Sacudón profundo en la agricultura: realidad o utopía

Nadie se atreve a sacar las cuentas sobre la gran inversión realizada en agricultura y alimentación durante los 15 años del proceso revolucionario. Es posible que sea una cifra tan voluminosa que deje espacio para concluir que algo anduvo mal, o que simplemente esta primera parte de cohabitación entre la IV y la V República, ha sido un fracaso en materia de la revolución en la agricultura. No podía ser diferente, se hizo un esfuerzo para montar una nueva institucionalidad pero no logró superar los vicios heredados. Por otra parte, no hay correspondencia entre la inversión y los resultados productivos, aunque siempre nos sirve de mampara el resultado social de alimentar a una población con las expensas extranjeras.

La agricultura tiene unos seis meses culebreando entre las dificultades, un nuevo equipo de gestión y nuevas iniciativas han logrado colocar nuevamente el foro agrícola para toda la sociedad. En seis meses se ha colocado un discurso que le da credibilidad a los cambios que deben producirse y a los resultados que han de esperarse. Pero, siempre hay peros, el fantasma del otorgamiento de créditos al voleo todavía ronda hasta el punto de colocar al presidente Maduro en la difícil situación de dudar sobre la entrega de un jugoso financiamiento a alguien que no sabía para que era. Los insumos, otra área crítica, se siguen fugando por la frontera a la vista de todas las autoridades agrícolas, sin que aparezca alguna preocupación evidente en los órganos de gobierno. El Táchira, entre otros estados fronterizos, tiene la más alta concentración de farmacias por habitante del país, pero también tiene la más alta concentración de tarantines dedicados a la venta de insumos agropecuarios, que se van a parar inexorablemente a Colombia.

Un tema arduo es la distribución y tenencia de tierra en esta Patria de Bolívar y Chávez. La lucha contra el latifundio ha sido exitosa en el rescate de tierras, medida por los quejidos de los latifundistas; sin embargo, la distribución general de la tenencia de la tierra está fuera de toda lógica revolucionaria: 350 mil familias campesinas poseen menos tierra que los 1000 principales latifundistas del país. Entonces, algo habrá que adoptarse como política de equidad y profundización de la revolución agraria.

El presidente Maduro en su comedido arrecherón ordenó un sacudón profundo. Es el gran momento de comenzar a trabajar con indicadores todo lo referido a la inversión y resultados sociales, económicos, territoriales, políticos y ambientales, entre otros. Esta crisis transitoria es el mejor momento para revalorizar el papel estratégico de la agricultura en tiempos de revolución.

Lo hacemos o lo hacemos, son las dos posibilidades, pero de no hacerlo es algo así como una costurera que hace su propia mortaja.



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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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