Sorpresa

La Matemática no escapa a su carácter clasista: también puede mentirnos

Las leyes conmutativas, como recordamos y tenemos presente, caracterizan a la suma y la multiplicación. En cuanto a la segunda se trata de una simple extensión de la primera por cuanto multiplicar es “sumar abreviadamente”.

Veamos ahora los siguientes ejemplos que no dejarán lugar a dudas de que la relatividad de esas leyes en sus praxis cotidianas y sociales responde al imperio de los divisionismos clasistas:

1.- Cuando un asalariado recibe una paga semanal, pongamos por caso, de Bs. F. 42 unidades monetarias preconvenidas, habida cuenta de que la jornada ordinaria legal es de sólo seis (6) días a la semana con pago de (7) días, la ley conmutativa nos dice que sería indiferente que a ese trabajador le paguen seis (6) días a razón de Bs.F. siete (7), o le reconozcan siete (7) días a razón de Bs.F. seis (6).

Sin embargo, allí la Matemática ha estado alcahueteando una de las estafas legalizadas por el Estado Burgués más gigantescas que se haya cometido con los asalariados en los países, como Venezuela, en los cuales han regido semejantes disposiciones en materia laboral burguesa. Con este ejemplo, damos por sentado que la conmutatividad multiplicativa no es correcta para estos casos, ya que obvia y matemáticamente no es lo mismo reconocerle al trabajador , por ejemplo, X días de vacaciones anuales a razón de Bs.F. 7, que hacerlo a Bs. F. 6. Y

2.- Hay escuálidos que se aferran a la convicción de que la Venezuela pos Chávez se halla dividida en dos toletes, algo así como en 2 países, uno poblado de escuálidos, hoy amargados, sin alegría en sus rostros, mismos que se ven fruncidos de odio exhalado por toda la superficie de sus resecadas pieles, por la gente diz que decente de otrora, y otro poblado de privilegiados de la nueva Venezuela, donde se hallan muy alegremente los protegidos de Chávez y sus sucesores.

Esa enturbiada visión escuálida los induce a pensar muy sesudamente en que de una tiempo para acá, Venezuela, con su innegable desarrollo en todos los aspectos que pueden caracterizarla, a ojos vistas, como país proficuo para el progreso, perfectamente creciente y como en vías aceleradas de potenciación económica y cultural en general, esa semiVenezuela, dicen ellos, regiría sólo para los chavistas, y no para ellos.

Allí la escualidad comete una imprecisión de garrafales alcances, de ignorancia supina, habida cuenta de que todo ese progreso económico y cultural, que reconocen a regañadientes, existe actualmente gracias al chavismo, y en consecuencia de manera tanto directa como indirecta también favorece y en mucho y a numerosos escuálidos, unos más que otros, pero a todos, salvo a los burócratas de oficio que no pudieron entrar en el ministeriato de Chávez, pero, sin dejar de lado ni negar que muchos de ellos han logrado infiltrase-enchufarse-como Tartufos de nuevo cuño (son los corruptos que ellos mal ven en el chavismo y en su llamada “robulución”).

Por supuesto, el escuálido criticón y politiquero maneja la idea de una Venezuela indivisa para antes de Chávez, con lo cual refuerza su desinformación nacional, real o fingidamente, que los caracteriza según lo hemos señalado arriba.

La división anterior ignorada por el escuálido es nada más y nada menos que la división clasista que aún pervive, entre burguesía y proletariado, una división que data en el planeta desde los mismos tiempos de antes de la Revolución Francesa, aunque en Venezuela esa división cobró fuerza desde el pasado siglo XX, aunque compuesta por una parasitaria burguesía rentista y saqueadora del Erario Público, a manera de trasunta del viejo mantuanato colonial, y un proletariado igualmente explotado, antes esclavizado durante los tiempos coloniales.

Entonces, no es lo mismo la suma de ayer entre los privilegiados prechavistas que marginaban a los pobres, y la división de hoy, entre gente humilde que por primera vez defecan y se asean con papel tualé, que comen carnes rojas, blancas y pardas, y frescas, casi a diario, cuyos hijos ejecutan violines y reciben educación gratuita en todos los peldaños de la educación sistemática, que están dejando atrás los ranchos y las casas de cartón, que asisten a galerías y salones de pinturas, cuestiones y servicios públicos a los que incondicionalmente tienen acceso todos los venezolanos con inclusión de los escuálidos y sus hijos y nietos.

Por esas recientes razones, la suma de las dos clases de ayer no es igual a la suma de las dos del presente chavista, por lo que la ley conmutativa de la suma aquí queda en ridículo. Es que no es igual aquella clase de ayer más la otra de entonces, a la suma de las dos de la presente Venezuela.


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Manuel C. Martínez


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