El discurso de este lunes del Presidente Nicolás Maduro debe verse no en su estructura sino en el fondo, en las ideas que aportó. Qué dijo?
Con Guyana fue preciso, Venezuela no claudicará en los derechos que tiene en el Esequibo, rechazó los agravios del presidente David Granger, pedirá a la ONU designe un nuevo buen oficiante y tendió puentes hacia el pueblo guyanes.
Con EE.UU se busca normalizar las relaciones desde el mutuo respeto, denunció al Pentágono y la EXXON provocadores en Guyana. La relación con el imperio, no implica claudicación, eso lo sugirió en el mismo escenario el domingo cuando ratificó la línea anticapitalista de la revolución.
Con la oposición insistió en la posibilidad de coincidir en objetivos nacionales aun con proyectos políticos distintos.
Cuando habló de Colombia fue amplio. Denunció a un sector oligárquico y comunicacional enfrentado a Venezuela, pero que no es toda Colombia. Rechazó la idea de guerra entre los dos países y dijo que los adversarios del Presidente Juan Manuel Santos son los suyos también, en temas como el de la paz.
Lo nuevo no son estas propuestas. Nos referimos a un paradigma que planteó o profundizó sobre cómo tratar con: Guyana, Colombia, EE.UU y la Oposición nacional.
Se capta que no obstante las diferencias ideológicas o de modelos distintos de desarrollo, se puede interactuar. Claro, ya esto se había dicho, pero el énfasis en plantear un grado mayor de relación unir la identidad y la diferencia, es lo novedoso.
En el caso de Colombia, sugirió, evocó, a la Gran Colombia. Estimamos que crear un G-3 entre Colombia-Ecuador-Venezuela, sería una gran decisión geopolítica, además pondría a Venezuela sobre el Pacífico.
Eso y la forma de concebir las relaciones con EE.UU son indicios de esa nueva forma que comentamos. No es solo relación, sino una nueva unidad desde las diferencias, principio básico de la filosofía aplicado a política internacional, que supera el pugnaz realismo. Esto haría de Venezuela una potencia política.
