endosarle al gobierno de ese país todos nuestros males, cuando la verdad Presidente, es que debemos trabajar para que las tensiones bajen y a la diplomacia de micrófono y twitera de nuestra Canciller Delcy Rodríguez, le sustituya una agenda diplomática que privilegie nuestros intereses económicos como nación, frente a la pretensión de un grupo de trasnochados que todavía no se han enterado que el Muro de Berlín fue derribado y que el comunismo a rajatabla nada le trajo a los pueblos que no fuera atraso y desolación. Ahí está Vietnam. Ahí está China. Socialismos de mercado, productivos, competitivos, eficientes, que llevan crecimiento económico e inclusión social a sus pueblos. Por qué entonces vamos a copiarnos lo peor de los modelos socialistas del mundo, ya no para construir, sino para destruir al país. Menos mal y no le tocó a usted buscar en cualquier mercado o farmacia de Venezuela, un analgésico, un antibiótico, o una lata de atún, porque con la arrechera que hubiese agarrado cuando le dijeran no hay, no hay, no hay, creo que hasta usted habría votado en su contra.



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Rubén Villafañe


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