¿Qué significa “ganar ganar” en las transacciones mercantiles y fabriles del tipo que realiza el Presidente Nicolás Maduro?

De entrada, describamos con brevedad el modo de vida o la clase social de los transaccionistas tanto en el mercado nacional como en el exterior:

Estamos prejuiciados con la normativa comercial capitalista, según la cual unos son ganadores con cargo a otros que resultarían necesariamente los perdedores.

En un juego, por ejemplo,  salvedad hecha de los empates que excluyen el carácter de ganador y el de perdedor a ambos contendientes, siempre surgirá un ganador y un  perdedor, pero los negocios no son juegos, de allí que ambos negociadores sí podrían ser ganadores. Los trueques precapitalistas así lo confirmaron; las dos partes quedaban satisfechas o no había transacción.

 Caso 1.- Los intercambistas,  prestamistas y prestatarios, los protagonistas del comercio actual,   pueden responder todos a mentalidades burguesas e igualmente  estar animados   por el lucro, por los intereses capitalistas. Sus aspiraciones de parte y parte son excluyentistas por naturaleza propia. Ambos negociadores, tanto en condición de oferentes como en la de demandantes, apuestan espiritualmente al fracaso del otro y de los demás; desconocen la importancia del crecimiento macroeconómico, carecen de visón social, y de allí las frecuentes y periódicas crisis del capitalismo sobre las cuales hay quienes han hecho tremendos negocios comerciales  y siguen haciéndolo mediante diseños y ediciones  contentivas de  “fórmulas mágicas” para salir de ellas, p. adecuarse a ellas, p. conocerlas , y han tenido el tupé de recomendarlas y  de consuno concluir en que esas crisis caracterizan al sistema capitalista y  habría que vivir con semejantes crisis. Hasta Nobelados fueron algunos de estos apologistas del capitalismo.

 Es algo así como crear a un monstruo y luego pretender domesticarlo, tales son al final las transacciones de “ganar y perder” llevadas a cabo entre los burgueses y entre estos y los proletarios, contratos o transacciones burguesas que  a largo y mediano plazos terminan en “perder perder”.

Y hay más: En el  Caso 1,  por ejemplo, las transacciones entre un capitalista y un consumidor suelen estar infladas con la usura, c.  el remarcaje de precios, c. el “gato por liebre”, con las estafas, con cuanta tramposería observamos que conforman la naturaleza  y moral del comerciante burgués: comprar bien barato para vender bien caro[1] y  a como dé lugar, y si el Estado burgués los multa, se le paga, se soborna, se corrompe funcionarios burocratistas, se compra conciencias, etc., porque si en alguna actividad la conseja maquiavélica* brilló con deslumbrante luz es ha sido en la actividad comercial  burguesa.

En ese caso, en las transacciones fabriles y mercantiles,  siempre habrá uno más débil que el otro, o sea, los negocios entrambos siempre serán leoninos, como lo es la que se da entre un patrono burgués y un asalariado, por capaz que este último sea[2].  

Obsérvese que en las compañías anónimas, los capitalistas pequeños terminan como alimento de los peces gordos, y el trabajador de mayor rango técnico aparece crecido por encima de todos sus subordinados por el sólo hecho de ganar   Bs.F. 1,00 más que su  futuro relevo[3].

Ocurre que en nuestras sociedades burguesas no se entra a ninguna empresa en condiciones de tú a tú porque sencillamente ella impone unilateralmente las condiciones, y aspirante que  no las comparta, “no va pal baile”.

De manera que como proletario el trabajador debe ceder ante los abusos subrepticios o descubiertos del patrono, ante el chantaje que de hecho aplica todo empresario frente a “su” mano  de obra.

Decimos “su” mano de obra porque desde el momento mismo que arranca el leonino contrato, el trabajador deja de pertenecerse a sí mismo por todo el tiempo que mida la jornada, y sus únicas diferencias con el esclavo es que debe salir vivo y con todos sus órganos de la fábrica o comercio donde opere, y si le ofrecen un mejor salario en otro contrato, también leonino, puede cambiar de empresa a voluntad suya.

Cuando el negociador, aprovechando su ventaja comercial nos vende o presta dinero y nos exige avales como la casa, el oro etc., ese prestamista, ese comerciante, está apostando a que quedemos mal para ejecutarnos la hipoteca convenida. Allí la negociación implica “ganar perder”.

 Ese caso “1” es el que ha caracterizado  al comercio exterior venezolano, particularmente durante todo el siglo XX, y todavía sigue privando con alto peso, a pesar de que el Estado actual o de la V República viene celebrando transacciones que responden al caso siguiente:

Caso 2.- El prestamista o vendedor sólo aspira una larga vida para sus compradores y prestatarios porque en ello le va la suya propia, libre de crisis indeseables. Estamos hablando de empresarios animados por espíritus socialistas, vale decir, con elevados conceptos de solidaridad entre los habitantes del planeta, sin arcaicos regionalismos ni exacerbados chovinismos primitivos y politiqueros, y con ancestrales respetos al ser humano como persona y no como cliente a secas.   Estos negociadores que buscan “ganar ganar” sí manejan la Macroeconomía que tan caro les resulta a los capitalistas porque estos sólo quisieran y aspiran, proyectan y apuestan a un megamonopolio local, regional, nacional  y mundial; de allí  su carácter imperialista.

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* Conseja maquiavélica donde prima el fin sobre los medios.

08/01/2015 08:26:37 a.m.


[1] Tal es la llamada regla de oro del capitalismo: pagar salarios de hambre y vender a precios de gallina gorda. Recordemos que todos los salarios burgueses son hambreadores; de no ser así, serían una constante en el tiempo ya que no veríamos esos frecuentes ajustes tras ajustes que exigen nuevos costes de vida.

[2] Con alta frecuencia se da el caso de trabajadores de una empresa que tienen mejor preparación tecnocientífica que el más preparado de sus patronos (personal administrativo) o de los capitalistas dueños del capital en cuestión.

 

[3] En las empresas burguesas medianamente organizadas técnica y administrativamente los cargos son todos escalonados; por esta razón unos ganan más que otro a cambio de mayores exigencias patronales, pero no porque el patrono sea más generoso con ellos, sino por el simple hecho de que el trabajo se halla inevitablemente dividido por ser un trabajo de equipo y requiere coordinación de conjunto, y porque la diferenciación salarial le garantiza al  sistema burgués la más férrea división proletaria dentro de la plantilla. Véase mi obra: Praxis de El Capital. Además: el escalonamiento técnico de los cargos obliga permanentemente a cada trabajador a ser capaz de remplazar a su superior inmediato, de tal manera que detrás de cada uno de esos trabajadores existe un relevo a quien usted no podrá frenarle su ascenso. Por supuesto, si usted no está capacitado para su correspondiente ascenso, debe salir del juego,  s. de la empresa. Por esto observamos muchos ex trabajadores de las concesionarias petroleras (Creole, por ejemplo) quienes, incapacitados para seguir ascendiendo,  eran despedidos prematuramente. Estos, generalmente eran enchufados en las empresas del Estado a donde llevaban toda la ascendencia que les daba haber obrado en las  petroleras, así hubieran sido simples empíricos cuya formación técnica siempre fue manualista, es decir, eran trabajadores que perfectamente entraban con 6to. grado de Primaria y la empresa los iba  entrenado a punta de cursos de fin de semana o parecidos, hasta convertirlos-si fuere el caso-en altos directivos de esas compañías.



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Manuel C. Martínez


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