Entre el fuego y las cenizas

Tal como las llamas del infierno, el fuego indeseable del fascismo todavía arde entre los escombros de la miseria política opositora. Desde ese inframundo de la maldad que representan, los vientos soplan tempestades y las cenizas que se esparcen por los poros del firmamento, van cubriendo el sol de las ideas, causando un eclipse, una oscurana en las neuronas, en el alma y espíritu de la casta opositora, infestada hoy en día con el síndrome de las bajas pasiones. Eso es peligroso, porque al no haber racionalidad en la mente de los individuos que dirigen esos colectivos fascistas de la derecha opositora, la sociedad toda pudiera estar siendo arrastrada hacia los abismos de las tinieblas.

Por ello, hay que detener la locura del alma irracional de los grupos violentos que, escudándose en las sombras de las protestas, cometen delitos de todo tipo, calificados como imputables en el Código Penal Venezolano. En ese sentido y siguiendo al dramaturgo francés Pierre Corneille (1606-1664), “la política no debe estar por encima de las leyes”. Ni mucho menos- digo yo-, los caprichos políticos no deben estar por encima de la voluntad de la conciencia nacional ni por encima de la Constitución de la República. De allí que nada de estar “negociando” con nadie, ni tampoco aceptar chantaje de ningún sector político de la derecha agrupados en la MUD, especie de concha de crustáceo desorientado en el mar de las realidades.

Después de ese Tsunami revolucionario que en 1998 los barrió de las costas de tierra firme de la política venezolana, los grupos opositores fueron arrastrados por las corrientes de la historia hacia los fangales de la democracia y el sistema político, desde donde ahora surgen engomados y perfumados de violencia y con un odio visceral hacia todo lo que huela a chavista. Pareciera que vuelven con el demonio adentro y contaminados con la mutante peste verde, que incluso altera hasta el inconsciente político, -diría mi amigo Sigmund Freud-. La patología es grave y muy delicada en todo ese grupo de pacientes.

En el marco del análisis clínico que esta situación amerita, encontramos que la clase política opositora sufre displasia que los aleja de la realidad política, produciéndoles inevitablemente la neoplasia, que no les deja pensar con racionalidad su verdadero papel en la sociedad política. Su participación política ahora la entienden como el fuego y las cenizas, donde todo se resuelve con la candela, con el chantaje, con la falsedad, la trampa, manipulación, la violencia, las barricadas y las guarimbas, impulsadas y sostenidas todas por los dólares del norte y los apoyo de mafiosos, corruptos y paramilitares.

Así que el diálogo para los sectores opositores es de color ceniza, es polvo cósmico que no maquilla sus deseos de venganza y sus impulsos de odio profundo. Nadie debe sentirse extrañado porque la gente de la MUD se retiró de la Mesa de Diálogo, eso se veía venir desde lejos. Recordemos ese currículo funesto que poseen los grupos opositores de la derecha venezolana, quienes desde el 2001 iniciaron una escalada de violencia real para dar al traste con la revolución venezolana. Desde entonces, esa escalada va mutando hasta llegar hoy en día a ese monstruo de mil cabezas que es la guarimba, porque como práctica terrorista encierra un cóctel peligroso para la salud de la patria.

*Politólogo

eduardojm51@yahoo.es


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Eduardo Marapacuto


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