El socialismo no cae del cielo

A propósito del diálogo y las conversaciones que mantiene el Gobierno con los empresarios venezolanos durante La Conferencia Económica de Paz, el Presidente Nicolás Maduro, señaló que Los últimos 50 años de modelos económicos (han estado) basados en la economía del rentismo petrolero y esa es la triste realidad. : :

El socialismo no cae del cielo dice el Michael Lebowitz, profesor emérito de economía marxista y sistemas económicos comparados en la Simon Fraser University de Columbia Británica (Canadá). El sostiene que el socialismo no se puede entregar desde arriba, es un proceso de desarrollo humano; por esta razón, Marx sostenía que el socialismo nunca podía ser entregado a la gente desde arriba.

La base fundamental para lograr la nueva sociedad está en el desarrollo de la autoconfianza y la unidad dentro de la clase obrera, en su autodesarrollo. Sin esto estaremos construyendo castillos en el aire, dice él.

De la misma manera que Marx estaba dispuesto a cambiar sus opiniones a la luz de la Comuna de París, nosotros tenemos que pensar en el socialismo de hoy, a la luz de la experiencia del siglo XX y construir el socialismo del siglo XXI.

No es estatismo. Necesitamos entender que el socialismo del siglo XXI no puede ser una sociedad estatista, donde las decisiones se impongan desde arriba y donde toda iniciativa sea potestad de los funcionarios del gobierno o de los cuadros de vanguardia que se auto-reproducen.

Precisamente, porque el socialismo se centra en el desarrollo humano, se requiere una sociedad democrática, participativa y protagónica. Una sociedad dominada por un Estado todopoderoso, no genera seres humanos aptos para instaurar el socialismo.

No es populismo. Por la misma razón, el socialismo no es populismo. Un Estado que provee los recursos y las soluciones a todos los problemas a la gente no fomenta el desarrollo de las capacidades humanas; al contrario, estimula a la gente a adoptar una actitud pasiva, a esperar que el Estado y los líderes den respuesta a todos sus problemas.

No es totalitarismo. Además, el socialismo tampoco es totalitarismo. Precisamente porque los seres humanos son diferentes y tienen diferentes necesidades y habilidades, su desarrollo por definición requiere el reconocimiento y respeto de las diferencias. Las presiones del Estado o de la comunidad para homogeneizar las actividades productivas, las alternativas de consumo o estilo de vida, no pueden ser la base para que surja lo que Marx reconocía como la unidad basada en el reconocimiento de las diferencias.

No es culto por la tecnología. También tenemos que reconocer que el socialismo no puede ser el culto por la tecnología. Esta fue una enfermedad que representó un flagelo para el marxismo, y que se manifestó en la Unión Soviética como minas, fábricas y granjas colectivas inmensas, que supuestamente lograban los beneficios de la economía de escala. Tenemos que reconocer que las empresas pequeñas permiten más control democrático desde abajo, desarrollando así las capacidades de los productores, y logran una preservación más adecuada del ambiente, atendiendo las necesidades del pueblo.

Podemos aprender de las experiencias aleccionadoras del siglo XX. Ahora sabemos que el deseo de desarrollar una sociedad que sirva al pueblo no es suficiente- hay que estar dispuestos a romper con la lógica del capital para realizar un mundo mejor-.Ya sabemos que no se puede hacer socialismo desde arriba, a través de los esfuerzos y enseñanzas de una vanguardia que toma todas las iniciativas y desconfía del autodesarrollo de las masas. Rosa Luxemburgo sabiamente enfatizó: La clase obrera exige el derecho de cometer sus propios errores y aprender de la dialéctica de la historia.

La crítica constructiva y la autocrítica, con propósito de enmienda, es vital para mantener los principios y valores del proceso, y para prevenir y corregir conductas en caso de desviaciones y errores en la actividad del dirigente.

Los principales males que afectan nuestro país son: La inseguridad, la escasez de productos alimenticios y la corrupción; estos tres flagelos carcomen las entrañas de la revolución.

Sabemos que no es nada fácil resolver estos problemas, muchos de ellos heredados del pasado, pero tenemos que enfrentarlos con coraje, decisión y voluntad política como se está haciendo, y no tratar de ocultarlos para engañar al presidente, pues el cuenta con los mecanismos para averiguarlos; además, dichos problemas, saldrán a relucir en los contactos directos que se realizan con el pueblo, a trabes del gobierno de calle. .

Hay que depositar toda nuestra confianza en el presidente Nicolás Maduro, y no tener ninguna duda de su liderazgo, que ha obtenido desde hace muchos años con esfuerzo y dedicación, acompañando al pueblo en sus luchas populares, sindicales y políticas; además cuenta con la enseñanza que le impartió Chávez por más de 20 años cuando estuvo a su lado , lo que demuestra que no es ningún improvisado. Sumado a todo esto ha demostrado su lealtad a su mentor y guía, hasta después de su muerte, siendo fiel a los principios revolucionarios que él en vida le inculcó. Por algo el Presidente eterno de la Revolución Venezolana, Hugo Chávez Frías lo escogió como su sucesor político ; decisión difícil pero muy acertada y lo viene a corroborar el trabajo que está realizando al frente de la Presidencia de la República. No es nada fácil la tarea de sustituir al comandante eterno de la Revolución Bolívariana, además el compromiso que se adquiere es muy grande.

El pueblo, por ser la parte más afectada espera que la revolución corrija todos los males que atañen a la colectividad.



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Raúl Ramirez

Abogado, profesor y escritor. Ex-guerrillero.

 rauljoseramirez@hotmail.com

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