Detentores del odio, protagonistas de la cobardía

Profusa ha sido la maldad, avasallante el odio y asqueante el desprecio a la patria que ostentan como bandera los fascistas de la oposición venezolana que en días recientes se han dedicado al asedio de ciertos sectores donde han ejercido una indiscriminada violencia que ya ha dado cuenta de varias víctimas mortales.

La irreductible actitud del gobierno bolivariano de respetar los derechos humanos permite que pequeño grupos de la oposición, sin apoyo popular, prevalidos de la complicidad manifiesta del fascismo internacional puedan agredir a la ciudadanía.

Estados Unidos ha profundizado una cínica campaña de mentiras y tergiversaciones a través de medios de comunicación extranjeros y nacionales que sin pudor ni vergüenza se han dedicado a mostrar fotografías de actos represivos cometidos por fuerzas policiales extranjeras, pero que cobardemente se le atribuyen al gobierno venezolano.

En los predios de la oposición venezolana destaca el odio y la ignorancia como tendencias que avanzan en una carrera precipitada tratando de sobreponerse una a la otra y que se expresan con impudicia a través de redes sociales en las que redactan colectivamente un documento contemporáneo aberrante e iracundo que constituye un público manifiesto del resultado de un sistema capitalista que ha impulsado la generación de odio y violencia como manera y como forma de vida.

Quienes banalizan las teorías que indician a los medios de comunicación capitalista y a su concepto de entretenimiento como responsables de los infames niveles de violencia de la sociedad contemporánea, tienen en estas manifestaciones de odio , ira, racismo y criminalidad que hoy expresan las huestes de Leopoldo López,una prueba contundente de cómo una sociedad puede ser conducida a odiar todo aquello que considera diferente.

Es evidente que a una gran mayoría de opositores no interesa para nada, si fotos y rumores son falsos o ciertos. Simple y llanamente no les da la gana de creer que el imperialismo está por detrás de todo esto y así vean a un compañero de ellos asesinar a alguien, de inmediato afirman que es “el régimen”.

Aunque ya no puedan ocultar la sangre que mana de sus colmillos, en la oposición se declaran “pacíficos y democráticos”.

Lo cierto es que nos toca concurrir a una hora menguada en nuestra patria. Cuesta calificar de otra forma a un momento histórico en el que un grupo de venezolanos opositores, porque no quieren al gobierno, han decidido entregarse a la furia como una metodología trágica que los aleja de lo humano y de lo sensible.

Realmente no recuerdo un momento en los últimos años en que la ignorancia y el odio, hayan tomado las calles con tanto deseo de hacer daño.

Nunca, tampoco, las universidades privadas habían demostrado con tanta saña, la proverbial separación que tienen del pueblo venezolano y que tan meticulosamente han sembrado en su soldadesca de la ira, que creo, es la manera más adecuada de nombrar a estos sujetos que se prestan para traicionar a su propio pueblo.

Claramente hay hoy, en Venezuela, dos lecturas que se contraponen antagónicamente: existen aquellos que han adquirido un deleznable protagonismo en los últimos días, aquellos que se jactan de su ignorancia, que se sienten orgullosos de ser engañados y que aman al imperio estadounidense por encima de todas la cosas; esos, los odiantes, trabajan incansablemente contra su propia patria y sin empacho alguno son capaces de asesinar a sus propios hermanos amparados en la consigna de “la salida”.

Ellos, la soldadesca de la ira, tienen un jefe y un héroe llamado Leopoldo López

Por otro lado está la Venezuela trabajadora y esperanzada, la Venezuela que lucha diariamente por dejar atrás los horrores de la cuarta república en la que los niños comían perrarina; la que no ha olvidado a los bachilleres sin cupo ni a la opresión permanente a que era sometido nuestro pueblo por los maestros y ductores de aquellos que bajo prédica fascista hoy salen a las calles con la consigna de asesinar a los chavitas.

Creo que el odio perderá esta batalla, creo que el amor y la fe del pueblo chavista y pacífico que hoy carga el morral de Chávez construye la esperanza que se mantendrá como sólida posibilidad para el futuro.

En esa idea del amor y de la paz chavista militamos. En esa idea de la patria transitamos.



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Miguel Mendoza Barreto


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