Esta semana se celebró el aniversario 202 de la Batalla de Aguas de Obispos fecha que conmemora no solo una batalla, una fecha que pone de realce la verdadera idiosincrasia del trujillano, amante de la libertad, quien en la gloriosa gesta independentista no escatimó esfuerzo alguno, regando con su sangre este suelo sagrado. La batalla de Agua de Obispo ha pasado a la historia no solo por ser una ejemplo de estrategia militar, ideada por el genio del Libertador Simón Bolívar y ejecutada a la perfección por ese insigne mártir como lo fue el neogranadino Atanasio Girardot, quien posteriormente en la épica batalla de Bárbula rinde su vida en una demostración de valentía solo digna de los hijos de la Libertad, muriendo envuelto en el tricolor nacional. No solo la Batalla debe ser estudiada y entendida, también las circunstancias en la cual se desenvuelve son decisivas para darle el verdadero realce que se merece.

Días antes en la ciudad de Mérida, se le concede por primera vez a Simón Bolívar el título de Libertador, de manos de otro insigne trujillano Cristóbal Mendoza, primer presidente de nuestra etapa Republicana. La batalla se da en el marco de la campaña Admirable, idea por el Libertador para reconquistar el territorio venezolano posterior a la caída de la 1ra republica. Esta operación militar se caracteriza por la movilidad de tropas y el factor sorpresa, lo que le permite a Bolívar avanzar una gran porción del territorio en un tiempo relativamente corto. Bolívar inició su avance hacia Venezuela el 14 de mayo de 1813, con dos divisiones, a la vanguardia el coronel Atanasio Girardot y en la retaguardia el coronel José Félix Ribas. El 15 de junio de 1813, Simón Bolívar firma en Trujillo a las 3:00 AM el Decreto de Guerra a Muerte contra los españoles y canarios. El decreto no solamente cumple con la función de cohesionar al ideal republicano a un aparte de población que aún no había comprendido el concepto de Patria, también permite al Libertador darle un cariz de guerra internacional a la emancipación. Ya no era una contienda interna, era una lucha entre un pueblo por su libertad y un imperio que intentaba seguir sojuzgándole.

El jefe patriota Atanasio Girardot se enfrenta al realista Manuel Cañas. Girardot moviliza sus tropas el 17 de junio, en horas de la tarde. Ya en la noche, Manuel Cañas abandonó el pueblo de Carache y llevó sus hombres a las alturas de Agua de Obispos. El 18 de junio se produjo el enfrentamiento entre las fuerzas de Girardot y Cañas. Con el triunfo dejo libre el paso el grueso de las tropas comandadas por Bolívar. Ejemplo digno de arrojo y valor derrocharon las tropas a mando de Girardot. Es el espíritu que anima a los pueblos en la lucha por su libertad. Cuando un pueblo está resuelto a ser libre no hay nada que se le interponga. Hoy cuando de manos de otro gran hombre, el Comandante Hugo Chávez Frías, el pueblo venezolano ha aceptado este segundo reto histórico de conservar y acrecentar la herencia de nuestros libertadores; la independencia, nuestro bien más preciado, el logrado a costa de grandes sacrificios, tenemos que tener más vivo que nunca el ejemplo de estos grandes hombres que lucharon y dieron su vida por esta tierra amada. Sé que el glorioso pueblo trujillano y especialmente el pueblo de Carache están presto para el combate, para la batalla, a darlo el todo por el todo para conservar para la eternidad la PATRIA venezolana. Hoy cuando fuerzas externas e internas se confabulan para destruir nuestra herencia y legado, debemos reavivar la llama, el fuego sagrado que llevamos en nuestra sangre, la misma que regó de libertad los campos de batalla de la América española. La unión cívico-militar es el secreto de nuestra fuerza, de nuestra disposición a enfrentar a cualquier enemigo, por grande y poderoso que sea, tal como lo dijo ese otro hombre extraordinario defensor de la independencia de nuestra América, Fidel Castro: ¡Y para arrebatarnos lo que tenemos, tendrán que exterminamos, si es que pueden exterminarnos!"