Venezuela es un país de gracia. No sólo es suelo fértil y subsuelo lleno de riquezas, sino también espacio de variados y hermosos paisajes, que van desde un micro desierto hasta montañas nevadas, pasando por el salto de agua más alto del mundo (Kerepakupai-vená). Es, como dicen los especialistas, un destino turístico de alto potencial.
Hoy más que nunca el país requiere de divisas no tradicionales. Desde hace 30 años he venido sosteniendo, al igual que otras personas, que el turismo es la palanca para motorizar una actividad económica alternativa a la petrolera; no obstante, la contribución del sector turismo al Producto Interno Bruto (PIB) es marginal, según cifras oficiales el impacto del turismo en el PIB venezolano es de apenas 3%.
El Ministerio del Poder Popular para el Turismo de Venezuela (Mintur) se ha establecido como meta para el año 2019, que el sector turismo se transforme en el segundo motor de la economía nacional y por consiguiente aporte el 9% al PIB. La cuestión importante es ¿cómo lograrlo?
Por su parte, el Consejo Nacional de Promoción de Inversiones (CONAPRI) en su informe sobre "oportunidades de negocios" (2011), señaló que "el turismo representa un sector con grandes potencialidades en el país"; sin embargo, "…se encuentra poco desarrollado, lo que promete ser una alternativa de inversión interesante". Es decir, la empresa privada también apuesta por esta actividad.
En Venezuela, la demanda de turismo doméstico (interno) ha crecido de manera constante en los cuatrimestres del período vacacional desde el año 2010 hasta el presente (INE, 2014); no obstante, su práctica y consecuencias aún no han tenido mayor impacto en el desarrollo venezolano.
Ahora bien, cuando hablamos de captar divisas no tradicionales requerimos potenciar el llamado turismo receptivo, que implica la llegada de visitantes de otros países al nuestro. Se trata de exportar sin empaquetar. También de exportar sin trasladar el "producto".
En el sector se habla de "paquete turístico", pero en estricto sensu el llamado "producto turístico" no es tangible, no es susceptible de ser empaquetado y mucho menos trasladado; se amerita, por tanto, trasladar al consumidor, en este caso al turista extranjero.
Analizando las estadísticas que sobre el sector turismo se tienen en Venezuela, se observa un incremento del 5,75% del valor agregado turístico (a precios constantes de 1997) en el año 2013 respecto al 2012; no obstante, no hay una desagregación en cuanto a que porcentaje obedece al turismo receptivo y cuanto al doméstico. Otro dato interesante es el incremento (84,55%) en la recaudación tributaria turística en el 2013 comparado con el 2012.
En materia de llegadas de visitantes, Venezuela ha tenido altibajos, aunque en el período 2012-2014 se evidencia un incremento importante si lo comparamos con las cifras del período 2004-2011. En 2004, luego del golpe de Estado, vinieron a Venezuela apenas 618.287 turistas; en el 2012, llegaron 1.061.020, en el 2013 ingresaron 1.084.776, y en 2014, con todo y la campaña en contra del país y los sucesos violentos de la llamada "salida" ingresaron 958.448 visitantes extranjeros.
Para que el turismo sea una exportación complementaria a la petrolera, se requiere calidad de servicio, conciencia turística y seguridad, materias en las que estamos con grandes déficits. Tenemos: venezolanidad, atractivos naturales/culturales, leyes y planes del sector, incentivo al emprendimiento turístico vía cartera crediticia y exoneración de impuestos, escuelas y programas nacionales de formación y capacitación turística, infraestructura de transportación, promoción, entre otros elementos importantes del sistema.
Es fundamental, por tanto, reimpulsar la campaña de concienciación turística, por ejemplo, con "cheverito y cheverita", que había logrado posicionarse en el territorio nacional, especialmente con l@s más pequeñ@s, pues sin CONCIENCIA, no sólo no hay turismo, no hay sentido de Patria/Matria.
