Mi palabra

El berenjenal de los dólares

"Aprendan a soñar los que se

 contentan con sacar la lotería..."

Alejandro Dolina

Músico Argentino

Mi compadre de un tiempo para acá, vive soñando, pero nada del pasado; todos los sueños son en presente, pensando en el futuro, como si fuera a reemplazar a Matusalén; no quiere despertar ni siquiera un momento; no  le importa la terrible alucinación, que lo sacude todas las noches, cuando acaricia entre sus manos los seductores dólares. En su vida todo ha cambiado, no recuerda el cine, la música, ni los apasionantes encuentros entre Caracas y el Magallanes; tampoco memoriza su época de estudiante, nada de la infancia, los sanos y hermosos juegos de niños, cuando nos entreteníamos después de un día de clases, tan lleno de vida, cargado de ilusiones; todo se le ha borrado como en estado de shock; tampoco se acuerda, de donde viene; no recuerda absolutamente nada; tiene la memoria en blanco, solamente piensa en los dólares, es la única palabra, que le escucho; se  jacta de saber el inglés, vive  con las ínfulas encendidas  hablando el idioma de William Shakespeare; cada reunión con sus amigos es para recordar los benditos billetes; nada le importa, solamente le interesa la cantidad, si son de cien, mejor, hacen menos bulto.

En un tiempo no muy lejano, lo entusiasmaron muchas veces para ir a buscar oro a las minas del callao, pero siempre andaba muy callado y precavido, nunca se embarcó en esas aventuras; ahora se encuentra metido en la onda de la tarjetas, motivando a un vecino, quien nunca ha viajado, ni siquiera a la capital, hasta un viaje al exterior le ofreció, no sabiendo del pavor, que le tiene a los aviones;  cada momento que lo ve, le pregunta ¿ya la tienes? cuando le responde ¿cuáles,  las del sarampión y la lechina?; rápidamente pone la cara muy seria, para después gritarle ¡Actualízate, aunque sea, con la del  bicentenario: la chavista, la del buen vivir!

Mi vecino rápido se metió en la pomada, anda alargando la cadena, cada momento está repitiendo  ¡raspando se vive mejor! no quiere seguir en la pelazón; ahora para ellos no existe más nada; hasta un tarjetero se compraron, de esos, que venden en las calles; las tarjetas  sirven para una necesidad, pero también para aparentar, aunque solamente tengan en los banco deudas; es el primer paso para el cupo electrónico, y el adelanto para los viajeros al exterior; hasta el nombre de sus queridas progenitoras por rato se les olvida, y no se las han llevado a viajar, porque loro viejo no aprende a raspar, y los achaques impiden viajar; es tanta la desesperación, que últimamente se sientan frente al televisor, con el canal del gobierno encendido, más excitados que un fanático del Caracas o del Magallanes, con la esperanza de escuchar a Maduro, anunciando el ajuste del cupo, para salir en cambote a raspar; tienen la experiencia con las tarjetas de los celulares, aunque estas no dan, al contrario dejan raspado a más de un usuario.

El compadre, siempre ha carga grandes proyectos en mente, empezando por tumbar al gobierno; últimamente se han dejado de eso, ha perdido las esperanzas; ahora tiene una ilusión sembrada en el cerebro, y piensa ponerla en práctica en el año, que recientemente comienza:  Empresa los raspadores ofrece grandes dividendos, ni siquiera comparables a la lotería,  los caballos y al nuevo parley; está soñando en convertirse en un nuevo empresario, sin dejar de hacerle oposición al gobierno, porque así, agarra prestigio, renombre y puede postularse para un cargo en las próximas elecciones en una plancha, que no haya sido derrotada tantas veces, dejando a mucha gente trasnochados con la ilusión de conseguir dólares, a manos llenas.

Los últimos días, son  una verdadera pesadilla para mis dos amigos; no despegan la mirada de la computadora, viven  averiguaron por internet, dándole la razón a un señor, aprendido en el trajinar de la vida, cuando dice: Después del invento de la imprenta, apareció internet con tanto impacto, que no sé, si, para avanzar o para estar estacionado frente a un monitor. Eso parece ser la ocupación y preocupación de estos ansiosos personajes por los dólares; porque ahora hay mucha competencia en busca de los verdolagas Norteamericanos, empezando por los que viven inventando  viajes al exterior, sin conocer al país, para ir a raspar la fulana tarjeta. ¡Tremendo berenjenal para Nicolás!; mucha gente no le pide al gobierno: estudio, salud y trabajo ¡Nada de eso! Piden a gritos, que le suelten los dollares como dice un mamador de gallo, para salir corriendo a dar palos a la piñata. Por eso, un señor, que escuchó una conversación relacionada con el caso, que de vaina carga la cédula, como hay muchos en el país, exclamó ¡A mundo donde se encuentro esa tarjeta, para aprender a raspar, vender y viajar sin trabajar!.



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Narciso Torrealba


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