Se le nombra pero poco se le define, el Chavismo es un movimiento basado en la unidad estratégica de principios y la diversidad táctica de métodos. Igual que otras revoluciones populares, el Chavismo es esencialmente un heterogéneo teatro político que Lenin denominó “lucha de contrarios” donde se encuentran las justas aspiraciones de los sectores históricamente excluidos en contraposición a intereses enmascarados de nuevos burgueses.
Dicho coloquialmente, más de uno con ropa roja anda más preocupado en sacar del camino a un camarada, que en combatir contra la maldad de la MUD o del Imperio. Saben que eliminar a militantes honestos de las filas revolucionarias les facilita un reinado de corrupción y despotismo.
Son leyes del materialismo histórico, no se puede decretar una nueva cultura nacional, ni enterrar de inmediato nuestro historial de anti valores capitalistas. La formación revolucionaria se edifica a partir de las experiencias, la práctica social, el análisis y sobre todo: muchas luchas.
Como pueblo debemos encarar el desafío vigente de adoptar con madurez los métodos de acción revolucionaria más acordes a esta etapa de recuperación socialista mediante el activismo en todos los espacios de socialización de la vida democrática.
Se trata de una carrera de resistencia, no de velocidad. Aun con críticas y reservas frente a medidas económicas o políticas que impactan a la Venezuela de hoy, apoyaremos la fórmula chavista para una victoria en la Asamblea Nacional.
Siendo ésta, una revolución sostenida por elecciones enmarcadas en la legalidad burguesa, urge construir mayorías populares. Edificar una sociedad sin clases es la meta, ello exige perseverancia y generar en un mensaje claro a los divisionistas: Seguiremos batallando junto al pueblo y desde adentro, del Chavismo no nos saca nadie.
