La entrevista que concediera el Sr. Luis Miquilena al escritor Leonardo Padrón, en su serie "Los imposibles", ha sido una de las más "infelices" que en los últimos años se han podido leer en los medios de comunicación nacionales e internacionales, acerca de la figura de Hugo Chávez (1954-2013). Sobre todo por el calificativo de "estafador" que se le da al Comandante eterno. Si de algo puede afanarse un ser humano, de esos que nos llamamos racionalistas y pensantes, es en medir las oportunidades y los momentos para atacar a los adversarios o personas que no gravitan en nuestro margen de interés. Lo expresado por el Sr. Miquilena, que nadie niega el nivel de acercamiento que tuvo con Chávez, es una canallada al recuerdo y al valor humano que por mínima condición de dignidad se debe tener hacia los ausentes que de alguna manera nos acompañaron en este tránsito que es la vida.
En claras palabras, de los "muertos no se habla", decía mi abuelita Nina, y menos si esos muertos tienen una simbología tan arraigada en el sentimiento colectivo de un país. Hugo Chávez fue un ser humano con sus aciertos y sus desaciertos, pero no un ser humano "falso", o "embustero" en términos coloquiales; siempre anunció lo que iba hacer y lo hizo. Cuando Miquilena, haciendo recordatorio del Golpe de Estado del 2002, le da las condecoraciones a Carmona Estanga, está siendo injusto con la historia del movimiento social venezolano que se mantuvo rebelde, activo y combativo en las calles, presionando a los golpistas a respetar la Constitución y a devolverle al pueblo sus poderes legítimos. Dice Miguilena, refiriéndose a una conversación personal con el Presidente Chávez: "Tú deberías agradecer y ponerle una estatua a Carmona Estanga, por la cantidad de disparates que cometió con los torpes que lo asesoraron". No es tan fácil tal afirmación acerca de Estanga, él cometió errores, pero fue el movimiento social quien con sus líderes naturales activó una postura ante la crisis que obligó a rectificar a los cuadros militares comprometidos y devolver el poder a sus representantes elegidos por el pueblo.
A todas estas, Miquilena dice: "la valentía de los hombres se demuestra en los momentos verdaderamente críticos…Él (Chávez) volvió al poder por los errores que se cometieron…" Pero no dice el Sr. Miquilena que a diferencia de otros que llamaron a una "Salida" y dejaron cuarenta y tres fallecidos, Chávez buscó hasta el último momento conciliar, hacer entrar en razón a los Generales que estaban en sintonía con movimientos de ultraderecha internacionales y que como cuota de esos grupos que profesan ideología sectaria, racista y genocida, sabía lo que le esperaría al pueblo si se dejaba escapar la situación y se daba una confrontación directa. Chávez se las jugó con su decisión de entregarse y sobre todo porque confiaba en la madurez de un pueblo que no escatimó en defender sus banderas y las conquistas alcanzadas.
En otro aparte, expresa Miquilena que en algún momento confió verdaderamente en Chávez, pero cuando se dio cuenta de sus intenciones, se alejó; y expresó estar arrepentido de haberle creído a Chávez, que para él fue un "farsante". Ahora bien, valga preguntar: ¿De qué intenciones se dio cuenta Miquilena de Chávez? Si Miquilena aún tiene un ápice de escrutinio racional y lee, sabrá perfectamente que Hugo Chávez, tal como lo refiere en un ensayo titulado "El legado de Chávez", Nelson Montiel Acosta, cuando Chávez llegó al poder la burguesía le envió su corte de adulantes formado por los Otero, que hicieron su fortuna fundacional en el gobierno de los Monagas en el siglo diecinueve a la sombra del nepotismo político, apoderándose de las mejores tierras del oriente del país; allí estaban los Ramia, los Miquilena, los Quijadas y el converso de Alfredo Peña con la misión de enseñarle al Teniente Coronel el discreto encanto de la burguesía, así lo hicieron con Páez los miembros de la oligarquía conservadora que odiaban a Bolívar, con Guzmán Blanco los Matos y con Cipriano Castro los Mendoza. Pero Chávez prefirió ser el vocero de la pobreza rural y nunca ocultó su procedencia, sus tradiciones, sus preferencias culinarias, su familia, sus amigos; desde estas lealtades construyó su arsenal simbólico para enfrentar a la burguesía que reniega de sus orígenes; siempre Chávez fue leal a un pueblo que ha sido despreciado históricamente por esa burguesía, y eso no es un decir, es una realidad palpable.
En una palabra, ese "farsante" que considera Miquilena que lo engañó, se ha convertido en el referente continental cuando se habla de libertad y nueva independencia; ha sido uno de los primeros líderes mundiales en tener una postura seria y definida acerca del medio ambiente y la necesidad de coadyuvar como Estados industriales y petroleros, en la preservación del mismo y en la toma de consciencia sobre el daño directo que se le está causando a la raza humana en tiempos de altos logros tecnológicos y científicos, pero a su vez, tiempos en que hay un mayor desmembramiento del vínculo del hombre con la naturaleza. El precursor de la propuesta recientemente suscrita en Cochabamba sobre los Derechos Universales de la Naturaleza, es Hugo Chávez, basta leer el quinto gran objetivo histórico del Plan de la Patria que dice: "Tenemos que contribuir con la conservación de la vida en la Tierra. Es deber del socialismo, de nuestro socialismo, contribuir con la salvación del mundo".
Es decir, Hugo Chávez es hoy día un ejemplo de entrega a los ideales excelsos que colocan al pueblo por encima de cualquier interés en lo económico-administrativo; un líder de las Américas, porque hasta en los estratos más humildes del pueblo norteamericano, está el pensamiento de Chávez estimulando y emancipando las conciencias de los que calificó Frantz Fanon (1925-1961), los desposeídos de la tierra. Por eso, lo expresado por el Sr. Miquilena queda para la historia como una muestra más de lo bajo que puede llegar la consciencia de los inconscientes ante la grandeza de sus adversarios.